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Diplomacia en el tapiz: Irán y EEUU se dan una tregua gracias a la lucha libre
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los persas, de nuevo campeones

Diplomacia en el tapiz: Irán y EEUU se dan una tregua gracias a la lucha libre

El país persa revocó los permisos de los luchadores estadounidenses para la Copa del Mundo, pero finalmente cambiaron de opinión y han podido disputar el campeonato

Foto: Jordan Burroughs (EEUU) y Peyman Yarahmadi (Irán) en una competición (Reuters)
Jordan Burroughs (EEUU) y Peyman Yarahmadi (Irán) en una competición (Reuters)

El deporte y la política tienen intersecciones constantes, por más que la idea sea que no se contamine algo recreativo con las tensiones mundanas. A lo largo del tiempo ha sido utilizado por grandes dictadores para dar muestras de su poder -Berlín 36, el mundial del 34, el dopaje de Estado- pero también como lugar común que une a los que son diferentes, un modo de crear paz y concordia a partir de algo que puede poner de acuerdo a todo el mundo.

Foto: En la imagen, Felipe Martínez durante su etapa de boxeador

Cuando Obama se acercó a Cuba utilizó un partido de béisbol como uno de sus métodos para visualizar esa diplomacia. En los años 70 el ping pong fue un lugar común en las relaciones entre China y Estados Unidos. Los yanquis empezaron a acudir a torneos en el gigante asiático, se dotó de normalidad a una relación que no la tenía y aquello fue uno de los puentes que luego sirvieron para la histórica visita de Nixon a Pekín. En los Juegos Olímpicos estos temas aumentan: un equipo de refugiados, las dos coreas marchando juntas en un desfile inaugural del año 2000...

En ocasiones, la vía es de doble sentido, de unión y de desunión. Eso es, exactamente, lo que ha pasado estos días en la lucha libre, que tiene su mundial de esta temporada en Teherán. Y eso, en los tiempos que corren, no podía suponer más que algunos problemas. Irán quiso dejar claro que no iba a entrar un solo competidor estadounidense en el país. Es un problema de reciprocidad, un concepto muy presente en la diplomacia: si sus ciudadanos no podían entrar en Estados Unidos, y en virtud una orden de Donald Trump no podían, ellos no iban a regalarlo.

El sistema judicial de los Estados Unidos ha paralizado el veto migratorio a siete países entre los que se encontraba Irán. Es decisión ha sido suficiente para que el país persa haya abierto la mano y dejado que los competidores estadounidenses entrasen en el país. Da la casualidad, además, de que ambos países son dos de las mayores potencias en la lucha libre, así que sus deportistas tienen una relación habitual, de verse de campeonato en campeonato.

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"Hay mucho respeto a los luchadores de Irán, les encanta este deporte, incluso tengo algunos seguidores allí", explicaba el campeón olímpico Jordan Burroughs cuando supo que no iba a poder competir. "Me hubiese encontrado tomar parte de una competición en un país así, aunque evidentemente mi visión y la de mi país en este caso son muy diferentes", contaba Burroughs. "He estado luchando en el extranjero los últimos tres años y todos los iraníes que me he encontrado han sido extremadamente respetuosos y educados", añadía el también campeón olímpico Kyle Snyder.

Y esta vez no ha sido diferente. Ambos equipos compitieron hasta el final, llegaron a la última partida y, como es costumbre, terminó ganando Irán.

La alegría al saber que finalmente podrían acudir a Irán fue grande. "La federación iraní ha trabajado mucho y creo que su gobierno ha visto la oportunidad de mostrarse gracioso por medio del deporte", decía el entrenador estadounidense, Bill Zadick. "Venimos a ganar, por encima de cualquier consideración política, pero creo que es una buena oportunidad de ver lo bien que nos llevamos", comentaba Burroughs.

"Hay que entender su cultura"

"Todo es cosa de ver a la gente, entender su cultura y pensar en ellos antes de tomar decisiones que importan", abundaba el campeón olímpico. Su amor por Irán va parejo a su reconocimiento, que obviamente no es el mismo que el que tiene en casa. "En Estados Unidos somos rarezas, en Irán somos héroes, es realmente guay ver algo así", comentaba el luchador a su llegada a Teherán.

La muestra de que la lucha es importante en el país asiático nos e hizo mucho de rogar. El equipo americano fue recibido con flores y regalos en el aeropuerto de la capital iraní. "Estamos muy contentos con la cálida recepción que hemos tenido hoy y aún más contentos de que este viaje haya sido posible", comentaba Burroughs en instagram junto a una foto de su llegada al aeropuerto, rodeado de seguidores. El luchador llegó incluso a reunirse con el ministro de deportes iraní Masoud Soltanifar para agradecerle su generosidad.

"El hecho de que la comunidad internacional, incluso aliados de Estados Unidos, haya levantado su voz alertando de las políticas de Trump es muy importante", explicaba poco después Soltanifar. "Trump se enfrenta a todo el mundo, y eso no es sostenible, estoy convencido de que no puede seguir por ese camino", señalaba el ministro. En Irán la lucha es realmente importante, 43 de sus medallas olímpicas han llegado en esta disciplina. Y su equipo ha ganado los cinco últimos campeonatos del mundo. Es, además, un deporte vertebrador para un país que sufre tensiones importantes y difíciles relaciones internacionales.

De hecho, este no es el primer conflicto diplomático entre Estados Unidos e Irán que se juega encima del tapiz de la lucha. Después de la revolución islámica, en 1979, las relaciones entre ambos países eran gélidas. Los rifirrafes entre ambos se multiplicaban y parecía imposible que en algún momento fuesen a encontrarse de nuevo con normalidad. Hasta que en 1998 el equipo estadounidense recibió la llamada para acudir de nuevo a una competición. Aceptaron, cogieron un avión y aterrizaron en Teherán. Tan importante fue el acontecimiento que Bill Clinton les recibió en la Casa Blanca a su vuelta.

Y en estos años, en los que las tensiones no han faltado, la relación ha seguido siendo fluida. Los equipos de uno y otro país han viajado en 32 ocasiones al país que muchos consideran su enemigo natural. No importó el 11-S, ni que George Bush les incluyese en el Eje del Mal. Tampoco las derivas de Ahmadineyad ni los programas nucleares del país persa. La lucha siguió con normalidad. Debe ser que la política y el deporte no se juntan. O solo cuando es menester.

El deporte y la política tienen intersecciones constantes, por más que la idea sea que no se contamine algo recreativo con las tensiones mundanas. A lo largo del tiempo ha sido utilizado por grandes dictadores para dar muestras de su poder -Berlín 36, el mundial del 34, el dopaje de Estado- pero también como lugar común que une a los que son diferentes, un modo de crear paz y concordia a partir de algo que puede poner de acuerdo a todo el mundo.

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