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El exilio dorado de Guardiola y Raúl, entre rascacielos y desiertos
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AMIGOS Y RESIDENTES EN NUEVA YORK Y DOHA, PREPARAN LA VUELTA CON OBJETIVO MUY DISPARES

El exilio dorado de Guardiola y Raúl, entre rascacielos y desiertos

Son amigos y residentes en Nueva York y Doha. Viven en el exilio, voluntario y lujoso, eso sí. Uno y otro buscaban paz, tranquilidad, alejarse del

Foto: El exilio dorado de Guardiola y Raúl, entre rascacielos y desiertos
El exilio dorado de Guardiola y Raúl, entre rascacielos y desiertos

Son amigos y residentes en Nueva York y Doha. Viven en el exilio, voluntario y lujoso, eso sí. Uno y otro buscaban paz, tranquilidad, alejarse del mundanal ruido, de ese fútbol que devora al más pintado. Uno creyó encontrar esa paz rodeado de rascacielos y glamour; el otro de dunas y pozos de petróleo. Ambos han sido bandera del fútbol español en los tiempos en los que jugar con la Selección era poco menos que un castigo por aquello de los resultados. A uno de ellos, cierto es, le hubiera gustado más lucir la 'senyera' que la rojigualda, pero corría y sudaba la camiseta de España como buen profesional que fue. El otro se quedó con las ganas de despedirse de la Roja y, poco después, del Real Madrid tal y como se merecía. Claro está, hablamos de Guardiola y Raúl, dos personajes que no pasan inadvertidos ni queriéndolo, ni a miles de kilómetros de distancia de España.

Guardiola terminó agotado, seco de la tensión y de la relación que mantenía con Rosell. Nunca conectaron. Los cuatros años vividos en el banquillo del Barcelona le dejaron sin fuerzas para aceptar otro reto en cualquier otro equipo. Algunos dicen que el vértigo de encontrarse un vestuario nuevo, sin la pantalla de la entidad azulgrana, le ha llevado a tomarse este año sabático en Nueva York, salpicado de conferencias como las que está dando estos días en México. Todos los equipos que le llamaron recibieron la misma respuesta: "No hay nada que negociar"

Los peor pensados hablan de un paso atrás en el deporte para preparar su paso a otros sectores de la vida catalana. De hecho su 'presencia' en la manifestación del pasado día 11, muchos la entendieron como un primer paso hacia su nueva vida. Es más, algunas pancartas proclamaban a Pep como nuevo 'President de la Generalitat'. Lo cierto es que el exentrenador del Barcelona es de los personajes más populares de toda Cataluña y su candidatura no caería mal entre la mayoría de la población, azulgrana o no.

Pep llegó a Nueva York buscando una tranquilidad que todavía no ha encontrado. La filtración de su ubicación y hasta los 20.000 euros que paga de alquiler -igual alguien pensaba que iba a compartir casa en plan erasmus- no le ha gustado lo más mínimo. Soñaba con pasear por la gran manzana con total impunidad y raro es el día que no choca con un fotógrafo. Lo curioso de su aterrizaje en la ciudad norteamericana es de la mano de quien llega. Xavier Sala i Martí, tan reputado economista como excéntrico, ha sido la persona que le ha hecho de cicerone. Directivo del Barcelona en la época de Laporta, su matrimonio con él ha sentado a cuerno quemado en el Camp Nou.

Raúl, por su parte, no ha buscado un año sabático, pero casi. Su cabeza le dijo que era el momento de bajarse de la competición. Su adiós a la Bundesliga para firmar por el Al-Sadd de Qatar así se entiende. El problema está en su competitividad, la misma que le impide cruzarse de brazos cada vez que se calza las botas. Las calurosas mañana de Doha las aprovecha para recluirse en el centro de alto rendimiento de Aspire una vez que deja a sus hijos en el colegio americano. No falla a la cita. Todos los días acude a la academia a empaparse de fútbol, de métodos de trabajo, preparando su adiós a los terrenos de juego. Junto a él está Roberto Olabe, técnico de Real Sociedad, Valladolid y Almería entre otros.

Se prepara para ser entrenador y no va a parar hasta conseguirlo. Seguirá ligado al fútbol en el momento en que decida colgar las botas. No hay otra. Su regreso al Real Madrid es cuestión de tiempo. Su nombre figura marcado en el futuro de la entidad madridista. La incógnita es saber cómo y cuándo. Por si acaso, él se prepara y no deja pasar el tiempo. Mientras, se sigue divirtiendo jugando al fútbol, y ganando dinero, mucho dinero, tanto como 6 millones de euros por temporada.

Son amigos y residentes en Nueva York y Doha. Viven en el exilio, voluntario y lujoso, eso sí. Uno y otro buscaban paz, tranquilidad, alejarse del mundanal ruido, de ese fútbol que devora al más pintado. Uno creyó encontrar esa paz rodeado de rascacielos y glamour; el otro de dunas y pozos de petróleo. Ambos han sido bandera del fútbol español en los tiempos en los que jugar con la Selección era poco menos que un castigo por aquello de los resultados. A uno de ellos, cierto es, le hubiera gustado más lucir la 'senyera' que la rojigualda, pero corría y sudaba la camiseta de España como buen profesional que fue. El otro se quedó con las ganas de despedirse de la Roja y, poco después, del Real Madrid tal y como se merecía. Claro está, hablamos de Guardiola y Raúl, dos personajes que no pasan inadvertidos ni queriéndolo, ni a miles de kilómetros de distancia de España.

Raúl González Blanco Pep Guardiola