"Lo peor está por llegar": el atletismo tiembla ante la reducción del 30% en las subvenciones

“Lo duro está por llegar”, comentan los atletas al momento de abandonar la pista del Olímpico. Todos menos una, Marta Domínguez, que ha dado la callada por respuesta. Ellos, la verdad, tampoco la consideran del equipo. Va al margen y como tal la juzgan. En sus análisis, valoraciones de lo hecho, hablan del presente, reconocen sus limitaciones, pero hablan de un negro futuro. “Aquí vine con la idea de ser semifinalista, pero no he podido hacer nada más. He dado todo, pero este es mi nivel. Me voy fastidiada, pero en el fondo no puedo hacer nada. Venía en una forma excepcional. No hay excusas. Lo siento por mi entrenador”, comentaba Isabel Macías de manera sincera y dolida por la eliminación en su serie de 1.500.

Lo cierto es que el desánimo está cundiendo en la expedición olímpica del atletismo. Ven el panorama más negro que el presente. Las subvenciones que reciben -todos viven de las ayudas que les llegan desde organismos oficiales- van a desparecer o a reducir de forma drástica. Los clubes prácticamente no pagan nada o sueldos que en muchos casos no llegan a los 1.000 euros. No hay patrocinadores y muchos de los ahora olímpicos tendrán que buscar ocupaciones que les permitan ingresar algo de dinero con el que poder seguir adelante con su pasión, el atletismo. 

La dedicación que requiere el atletismo está en peligro. A partir de ahora España retrocederá más si cabe. Los tiempos de cinco medallas sobre la pista son historia. La realidad habla de dos finalistas hasta el momento. Miguel Ángel López con su quinto puesto y Frank Casañas con su séptimo de ayer pueden ser de los pocos que consigan estar entre los ocho mejores. Ruth Beitia y algún marchador más, tanto femenina como masculino. No hay más. Los tres de 800 han cumplido, pero es que a partir de ahora es lo que habrá que exigir a los nuestros. No esperen otra cosa que la sucesión de eliminados en todas las citas importantes. La globalización del atletismo ha traído la aparición de talento en velocidad primero, después en el fondo y ahora se atreven ya también con los concursos. Aparecer en finales se convertirá en una auténtica quimera y más aún si el dinero que antes recibían desparece o se raciona.

Además, el modelo federativo que José María Odriozola implantó con éxito hace más de dos décadas (1989) ya no tiene sentido. Se mueven en el oscurantismo y con unas normas  leyes, tal y como se ha demostrado con el caso Mullera, que nada tienen que ver con los tiempos que corren. Atletas como Bragado o ex como Raúl Chapado han pedido un cambio en la estructura federativa de un deporte que ha pasado de competir por tocar metal y llegar a finales a dejarse llevar y a un conformarse con un simple “he venido a competir”.