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El Barcelona se estrella en el muro de Milán y empeña todo a una remontada épica
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EL PRIMER GOL MILANISTA LLEGÓ PRECEDIDO DE UNAS MANOS CLARAS

El Barcelona se estrella en el muro de Milán y empeña todo a una remontada épica

El fútbol y la Champions se escriben con historias como estas. Ni el más audaz de los apostantes se hubiese jugado un euro a un triunfo de un

Foto: El Barcelona se estrella en el muro de Milán y empeña todo a una remontada épica
El Barcelona se estrella en el muro de Milán y empeña todo a una remontada épica

El fútbol y la Champions se escriben con historias como estas. Ni el más audaz de los apostantes se hubiese jugado un euro a un triunfo de un AC Milan que vive lejos de sus mejores tiempos. Nada hay en él de su pasado glorioso. O quizá sí: su orgullo. Por ahí montó la eliminatoria Allegri y terminó destrozando (2-0) a un Barcelona que tendrá que firmar una remontada de esas que pasan a la historia si quiere estar en los cuartos de final. Los goles de Boateng y Muntari no dejan otra. Un trance que parecía olvidado en los últimos años por el brillo y la contundencia de su fútbol. Un brillo que en San Siro se apagó en una defensa numantina y la falta de recursos para armar su juego.    

La noche milanesa, en cualquier caso, no anunciaba buenos augurios para el Barcelona, que le bastó poner un pie en San Siro para percatarse de que la Champions sigue siendo otra cosa. Más cuando el césped lucía unos centímetros más largo de lo habitual y lo suficientemente seco como para que la pelota no terminara de rodar. El Milan hizo como Mourinho en aquellas semifinales de Champions, como Unai Emery en Mestalla… Una treta de sobra conocida. Casi tanto como el planteamiento táctico de Massimiliano Allegri: doble línea bien juntita y escalonada a pocos metros del eterno Abbiati. Sobra recordar qué equipos sacaron tajada ante Messi y compañía jugando así. A este remozado y desconocido Milan no le quedaba otra. El aderezo a todo ello, como dicta el manual, fue la pierna dura de los 'rossoneri'.  

 

Precisamente por conocido, sorprendió que el Barcelona no desactivara el plan con un fútbol más fluido y vertiginoso. Complacido en su mandamiento de sobar el balón, el equipo de Roura pecó del nervio que hace falta para abrir de una patada la jaula que el Milan tenía preparada. Messi lo intentó de todas las maneras, hasta buscando la diagonal desde la derecha, la posición que le vio nacer y que parecía ya algo del pasado. Prueba de las dificultades para filtrar una sola pelota en condiciones la recoge la estadística de la primera parte, donde Xavi puso el único disparo azulgrana entre los tres palos. Algo tan inusual como previsible con el 'cerrojazo' milanista. Habría que mirar, en cualquier caso, en los anales de la historia de este equipo para encontrar una cosa semejante.

El Milan, por supuesto, jugó a lo suyo. Lanzar balones en largo para que Boateng o Al Shaarawy los descolgaran y pusieran a prueba a Valdés. Y cerca estuvieron de conseguirlo en un saque de esquina que con un disparo cruzado de Boateng se marchó por poco. Aviso suficiente para que el Barcelona sintiera que nada iba a ser tan sencillo como muchos habían anunciado en la previa. Por más que el Milan viva en plena reconversión, la historia de siete copas de Europa pesa lo suyo.

Visto el buen resultado de la primera parte, el Milan no varió un ápice su planteamiento: un ejercicio de autoafirmación que dejó síntomas de desquiciamiento en el Barcelona. Una buena pista de ello fue la amarilla que vio Busquets, una de esas tarjetas que pesan según se pasa ronda hasta convertirse en una losa.

Claro que la histeria se apoderó del equipo de Roura cuando el árbitro, incomprensiblemente, dio por bueno un gol de Boateng que llegó precedido de unas manos clamorosas de Zapata dentro del área. La locura se apoderó de San Siro y el miedo paralizó al Barça. Si hasta el minuto 56, momento del gol, no había noticias alguna del conocido rodillo azulgrana, en adelante todo siguió igual. Incluso a peor. Con Messi e Iniesta desaparecidos e impotentes, Roura intentó agitar al equipo dando entrada a Alexis por Cesc. Nada. No había manera. El Milan seguía pertrechado y sus jugadores saliendo como lobos a cada jugador del Barça que portaba la pelota. Aturdido, el equipo catalán no tuvo más recurso que un disparo lejano de Iniesta. El segundo en todo el partido. Algo iba mal, pero se iba a poner peor. 

Un contragolpe vertiginoso hizo saltar la eliminatoria por los aires cuando Muntari remató a bote pronto un centro de Boateng dentro del área. El disparo cruzado sacudió la red y hundió al Barça. La improvisada fiesta de Balotelli en la grada dejó clara la magnitud de la machada… Conmocionado, el equipo azulgrana, que ni siquiera tuvo ánimo para pedir un claro penalti de Mexès a Pedro en la prolongación, murió en el partido impotente y resignado a tener que armar una remontada histórica para la vuelta. No será nada fácil.

El fútbol y la Champions se escriben con historias como estas. Ni el más audaz de los apostantes se hubiese jugado un euro a un triunfo de un AC Milan que vive lejos de sus mejores tiempos. Nada hay en él de su pasado glorioso. O quizá sí: su orgullo. Por ahí montó la eliminatoria Allegri y terminó destrozando (2-0) a un Barcelona que tendrá que firmar una remontada de esas que pasan a la historia si quiere estar en los cuartos de final. Los goles de Boateng y Muntari no dejan otra. Un trance que parecía olvidado en los últimos años por el brillo y la contundencia de su fútbol. Un brillo que en San Siro se apagó en una defensa numantina y la falta de recursos para armar su juego.