El FROB intentó sin éxito que Novagalicia quedara al margen del crédito a Pescanova

El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) ha sufrido un serio revés en su afán por hacer valer los ‘galones’ sobre las entidades financieras acomodadas bajo su regazo. El organismo dependiente del Banco de España mostró hasta última hora su más firme rechazo a la participación de NCG Banco en la refinanciación de Pescanova. La exclusión del grupo de las antiguas cajas gallegas en el rescate de una empresa emblemática de la región estuvo a punto de provocar un grave enfrentamiento con el Gobierno autónomo que preside Alberto Núñez Feijóo.

La intervención del banco filial de Novagalicia dentro del comando financiero encargado de rescatar a Pescanova se convirtió prácticamente en una cuestión de Estado que implicó tanto al Gobierno central como a la Xunta de Galicia. Aunque quien más y quien menos había tratado de salir por la tangente para eludir nuevos compromisos de financiación, lo cierto es que NCG tenía todas las papeletas para formar parte del sindicato. No en vano, aparte de sus lazos de estirpe territorial con el grupo pesquero en suspensión de pagos, las cajas gallegas constituyen el tercer acreedor de Pescanova, tan sólo superadas por el Banco Sabadell y el Banco Popular.

La oposición del FROB trastocó los planes de Deloitte retrasando casi un mes las negociaciones, que culminaron finalmente el pasado viernes con la firma de una línea de liquidez de 56 millones de euros. El organismo que preside el subgobernador del Banco de España, Fernando Restoy, luchaba en defensa de sus propios fueros como supervisor de una entidad rescatada también con ayudas públicas y que está llamada a ser vendida en pública subasta.

Más allá de los siete millones de euros que ha de aportar ahora NCG a Pescanova, lo que verdaderamente estaba en juego era el mando y control efectivo sobre el grupo bancario de las cajas gallegas. Al final, los ejecutivos del FROB han tenido que hacer “de tripas corazón” y aceptar que su misión es meramente técnica, porque la institución para la que trabajan no deja de ser un mero refugio ocasional de bancos nacionalizados en expectativa de destino.

Deloitte, en su calidad de administrador judicial de Pescanova, se las tuvo tiesas además con Bankia porque José Ignacio Goirigolzarri consideraba que su solidaridad con el grupo pesquero no iba a ser bien entendida por Bruselas y suponía una contradicción con su propio plan de saneamiento y desinversión industrial. Otro que también se resistió fue el Grupo Santander, pero Emilio Botín terminó claudicando ante las presiones de todos los demás acreedores, que reclamaban de manera insistente la colaboración de la gran banca en esta operación de rescate. Más si cabe después del fiasco con las principales marcas extranjeras que, como el RBS desde un primer momento y el Deutsche Bank de forma más sorprendente en el tramo final de las discusiones, han preferido llamarse a andanas en Pescanova.

Ayuda limitada de aquí a finales de año 

Con este panorama, y después de que la propia Xunta de Galicia se sumara a la ‘colecta’ con una aportación de cuatro millones de euros, la eventual espantada de NCG Banco suponía una verdadera afrenta para los responsables de la comunidad autónoma. Los argumentos técnicos del FROB se fueron diluyendo poco a poco ante las tensiones políticas y se desvanecieron del todo cuando le hicieron ver al equipo de Restoy que su resistencia era incompatible con la presunción de una entidad que se jacta de “abrir el grifo del crédito para que todos volvamos a hacer realidad nuestros proyectos”.

El FROB ha caído en su propia trampa porque la publicidad que acaba de difundir para sacar pecho le obliga a pregonar con el ejemplo. De otro modo, no se entiende que una institución pública lance una promoción institucional como la que tiene en marcha sin que eso sirva para difundir un producto comercial. La participación de Bankia y, sobre todo de NCG Banco, en el nuevo crédito a Pescanova permite a los responsables de la reconversión bancaria demostrar que no sólo se trata de salvar bancos que estaban abocados a la extinción. Eso sí, habrá que ver si el grupo pesquero puede sobrevivir mucho tiempo de la nueva ‘caridad’ porque, al decir de los propios bancos interesados, los 56 millones de euros sólo dan para pagar los gastos circulantes de aquí a final de año.