Laporta tiene armado su ataque, sólo le falta un movimiento del ‘factor Guardiola’

“Cuando acabé mi etapa como presidente, quería hacer de expresidente y molestar lo menos posible”. Parece que Joan Laporta no ha logrado su objetivo porque desde hace un tiempo se ha convertido en una pesadilla para la actual directiva del Barcelona cada vez que habla sobre el que equipo que dirigió hasta el 30 de junio de 2010. En aquel momento Laporta puso punto y final a su etapa como presidente azulgrana por que así lo dictaminan los estamentos del club: el máximo dirigente culé no puede encadenar más de dos legislaturas consecutivas. Durante una temporada consiguió desconectar de todo lo relacionado con el Barcelona pero ahora ha vuelto más reforzado que nunca. Joan Laporta tiene armado su ataque y sólo espera una señal de Guardiola a su favor para lanzarse de nuevo a la conquista del Camp Nou: “Sí, me he planteado volver”. Hasta que llegue ese momento, Rosell debe armarse de paciencia.

Las declaraciones del expresidente azulgrana no tienen ningún desperdicio. Ni las que aparecían el domingo, ni las que suele hacer refiriéndose a su equipo. Esta práctica se viene repitiendo desde hace algún tiempo porque antes decidió alejarse del mundo del fútbol para dedicarse a su verdadera pasión: la política. Por todos es conocido que Laporta empleó al Barcelona como un trampolín para lanzar su carrera en este ámbito y le salió bien porque actualmente es diputado en el Parlamento catalán y concejal en el Ayuntamiento de Barcelona. Con el objetivo cumplido, el expresidente echa de menos el mundo del fútbol y, sobre todo, tiene en el punto de mira a la directiva de Sandro Rosell. Hace dos años, la armonía reinó en el traspaso de poderes. Pura fachada. Meses después los actuales dirigentes culés demandaron a Laporta y compañía.

“Les dejamos un Barça que estaba muy bien. Lo que no nos podíamos esperar era esta obsesión por destruirnos a nosotros y a todo lo que hicimos”. Esta es la visión que tiene Laporta y que le ha llevado a replantearse una nueva candidatura coincidiendo con el final de una temporada en la que el Barcelona ganó al Copa del Rey y perdió la Liga ante el Real Madrid asistiendo a lo que muchos ya señalan como cambio de ciclo. Las cosas serán distintas en el Camp Nou pero no porque haya un campeonato liguero más en las vitrinas madridistas sino porque Pep Guardiola ha dejado de ser el dueño del banquillo: “Sin él, el modelo deportivo queda desvirtuado. Ha sido más que un entrenador. Entiendo el desgaste pero creo que si durante la temporada se hubiesen hecho según qué cosas y se hubiese ayudado a que no se hubiese sentido tan vacío...”. Esta defensa a ultranza que hace de Guardiola no es nueva. Laporta fue el gran valedor del de Sampedor y apostó ciegamente por él para sustituir a Rikjaard dando el impulso definitivo al Barça para convertirse en el mejor club del mundo. Eran amigos, al contrario que sucedía con Rosell tal y como mostró el distanciamiento final entre ellos. Ahora Pep se va, quiere desconectar, ‘desintoxicarse’ del fútbol. Joan Laporta no tiene prisa, esperará paciente un movimiento de su entrenador estrella para hacer valer el ‘factor Guardiola’ en su lucha por recuperar el sillón presidencial del Camp Nou. Tiene tiempo de sobra para seguir apareciendo con un único objetivo: incordiar a Sandro Rosell.