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'Los años heroicos del Tour de Francia (1903-1914)', romanticismo sobre la bici
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El libro que recorre sus primeros años

'Los años heroicos del Tour de Francia (1903-1914)', romanticismo sobre la bici

El periodista y escritor Ignacio García Iglesias recorre los primeros pasos de la 'Grande Boucle'. El viaje que viene aderazo con biografías de los protagonistas

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El pasado mes de junio veía la luz ‘Los años heroicos del Tour de Francia (1903-1014)’ (ed. Createspace y versión en Kindle). Escrito por el periodista Ignacio García Iglesias, a lo largo de sus más de 300 páginas se ofrece un hechizante relato sobre el origen de la competición ciclista más emblemática del mundo. Aderezado con un minucioso y delicado estudio biográfico de aquellos que fueron jueces y parte en el nacimiento de la histórica prueba, nos empapamos de un ciclismo de otra época. Una narración que derrocha romanticismo, amor verdadero por la bicicleta. La obra abarca los once primeros años de la ronda gala. Una época de caminos infames y nubes de polvo, donde las bicicletas pesaban como demonios, donde los cambios de marchas eran un espejismo y las velocidades no pasaban de los 25 kilómetros por hora. Una tiempo donde los vencedores eran tratados como auténticos héroes.

Cuando en 1789 el francés Comte Mede de Sivrac dio vida al celerífero, el velocípedo primitivo con el que sus hijos simulaban montar a caballo en el jardín de su casa, jamás pudo imaginar que el desarrollo de semejante cachivache daría lugar a un deporte que generaría amor, pasión, dolor y sufrimiento a partes iguales. Aunque en 1869 hubo una carrera que unió París con Ruan, a la que luego se fueron añadiendo más pruebas que transcurrían entre dos ciudades (las clásicas), hubo que esperar hasta 1903 para ser testigos de la primera vuelta a Francia en bicicleta. El 1 de julio de aquel año, frente al hotel Reveil Matin, 60 ciclistas tomaron la salida de una primera etapa que uniría llevaría de París a Lyón con 467 kilómetros de recorrido. El ganador fue un deshollinador llamado Maurice Garin, quien a la postre se convertiría en el primer vencedor final en la capital francesa.

El libro dedica un capítulo a cada uno de los años que el periodo conocido como ‘La Belle Époque’ del ciclismo. En 1910 se ascienden por vez primera los Pirineos. Lapize culmina el ascenso El Aubisque con la bicicleta en la mano, exhausto. Al divisar a los organizadores junto a la meta, no se puede contener: "¡Asesinos, sois unos asesinos!". Curiosidades, datos, anécdotas y declaraciones que nos acercan a una realidad impensable hoy en día. Ante la primera ascensión al Balón de Alsacia en 1905, el francés Henri Desgrange escribió: "Es una de las cosas más importantes a las que haya asistido nunca y confirma mi opinión de que el valor del hombre no tiene límite y que un atleta bien entrenado puede conseguir resultados sorprendentes".

Y es que la que hoy en día es la Gran Vuelta por etapas nació gracias a la perfecta comunión con la prensa escrita. Son los periódicos quienes promovieron e impulsaron el desarrollo de uno de los deportes más apasionantes que existen. La prensa ensalzaba las hazañas sobrehumanas de unos tipos que se lanzaban a la aventura sin una perspectiva clara de lo que les esperaba. Y el espectador creyendo a pies juntillas lo que los tabloides publicaban. Sólo existía una voluntad: vencer o, en su defecto, llegar a meta.

“El embrión está en el pique que había ente Le Vélo y L´Auto. Este último surgió como una escisión del primero, que ya había empezado a organizar carreras desde finales de 1800. Como le iba muy bien, L`Auto quería hacer lo mismo y arrancaron con carreras de un día, muy duras, larguísimas, algunas de casi 1000 kilómetros. Eran barbaridades. Entonces reflexionaron sobre el concepto de ciclismo que podían desarrollar para hacer frente a sus competidores. Y a Georges Lefèvre, que no formaba parte de la jefatura del diario, se le ocurrió la brillante idea de hacer una vuelta a Francia que pasara por las ciudades más importantes, presa de los nervios de una reunión con sus jefes”, rememora García Iglesias en una entrevista publicada en El Imparcial.

Un relato lento con el que aprender y deleitarnos con las épicas epopeyas que se esconden detrás de los corredores que surcaban los pegajosos caminos y las escarpadas pendientes a golpe de riñón hace casi un siglo. Ese sosiego y esa calma que encontramos en el texto nos ayuda a mimetizarnos con el contexto y las trepidantes historias que en él acontecen. Entonces, como asegura el autor, llegó la maldita guerra y el adiós a una de las épocas más místicas y grandiosas que nos ha deparado el ciclismo. “Nos guste o no, esto es una nueva era, con más tecnología, mejores entrenamientos y esperemos que menos drogas”. En su número de agosto de 2013, la revista especializada ProCycling advertía con acierto el punto de no retorno a una época que jamás volverá.

El pasado mes de junio veía la luz ‘Los años heroicos del Tour de Francia (1903-1014)’ (ed. Createspace y versión en Kindle). Escrito por el periodista Ignacio García Iglesias, a lo largo de sus más de 300 páginas se ofrece un hechizante relato sobre el origen de la competición ciclista más emblemática del mundo. Aderezado con un minucioso y delicado estudio biográfico de aquellos que fueron jueces y parte en el nacimiento de la histórica prueba, nos empapamos de un ciclismo de otra época. Una narración que derrocha romanticismo, amor verdadero por la bicicleta. La obra abarca los once primeros años de la ronda gala. Una época de caminos infames y nubes de polvo, donde las bicicletas pesaban como demonios, donde los cambios de marchas eran un espejismo y las velocidades no pasaban de los 25 kilómetros por hora. Una tiempo donde los vencedores eran tratados como auténticos héroes.

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