Putin y Abramovich pueden echar una mano a Florentino Pérez para vender a Kaká al Milan

Todo o nada. No será en Las Vegas, ciudad que visitó recientemente el Real Madrid, pero sí en Nueva York en donde tendrá lugar la reunión que podría terminar con Kaká fuera del club blanco para tranquilidad de Florentino Pérez y José Mourinho. El optimismo no es lo que precisamente reina en la expedición blanca que abandona Los Ángeles para jugar en la Gran Manzana ante el Milan, pero la aparición de dinero procedente de Rusia podría cambiar el panorama. Pese a ello, presidente y entrenador no confían en un cambio de panorama, ni un súbito despertar futbolístico en el brasileño, tanto como para que renuncie a la mitad de esos diez millones de euros que tiene como ficha y que es el tope impuesto por el club lombardo como sueldo para el que fue su jugador durante siete temporadas.

Florentino Pérez y Adriano Galliani tiene previsto comer hoy y hablarán del centrocampista. El panorama no ha cambiado y, al parecer, ha aparecido un equipo chino interesado en su fichaje, pero la posible propuesta tampoco llega a lo que pide Kaká, cantidad que hoy en día ningún equipo puede llegar a asumir. Si el técnico portugués ha decidido colocar a Sahin de lateral izquierdo ante la presencia de Marcelo en los Juegos, tampoco está descartado que coloque al que fuera Balón de Oro en alguna posición que necesite cubrir para que ratifique lo que escuchó de su boca recientemente: “No cuento contigo”.

Los dirigentes blancos esperan que el factor sentimental del reencuentro de Kaká con su exequipo pueda obrar el milagro y conseguir que el Milan y el propio jugador acerquen posturas. El Real Madrid está dispuesto a aceptar una cesión, pero no a pagar dinero alguno de la ficha del brasileño. La posible venta de parte del Milan al mismo grupo que tiene presencia en el Schalke 04 o en el Chelsea a través de su patrocinio puede ser clave en un posible cambio de escenario.

Vladimir Putin y Roman Abramovich han dado el ok a la compra del 25% del Milan y eso puede significar que el club rossonero equilibre un balance que es negativo desde hace muchos años y que, además, reciba dinero para hacer fichajes, algo que Berlusconi no pretender hacer debido a la presión familiar para poner fin a la sangría de euros que año tras año es el Milan.