Es noticia
Messi y su trabajada habilidad para 'escuchar' a sus músculos
  1. Deportes
  2. Fútbol
EL ARGENTINO EMPEZÓ ESTE JUEVES CON SU RECUPERACIÓN

Messi y su trabajada habilidad para 'escuchar' a sus músculos

Esta vez no hubo lágrimas. Esa es la diferencia fundamental entre el Leo Messi que se lesionó el pasado martes en el Parque de los Príncipes

Foto: Messi y su trabajada habilidad para 'escuchar' a sus músculos
Messi y su trabajada habilidad para 'escuchar' a sus músculos

Esta vez no hubo lágrimas. Esa es la diferencia fundamental entre el Leo Messi que se lesionó el pasado martes en el Parque de los Príncipes y el que en marzo de 2008 ante el Celtic se rompió el bíceps femoral que ahora también tiene afectado. Su última lesión muscular hasta la fecha, pero que aún se recuerda en el vestuario por lo desconsolado del llanto del genio argentino.

El viaje al conocimiento de su cuerpo en ese trayecto de cinco años que separa una noche de la otra es lo que permitió a Leo seguir la segunda parte ante el París Saint Germain en el banquillo departiendo con su inseparable Pinto como si tal cosas mientras el barcelonismo contenía la respiración. Las pruebas médicas en Barcelona confirmaron su optimista sospecha: el músculo estaba roto, cierto, pero no lo suficiente como para apartarle un largo periodo del equipo. Eso forma ya parte del pasado, cuando los desgarros en su frágil musculatura le llevaron a encadenar siete lesiones importantes en menos de dos años. Cuatro de ellas en un bíceps femoral que parecía de cristal.

Una dinámica que llevó a más de uno, incluido el propio Messi en medio de la desesperación, a cuestionar la longevidad de su carrera. Hasta que llegó Pep Guardiola. Quizá uno de los mayores logros del exentrenador azulgrana más allá de los títulos fue reconducir a Messi y terminar con el caro peaje de las lesiones hasta convertirlo en el mejor jugador del mundo.  

Claro que no todo fue obra de Guardiola. En la recuperación de Messi para el fútbol de élite tiene un papel protagonistas y casi imprescindible Juanjo Brau, el fisioterapeuta que asignó el técnico como ángel de la guarda de Messi. Un custodio que aún hoy vela por sus músculos cuidándolos como oro en paño. Después de reordenar su carnívora dieta –comía siempre carne- y regada de coca-colas hasta adecuarla a lo que debe de ser un deportista de élite, así como a convencerle que dormir las horas necesarias también forma parte del entrenamiento de un futbolista, Juanjo Brau tomó cartas en el asunto y moldeó las piernas de Leo para terminar casi de manera definitiva con la fragilidad de unos músculos que se quebraban fácilmente con la explosividad de La Pulga.

Este jueves, en un día en el que el equipo de Tito Vilanova no dirigió el entrenamiento del conjunto azulgrana, tanto Messi como su compatriota, Javier Mascherano, lesionado en la rodilla derecha y que estará seis semanas de baja, realizaron ejercicios de recuperación. También ha completado una sesión de rehabilitación Adriano Correia. El brasileño se lesionó el pasado 17 de marzo ante el Rayo Vallecano, una rotura del bíceps femoral cuyo periodo de baja se situó entre cuatro y seis semanas de baja, aunque su evolución es buena.

Las manos 'mágicas' de Juanjo Brau

El trabajo iniciado entonces se ha convertido en rutina. Así, cada día Messi se pone en manos de Brau por espacio de 45 minutos antes de cada entrenamiento o partido. Bien sea con el Barcelona o con la selección argentina. Sus manos distienden los músculos y los preparan para las vertiginosas carreras de Leo, tan explosivas como siempre pero más contenidas en el tiempo. El trabajo no queda ahí. Después de cada partido hay otra media hora de recuperación. Un método inalterable que ha dado sus frutos.  

El mayor secreto, en cualquier caso, está en el cambio de mentalidad de Messi promovido por Guardiola y Brau. El primero le convenció de que sus esfuerzos en el campo debían dosificarse y sólo exprimir su rendimiento en los metros finales. Una reeducación que se ha asentado con los años y su paulatino desplazamiento hacia el centro del ataque abandonando definitivamente la banda.

El otro y por el que hoy aún no está descartado para jugar contra el PSG en el Camp Nou tiene que ver con el conocimiento exhaustivo de su cuerpo. Juanjo Brau ha enseñado a Messi a escuchar las alarmas de su cuerpo y parar antes de provocar lo peor. En el Parque de los Príncipes el martes echó el freno. Ahí estuvo la clave de que no fuera a más la lesión. Y es que Messi en otro tiempo hubiese seguido hasta resquebrajarse. Así fue durante mucho tiempo y pagó un alto precio por sus ansias por demostrar que podía ser el mejor. Pecados de juventud que cuatro Balones de Oro después ya no suceden. Messi ha aprendido a escucharse.   

Esta vez no hubo lágrimas. Esa es la diferencia fundamental entre el Leo Messi que se lesionó el pasado martes en el Parque de los Príncipes y el que en marzo de 2008 ante el Celtic se rompió el bíceps femoral que ahora también tiene afectado. Su última lesión muscular hasta la fecha, pero que aún se recuerda en el vestuario por lo desconsolado del llanto del genio argentino.

Leo Messi