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ETA pone a PSOE y PP al borde de la ruptura
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ETA pone a PSOE y PP al borde de la ruptura

La propaganda etarra encuentra terreno abonado para la división de los demócratas. Las filtraciones de la banda al diario Gara colocaron ayer al PP y al

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ETA pone a PSOE y PP al borde de la ruptura

La propaganda etarra encuentra terreno abonado para la división de los demócratas. Las filtraciones de la banda al diario Gara colocaron ayer al PP y al PSOE al borde de la ruptura. El deterioro se mide por horas y nadie en uno u otro partido garantiza que puedan aguantar hasta solventar los dos retos políticos más inminentes: el debate sobre el Estado de la Nación y el dilema del próximo gobierno de Navarra, previstos ambos para la primera semana de julio.

La nueva etapa de colaboración ha durado dos escasas semanas y tres días desde la entrevista en Moncloa entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy tras la ruptura de la tregua terrorista. Y aún quedan otras dos antes de que el 3 de julio arranque el debate sobre el Estado de la Nación, seguido después de la solución navarra. “Dos semanas en política es una eternidad; no sabemos si aguantaremos si continúan las revelaciones y el Gobierno sigue sin dar una explicación”, sostienen en fuentes populares.

Los más duros del PP quieren un acto de contrición público, que Zapatero desmienta o confirme las revelaciones etarras. Los más comprensivos se conformarían con una conversación privada y sincera. Los populares exigen saber si, tras la tregua, el presidente pactó con la banda su comparecencia institucional del 29 de junio de 2006 en el Congreso. En ella reconoció que el Gobierno respetaría “las decisiones de los vascos”, dentro de la ley (ver declaración completa).

Ahora bien, los populares quieren evitar dar pábulo al diario proetarra, y aseguran que ya han aparecido sucesivas informaciones en periódicos como ABC o El Mundo que hablaban de contactos con la banda después del atentado de Barajas (Madrid). Pero el hecho objetivo es que fue ayer cuando el portavoz del PP, Eduardo Zaplana, rodeado de diputados de su grupo parlamentario, reclamó con aire solemne una explicación de Zapatero.

“Nuestro cinismo no llega hasta ese punto. No habríamos comparecido ante la prensa si el PSOE nos hubiera dado una explicación”, sostienen en el PP. Estas mismas fuentes reconocen que Rajoy aprobó dar este “toque” público al Gobierno, lo que, a su vez, sería la antesala de la ruptura. “Existen los teléfonos para llamar, si quieren explicaciones”, respondió el portavoz del PSOE, Diego López Garrido, encargado del papelón de dar la cara.

Ambos partidos aparentan la colaboración en la lucha contra el terrorismo, en una especie de reedición del Dilema del Prisionero, el famoso problema de la Teoría de los Juegos donde se concluye que todos ganan si todos colaboran (o uno sólo gana, si traiciona a los demás en el último momento). Pero la desconfianza mutua crece, mientras se ponen las zancadillas entre sí. Frente a ellos, el líder de IU, Gaspar Llamazares, hizo un llamamiento para no caer en la propaganda etarra y que todos los demócratas permanezcan unidos frente a este desafío. Declaraciones que había acordado previamente con Alfredo Pérez Rubalcaba, el ministro del Interior.

El Ejecutivo, por su lado, se niega a ponerse al mismo nivel que ETA y a responder a su propaganda. Allí argumentan que tampoco lo hizo José María Aznar cuando llegaron las revelaciones de ETA tras la ruptura de la tregua de 1999. Esta vez los presuntos acuerdos hablan de que existe una realidad “con vínculos sociopolíticos” llamada Euskal Herria; se proclama un cierto derecho del pueblo vasco a decidir su futuro, y se otorga legitimidad de interlocución política a ETA, aspiraciones todas ellas contenidas en la Alternativa KAS con la que, en 1977, la banda se negó a aceptar la democracia.

La propaganda etarra encuentra terreno abonado para la división de los demócratas. Las filtraciones de la banda al diario Gara colocaron ayer al PP y al PSOE al borde de la ruptura. El deterioro se mide por horas y nadie en uno u otro partido garantiza que puedan aguantar hasta solventar los dos retos políticos más inminentes: el debate sobre el Estado de la Nación y el dilema del próximo gobierno de Navarra, previstos ambos para la primera semana de julio.