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Mikel Landa no gana etapas, pero los segundones son quienes no lo intentan
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Mikel Landa no gana etapas, pero los segundones son quienes no lo intentan

El corredor del Sky perdió 27 minutos por una caída y desde ahí cambió la estrategia. Ahora busca el maillot azul de la montaña y conseguir etapas, aunque en eso le falta suerte y potencia

Foto: Mikel Landa, en el Giro. (EFE)
Mikel Landa, en el Giro. (EFE)

Por detrás estaba el Giro, el maillot rosa de Tom Dumoulin peleando con Nairo Quintana y Vincenzo Nibali. Esa guerra eterna por la gloria, el demarraje del colombiano, la calma absoluta del holandés que, más allá del episodio gástrico de la etapa reina, parece a años luz de todos sus rivales. Dejó salir a Quintana un par de veces tan solo para no dejarle sacar distancia suficiente y hasta se permitió algún que otro ataque por su parte, aunque no sean necesarios porque sabe a la perfección que a final de esta carrera hay una crono en la que puede sacar el tiempo que necesite a sus rivales.

Milkel Landa tiene clase de sobra para ser considerado uno de los grandes en esta vuelta. Lo cual no quiere decir que pueda ganarla, pero sí que sus rivales tendrían que estar vigilándole. El problema es que una fuerte caída del día 14, provocada por una moto de la organización, le dejó desde el principio sin posibilidades de vestir el rosa en Milán. Y eso es una de esas cosas que cambia la hoja de ruta.

Las obsesiones de Landa cambiaron. El Sky cambió de objetivos porque su líder ya no aspiraba al cielo, pero la carrera seguía y no iban a dejar de tener cosas por hacer. Así que el líder se reconvirtió en mosca cojonera y, como de piernas no anda corto, se convirtió en uno de los grandes protagonistas para lo que quedaba de Giro. No ganaría en Milán, pero en todas las etapas escarpadas él atacaría de lejos. La caída, siempre desgraciada, provocó otro hecho, que los grandes de la carrera ya no tenían que preocuparse en salir a por él. Eso, quieras que no, da cierta tranquilidad.

placeholder Landa, con el maillot azul.
Landa, con el maillot azul.

El maillot azul

Viste de azul por las carreteras italianas porque es el líder de la montaña. Lo normal si se tiene en cuenta que en las etapas más duras de la competición él está atacando desde lejos, buscando ese premio al mejor escalador, pero también intentando cazar alguna etapa que dé más lustre a su historial. El primer objetivo, el de subir al podio en Milán, no parece complicado. Está siendo tan superior, porque puede y porque le dejan, que no hay muchas dudas al respecto.

Segunda etapa esta en la que no ha podido ganar por copo. Una más si se le suma el tercer puesto en Oropa, el día de una de las exhibiciones de Dumoulin en este Giro. También la suerte tiene que ver en todo esto, la carrera, que está siendo velocísima, ha enloquecido varias veces cuando parecía que Landa tenía todas las de ganar. Si los de detrás no hubiesen estado tan activos es posible que él, en la calma, hubiese podido desarrollar mejor sus opciones.

Landa ha tenido la peor de las suertes en este Giro, pues solo así puede considerarse a tener una caída que te hace perder 27 minutos en meta. También la ha tenido buscando una etapa que nunca acaba de llegar, en la que siempre parece a unos milímetros de llevarse el gato al agua. Todo eso es cierto, pero lo es del mismo modo que en las vías de Italia se está viendo a un gran corredor, que el aficionado al ciclismo mira a Landa y ve en él las cualidades que espera de un deportista: lucha, competitividad y no rendirse. Ganar es importante, pero no lo único. Probar todos los días es no ser un segundón.

Por detrás estaba el Giro, el maillot rosa de Tom Dumoulin peleando con Nairo Quintana y Vincenzo Nibali. Esa guerra eterna por la gloria, el demarraje del colombiano, la calma absoluta del holandés que, más allá del episodio gástrico de la etapa reina, parece a años luz de todos sus rivales. Dejó salir a Quintana un par de veces tan solo para no dejarle sacar distancia suficiente y hasta se permitió algún que otro ataque por su parte, aunque no sean necesarios porque sabe a la perfección que a final de esta carrera hay una crono en la que puede sacar el tiempo que necesite a sus rivales.