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La lenta evolución de Iniesta para ser Xavi
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el físico del manchego no es el que era

La lenta evolución de Iniesta para ser Xavi

El paso del tiempo y más de 600 partidos oficiales disputados han castigado el físico de Iniesta. A pesar de ello, continúa siendo un jugador fundamental para el Barcelona

Foto: Andrés Iniesta, durante el partido que el Barcelona disputó ante el PSG en París (Reuters)
Andrés Iniesta, durante el partido que el Barcelona disputó ante el PSG en París (Reuters)

El paso de los años castiga a todos. Da igual lo hecho en el pasado, la calidad que atesore el futbolista en cuestión. El tiempo sentencia a todos. No es una excepción Andrés Iniesta, que esta temporada no está teniendo la decisiva incidencia que siempre tuvo en el juego del Barcelona. Cumple pronto 33 años el brillante mediocampista. Son muchos los partidos acumulados, los kilómetros recorridos... Y las piernas ya no tienen la fortaleza y frescura de antaño. Ha comenzado una lenta evolución para jugar de otra manera porque el físico ya no le permite hacer las mismas cosas que antes. Muchos más toques, menos carreras. Tal vez para parecerse un poco a Xavi Hernández, junto al que marcó una exitosa época en el club blaugrana.

Foto: André Gomes, en el momento de ser sustituido por Iniesta durante el Barcelona-Leganés (EFE)

Algunos problemas musculares le han golpeado en los últimos tiempos, en la misma medida que cuando juega ya no puede emplearse como antes. En el pasado, no muy lejano, firmaba carreras de 20 o 30 metros que dañaban al enemigo. Esfuerzos que, acompañados de su calidad, hacían estragos en el rival que fuera. Ahora le cuesta más firmar esas series, no tiene el mismo físico, aunque su infinito talento camufla la falta de gasolina que con el transcurso de los años echa en falta cualquier deportista de élite. Es momento de soltar antes el balón, dosificar impulsos y manejar con tino los tiempos. El pasado mes de octubre se cumplieron 14 años desde que hiciera su debut en el primer equipo. Y se nota.

Un añadido, que agudiza el problema, es que los futbolistas de la segunda unidad, que precisamente fueron fichados por el Barcelona para ir metiendo músculo y oxígeno al centro del campo, no han dado un definitivo paso al frente. La dirección deportiva que ahora maneja Robert Fernández, siempre con Josep María Bartomeu como figura activa, apostó por jugadores como André Gomes, Denis Suárez o Arda Turan para que las zonas de influencia de Iniesta estuvieran cubiertas perfectamente cuando el manchego tuviera que descansar. Pero ninguno está cuajando de verdad, lo que ha provocado que la figura del responsable del club en materia de fichajes esté muy discutida.

Otro detalle que no es menor es el estado de forma de Busquets. Si fundamental es Iniesta para generar, para dar fluidez al juego del Barcelona, lo mismo se puede decir del mediocampista que da equilibrio y sentido a todo lo que hace el equipo. Y su compañero no está rindiendo esta temporada a su nivel habitual. Cuando Sergio falla, se resienten todos, empezando por el futbolista manchego. Luis Enrique tiembla cuando el hombre que durante años manejó con tino los tiempos se resiente, cuando no rinde. Y lo cierto es que parte de los males del irregular Barça de esta temporada tienen mucho que ver con un Busquets que no ha alcanzado la plenitud durante este ejercicio.

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Tanto el cuerpo técnico como el médico miman con celo los músculos de Iniesta. Luis Enrique y todos los asistentes que le rodean son conscientes de que ya no se puede exprimir como antes al de Fuentealbilla. Es hora de controlar meticulosamente los minutos que juega. Aún así, Iniesta sigue siendo para el entrenador asturiano un futbolista imprescindible. En algún momento se ha visto obligado a tirar de él aunque no lo tuviera previsto, esos en los que el equipo no funcionaba y la presencia del centrocampista se antojaba necesaria para reactivar al Barcelona. Tal vez en esta etapa de su vida no esté al ciento por ciento para afrontar un partido de tanta intensidad como el que le espera al equipo culé ante el Atlético de Madrid en el Vicente Calderón, pero Iniesta pisará el verde.

Con contrato hasta junio de 2018, las negociaciones para renovarlo ya se han puesto en marcha. Se apunta a un nuevo compromiso que se extendería hasta 2020, aunque por ahora no se ha cerrado el asunto. El estado de forma, las señales que emita su cuerpo, no serán tenidas en cuenta por la actual junta directiva, consciente de que Iniesta es mucho más que un jugador para el Barcelona. Se cuenta con él vestido de corto y de paisano cuando cuelgue las botas, que no se sabe cuándo llegará ese momento. Pero ya son más de 600 partidos oficiales acumulados en su hoja de servicios y Andrés tiene muy claro que el gran desgaste almacenado empieza a pasar factura.

Su incidencia en la vida cotidiana del primer equipo sigue siendo vital. Tanto cuando está listo para jugar como cuando está lesionado. En una temporada como la actual, con un puñado de tropiezos firmados y una hecatombe monumental como la de París, su figura sigue siendo de una importancia absoluta. Sin levantar la voz nunca, pausado y comedido en cualquier momento y circunstancia, su silencioso liderazgo no se discute. Cuando habla, todos escuchan. Iniesta sigue sin esconderse cuando van mal dadas, cuando el tropiezo del equipo, como ante el PSG, ha sido apoteósico. Da la cara, ofrece su opinión sin estridencias y siempre deja algún mensaje de calado. Por eso, pese a todo, este Barcelona no puede vivir sin él.

El paso de los años castiga a todos. Da igual lo hecho en el pasado, la calidad que atesore el futbolista en cuestión. El tiempo sentencia a todos. No es una excepción Andrés Iniesta, que esta temporada no está teniendo la decisiva incidencia que siempre tuvo en el juego del Barcelona. Cumple pronto 33 años el brillante mediocampista. Son muchos los partidos acumulados, los kilómetros recorridos... Y las piernas ya no tienen la fortaleza y frescura de antaño. Ha comenzado una lenta evolución para jugar de otra manera porque el físico ya no le permite hacer las mismas cosas que antes. Muchos más toques, menos carreras. Tal vez para parecerse un poco a Xavi Hernández, junto al que marcó una exitosa época en el club blaugrana.

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