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Amor en el campamento militar
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Estreno de 'Les combattants'

Amor en el campamento militar

El debutante Thomas Cailley firma una insólita comedia romántica veraniega de éxito en Francia

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La atracción entre Arnaud y Madeleine es la propia de los polos opuestos. Él es un tranquilo chico de provincias que, tras la muerte de su padre, pasa las vacaciones ayudando a su hermano en el negocio familiar, la carpintería. Ella se nos presenta sometiéndose a las pruebas de unos reclutadores del ejército que rondan por el pueblo. Arnaud y sus amigos observan a Madeleine mientras matan el tiempo de una tarde de verano. Él se apunta también a la prueba y se enfrenta a ella cuerpo a cuerpo. Cuando se da cuenta de que la muchacha es mucho más fuerte, la muerde para defenderse. Madeleine acaba enfurecida. Arnaud, enamorado.

Cailley esquiva los lugares comunes del drama o la comedia ambientados en campamentos militares

La ópera prima de Thomas Cailley, una de las sorpresas del cine francés de la pasada temporada que arrasó en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes 2015, contiene a priori todos los elementos de una comedia romántica juvenil y estival. La historia se sitúa en un apacible pueblo del sur de Francia bañado por la luz del sol mediterráneo. Les combattants es una de esas películas que desprende el olor a pino en agosto, que transmite la morosidad de las largos atardeceres de verano y que está envuelta del aire amable y fresco de una cena al aire libre.

Los protagonistas no podrían ser más antagónicos. Mientras Arnaud encaja en la definición de chico normal, Madeleine rompe con los estereotipos de la feminidad. Es una chica adusta y seria obsesionada con la preparación física de tipo militar. Quiere estar preparada para sobrevivir en las condiciones más extremas. Según ella, el apocalipsis no tardará en llegar. Lejos de sentir rechazo por un comportamiento que no responde a las convenciones, Arnaud acepta a Madeleine tal y como es. Y, cuando la chica se apunta a un campamento militar, él la sigue con los ojos cerrados...

Cien por cien natural

Cailley lleva a cabo un hermoso retrato de una chica a priori de personalidad poco atractiva al mostrárnosla a través de los ojos de Arnaud. Pero, sin burlarse de ella, el director tampoco oculta el efecto humorístico que se desprende de la literalidad de Madeleine, siempre tomándose al pie de la letra las instrucciones para convertirse en la chica más dura del lugar. Hay algo inevitablemente cómico en esta joven que se prepara y engulle sin pestañear un batido de sardinas crudas porque ha leído sobre las virtudes del pescado azul o que, como signo de cordialidad, regala a su amigo un surtido de pollitos congelados que servirán de alimento para su hurón.

Además de este humor siempre contenido por el respeto a los personajes, Cailley introduce cierto tono más propio del cine de género en un filme que sin embargo no abandona en ningún momento su concepción naturalista. El apocalipsis del que habla Madeleine no deja de ser la versión extrema del temor a que un mundo en crisis entre en colapso. La presencia de lo militar en la película también cobra un sentido realista. Con unos índices de paro juvenil muy altos, el ejército se ha convertido en el segundo empleador de Francia. Cuando los protagonistas se vean inmersos en una situación de supervivencia extrema y de amenaza para sus vidas, las causas resultarán más terrenales de lo que en principio podría parecer.

El director es incluso capaz de arrancar una hermosa secuencia romántica de un entorno tan poco propicio para el amor como éste

Cailley también esquiva los lugares comunes del drama o la comedia ambientados en campamentos militares. Aunque el filme señala la rémora del machismo que arrastra uno de los comandantes, no pretende denunciar la posible discriminación sexual presente en el ejército ni reírse del novato que a priori no va a encajar en este ambiente. Aquí la película también invierte las expectativas creadas para mostrar que la personalidad de los protagonistas no cambia en un contexto diferente: Arnaud hace gala de una gran capacidad de adaptación mientras que Madeleine sigue siendo una marginal. El director es incluso capaz de arrancar una hermosa secuencia romántica de un entorno tan poco propicio para el amor como éste, cuando los protagonistas se aplican pintura de camuflaje.

placeholder Adele Haenel con su premio a la mejor actriz por 'Les combattants', durante los Premios Cesar. (REUTERS)
Adele Haenel con su premio a la mejor actriz por 'Les combattants', durante los Premios Cesar. (REUTERS)

A una película como Les combattants, que basa buena parte de su encanto en subvertir los roles tradicionales de la comedia romántica se le debe reprochar que acabe derivando hacia una situación harto convencional. Para que triunfe el amor entre Arnaud y Madeliene, él tiene que convertirse en el héroe que salva a la princesa en apuros y ella debe dejarse domar la vena de fierecilla. También se echa en falta que Cailley no explote más el aspecto físico de la relación. Nos encontramos en un film donde los personajes se conocen confrontando sus cuerpos, en que la protagonista está obsesionada con fortalecer su físico y en que la pareja pasa una temporada perdida y aislada en plena naturaleza. Sin embargo, al director no parece interesarle explorar el salvajismo que se derivaría de estas situaciones y prefiere mantener la película siempre dentro de los límites de la ternura.

A pesar de que Cailley no haya explotado todo el potencial heterodoxo que acumula su propuesta, Les combattants atesora algunas de las mejores virtudes de las óperas primas. Es una obra luminosa, vital y fresca en torno a una historia de amor diferente que, a pesar de cierta deriva hacia lo tradicional, deja su resolución abierta. Y más mérito tiene en una cinematografía como la francesa donde no faltan precisamente las películas de jóvenes enamorados. Pero hasta Les combattants ninguna había defendido que el amor es la técnica más eficaz para sobrevivir al apocalipsis.

La atracción entre Arnaud y Madeleine es la propia de los polos opuestos. Él es un tranquilo chico de provincias que, tras la muerte de su padre, pasa las vacaciones ayudando a su hermano en el negocio familiar, la carpintería. Ella se nos presenta sometiéndose a las pruebas de unos reclutadores del ejército que rondan por el pueblo. Arnaud y sus amigos observan a Madeleine mientras matan el tiempo de una tarde de verano. Él se apunta también a la prueba y se enfrenta a ella cuerpo a cuerpo. Cuando se da cuenta de que la muchacha es mucho más fuerte, la muerde para defenderse. Madeleine acaba enfurecida. Arnaud, enamorado.

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