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Spirou y Chaland, una pasión rota en 25 tiras
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Spirou y Chaland, una pasión rota en 25 tiras

Por primera vez se editan en España en su formato original las tiras que Yves Chaland publicó en 1982 sobre el botones pelirrojo más famoso del mundo del cómic

Foto: Spirou, por Y. Chaland
Spirou, por Y. Chaland

El teléfono de su estudio sonó un día de noviembre de 1981. Tenía 24 años. De golpe y sin que pudiera imaginarlo, antes de responder a aquella llamada que venía de Bruselas, su destino cambió tanto que su sueño se hizo realidad. Al otro lado de la línea estaba Alain de Kuyssche, el redactor jefe de la revista 'Spirou', con una propuesta irrechazable: crear las nuevas aventuras del botones más famoso de la historia del cómic. Yves Chaland (Lyon, 1957-1990) llevaba soñando con ello toda una vida. Pero ahora ese joven pelirrojo se plantaba en medio de su folio en blanco.

Por entonces, Chaland era uno de los dibujantes de cabecera de 'Métal Hurlant', la revista mensual de historietas para adultos considerada por entonces 'la imprescindible de la vanguardia'. Allí creó a su célebre Bob Fish, personaje que le valió el Gran Premio de los Caballeros de Saint-Michel. Pero Spirou era otra cosa para él. No solo soñaba con dibujarlo. Aquel joven empezó con 14 años a hacer remakes de las historias de Spirou y Fantasio. Por puro placer, pasaba horas y horas restaurando los viejos libros recopilatorios de 'Spirou' diseñando nuevas cubiertas al estilo de André Franquin. Con mimo y detalle iba confeccionando sus álbumes hasta tal punto que se detenía en el lomo, al que añadía el logo de la publicación, y recosía con hilo de lino y a mano la encuadernación.

El matrimonio "Yves Chaland, grafista artístico, e Isabelle Beumenay, pintura de precisión" se instalan en París a finales de los setenta. Él dibuja, ella colorea. Él acaba de publicar su primer álbum: 'Captivant' (1979), con el que comienza a revisitar la historieta de los años cincuenta. Después llegaría Bob Fish (1981), que le convertirá en el gran artista relevación interesado en volver al pasado y reconciliar las escuelas francesa y belga. "Aprendí a dibujar copiando los dibujos de Tillieux y de Franquin. Gráficamente, me fueron directamente 'benéficos'. Todo lo relacionado con guion, ambiente, personajes, encuadres, puesta en página, universo, se lo copié de una forma u otra a Jacobs, Hergé, Vandersteen, Tardi o Swarte. No me he esforzado por dejarlos atrás sino que he seguido comprando año tras año lo esencial de su obra", aseguró el dibujante sobre sus referentes.

Al poco, y casi de la mano, llegó Spirou. Lo hizo en uno de sus peores momentos de superviviencia en Dupuis: con Fournier recién expulsado y la idea de encargar el personaje a varios dibujantes para montar un estudio a la italiana que encabezaron Nic y Cauvin, Tome y Janry y este joven francés. Esa fue la oportunidad de Chaland. Comenzó a dibujar dos tiras semanales -que compaginó con su 'Albertito' (1981 primera página, 1985 álbum)' y 'El testamento de Godofrío de Bouillon' (1982), protagonizado por su célebre Freddy Lombard, gracias a las que entró en el olimpo del cómic mundial-. El jueves 29 de abril de 1982, el mismo mes que era nombrado Caballero de Saint-Michel, se publicaba la revista 'Spirou' con su primera cubierta.

Su idea era remotar Spirou donde lo pudo dejar Jijé creando un nuevo territorio que llevaría a esta pareja a Urugondolo, en el corazón de África, para buscar al sirviente del vecino de Spirou que ha desaparecido misteriosamente. Bajo el título 'Corazones de acero', durante 25 semanas (del 22 de abril al 17 de septiembre a 1982) Yves Chaland rinde tributo a su personaje de cabecera. Estas tiras son las que acaba de publicar por primera vez en España en su formato original y en blanco y negro Dibbuks con el título de 'Spirou por Yves Chaland', junto a un exhaustivo repaso por la historia de amor inconclusa entre Chaland y Spirou escrita por José-Luis Bocquet.

Pero su aventura con Spirou acaba bruscamente en agosto del mismo año a causa del fuego cruzado y los volatanzos que se viven en el seno de Dupuis. En realidad, la editorial esgrime motivos económicos para despedir a Chaland: cada una de sus tiras se paga como media página, es decir, el doble de lo normal. Él decide no rebajar su tarifa y recoge sus pinceles dejando su sueño con un final abierto de cara a una posible continuación.

Será en 1986, en un viaje junto a Isabella a Zaire, cuando retomé la idea (y las ganas) de continuar con la aventura africana de Spirou. Durante su visita al país improvisa en un cuarderno amarillo con boli azul un 'storyboard' en el que hace a sus dos protagonistas enfrentarse a mujeres leopardos, el equivalente de la secta anioto que utilizó Hergé en 'Tintín en el Congo' medio siglo antes, tal y como recuerda Bocquet. El proyecto se vuelve más serio en la primavera de ese mismo año cuando empieza a colaborar con el guionista Yann en un cierre para 'Corazones de acero' mientras que en Dupuis la pugna por el botones de Marcinelle ya ha terminado con Tome y Janry como ganadores.

Ambos contactan con Thierry Martens, el director del departamento de álbumes de la editorial, y llegan a un acuerdo. Preparan 10 páginas. El del nuevo director general y editorial, Jean Van Hamme, les propone cambiar la historia de África a Bruselas, eso sí manteniendo sus robots y seres leopardo. Crearon seis páginas tituladas 'Moustique Journal', pero la guerra iba a arreciar otra vez en Dupius, las viejas rencillas de Yann e Yves no se han olvidado en la editorial y encima Van Hamme dimite. Y, de nuevo, el proyecto muere.

El 27 de marzo de 1987 Chaland hace su último dibujo de Spirou y Fantasio, aunque nunca abandonará su anhelo por cerrar su historia. Lo intentará en 1990 (Magic Strip publica coloreadas (en negro y salmón) las tiras de Chaland pero desde la editorial no le dejan seguir la trama) y dibujará una continuación en bocetos -sin nombres- con guion de Yann. La historia de amor se interrumpe bruscamente sin final ese año. El 18 de julio Chaland fallece con 33 años en un accidente de coche.

"La historia de amor entre Spirou e Yves Chaland no tuvo un final. Lo que hace que viva durante mucho tiempo", aseguró tiempo después De Kuyssche. "Mi objetivo no es la historieta en sí; la finalidad de mi obra es mi biografía. Siempre trabajo con esa idea en la mente. Me encantan las biografías. Las buenas biografías, con las dificultades del principio, las amargas tribulaciones viviendo en una buhardilla miserable, seguidas de un descubrimiento revolucionario, pero entonces la historia se complica: nadie quiere creer al creador genial. ¿Qué pasará luego?", se preguntaba Chaland en una entrevista en marzo de 1982. Lo que pasó es que el sueño de este joven fue su vida y es el que impregnó su celebrada biografía y una buena parte de la historia del noveno arte. Eso pasó.

El teléfono de su estudio sonó un día de noviembre de 1981. Tenía 24 años. De golpe y sin que pudiera imaginarlo, antes de responder a aquella llamada que venía de Bruselas, su destino cambió tanto que su sueño se hizo realidad. Al otro lado de la línea estaba Alain de Kuyssche, el redactor jefe de la revista 'Spirou', con una propuesta irrechazable: crear las nuevas aventuras del botones más famoso de la historia del cómic. Yves Chaland (Lyon, 1957-1990) llevaba soñando con ello toda una vida. Pero ahora ese joven pelirrojo se plantaba en medio de su folio en blanco.

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