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Negro y rosa: el color del erotismo y el sexo
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manual ilustrado de posturas y lametazos

Negro y rosa: el color del erotismo y el sexo

Paula Bonet, Ricardo Cavolo, Amaia Arrazola o Chamo San ilustran 'Cuando el negro se hace rosa', un sugerente acordeón de sexo y erotismo libre de prejuicios

Foto: 'Besar, moder, placer, pasión'. Ilustración de Chamo San para 'Cuando el negro se hacer rosa'
'Besar, moder, placer, pasión'. Ilustración de Chamo San para 'Cuando el negro se hacer rosa'

Los besos, las caricias, la saliva, los mordiscos, las felaciones, la penetración... El sexo tiene sonidos, imágenes, marcas y colores. El negro y el rosa. Son la conjunción del deseo y la piel, de las sombras y la calidez, de la pasión y la ilustración. Mariadiamantes, Amaia Arrazola, Conrad Roset, David de las Heras, Chamo San, Ricardo Cavolo, Maria Herreros, Paula Bonet, Sergio Mora y Lyona se han unido en torno a estos dos tonos en "un libro sobre sexo", tal y como reza la tapa de 'Cuando el negro se hace rosa' (Lunwerg).

Este sugerente proyecto nace tomando unas cervezas una tarde diciembre. Estos diez ilustradores y amigos empezaron a hablar de hacer juntos un libro y eso les llevó al sexo, al erotismo y sus colores. La editorial recibió la propuesta y no dudó en sacar adelante este bonito libro objeto que, en forma de llamativo acordeón, revela todas las caras de la sexualidad y lo erótico sin normas ni límites. Diez ilustraciones y diez textos a modo de pequeños poemas o relatos que las completan para recrear tantas visiones sobre el sexo como autores participan. Y todo con dos colores obligatorios que, analiza Chamo San, han conseguido que, a pesar de que los trabajos son de estilos muy diferentes, "respiren una unidad".

La idea, prosigue, surge de forma "natural, divertida y placentera como el propio sexo". "Queríamos libertad para expresarnos y aquella idea de 'orgía' explicaba muy bien lo que allí estaba sucediendo. Vimos que el formato libro era el más adecuado para vomitar aquel sentimiento del que todos los presentes estábamos participando. Es un libro simbólico, honesto, una celebración de la vida y de la amistad", cuenta Paula Bonet.

La masturbación, la imaginación, la pasión, la liberación más animal, los preliminares, el sexo anal... Todo entra en 'Cuando el negro se hace rosa', un título que por cierto, explica Chamo San, evoca la idea de "desvelar lo que está en la oscuridad y mostrarlo como algo cálido y amable. Por dentro somos todos algo rosados". Él ha creado 'Besar, morder, placer, pasión' (la ilustración que encabeza este reportaje), un abanico de placer y trance sexual de dos cuerpos que se funden. "Tenía muy claro que tenía que ser una imagen que relatara el acto sexual, sin llegar a la explicitud de la industria pornográfica. Para mucha gente, el porno es la única fuente gráfica vinculada al sexo y todos lo que lo hemos practicado alguna vez sabemos que hay bastante diferencia entre el porno y el sexo real", explica. Y añade una curiosidad: aunque no lo parezca es una única pareja y un único acto sexual.

"La humedad y el calor te retendrán conmigo, entra muy dentro y tiembla. Y el juego empezaba una vez desdoblados. Mi sexo en tu cara y el tuyo en la mía. Tus dientes presionan muy fuerte mi coño. Tu lengua en mi lengua, tu leche en mi boca. Lametazos en la noche del tacto. Pero primero que muerdan tus manos mi piel como muerden mis labios". Este texto continúa con los preliminares de esta pareja de amantes dibujada por Paula Bonet. "Una caricia, un lametazo o un mordisco preceden todo lo que viene después y, de algún modo, lo contienen. A las babas, el semen y el sudor, un lametazo bien dado los proyecta al exterior inevitablemente", asegura la ilustradora. Quizás por eso explica que en este trabajo todos "han liberando al animal y despreocupándonos de alejarnos de la idea que se tiene de cada uno de nosotros desde fuera".

Precisamente ese ardor animal es el que recrea Ricardo Cavolo en su ilustración. Felinos, serpientes, llamas, ojos. El imaginario de este ilustrador se pone aquí al servicio del placer para animalizar a los amantes. "En realidad todos somos animales, pero la mayor parte del día lo escondemos -aunque no deberíamos tanto- y parece que a veces el terreno del sexo se permite dar más rienda suelta a ese comportamiento animal", señala deteniéndose en la fogosidad y lo salvaje del tigre que representa al hombre o la sinuosa y poderosa serpiente que rodea a la pareja.

Cuenta Cavolo que lo primero que hizo fue la ilustración. Al escribir su historia se transportó a las selvas contenidas y salvajes de Henri Rousseau. Y, en concreto, a 'Selva virgen al atardecer'. De ahí ese sol rojo, las flores rosas que coronan en el olimpo a los amantes, las ramas "que enmarcan y oprimen la escena como un telón doble con ribetes de raíces" donde "la figura felina ataca y danza con la silueta negra que asoma entre las hojas de una planta carnívora".

Amaia Arrazola, por su parte, se ha centrado en el extenso universo del sexo imaginario. Fantasías, pasiones, fetiches... dominan 'Los amantes imaginarios'. "Me gustaba la idea de que el sexo también puede ser algo mental. No tiene siempre porque ser algo físico. Me atraía desarrollar un polvo imaginario, donde dos personas pasaran la noche juntos sin tocarse. Es una manera diferente de ver el sexo", analiza. "Una caricia, una mirada, un roce puede ser tan estimulante como una penetración. Lo bueno del tema es que presentaba un abanico muy amplio, podía ir desde la evocación sutil, el erotismo a lo pornográfico, pasando por todos los fetichismo", agrega.

Por eso sus amantes, como escribe en el anverso, "follaban con la mente". Follaban en la ducha, en la mesa, en una silla, bajo el sofá, durante horas, al despertar o antes de cenar. "Lo hacían usando la imaginación, en sueños, sin tocarse. Se imaginaban el uno al otro, desnudos, las manos, los brazos, las piernas, el vientre, el cuello... Cicatrices que bajaban, lunares que subían. Se pensaban cada pliegue, cada doblez, cada escondite, intentado adivinar lo que no conocían. Desde que se cruzaron aquel día, pasaban todas las noches juntos pensando el uno en el otro", relata.

Tampoco falta en este manual ilustrado y deconstruido de posturas y lametazos el placer que provocan las caricias que reflejan los amantes de Conrad Roset, la orgía de escay, sudor y piel cubierta de saliva de Lyona, la inspiración del shunga japonés con la que Maria Herreros ha recreado el sexo anal inspirada por una tórrida carta de James Joyce a su esposa o los fuegos que nos encienden, como escribió Eduardo Galeano en 'El libro de los abrazos', que dan pie a David de las Heras.

Junto a este lienzo poético a ratos, abstracto por momentos, surrealista o explícito en ocasiones que es 'Cuando el negro se hace rosa', los ilustradores subrayan la importancia de haber trabajado sin corsés ni tabúes. "El trabajo que hemos hecho en este libro es muy poco encorsetado. Sin censuras, sin retoques, sin pulir. Mostrándonos tal cual somos", opina Bonet a pesar de los tapujos que siguen existiendo en la sociedad actual con el sexo.

"Lo que nos motivó del tema erótico fue precisamente tocar un tema como el sexo, que no suele ser muy habitual siendo algo que es parte de la vida", añade Arrazola. Porque, afirma, siguen existiendo tapujos con el sexo aunque, a pesar de que la evolución es patente, todavía queda mucha reticencia. "He mostrado este libro en mi entorno y siempre escuchas un "pero... ¿por qué habéis elegido un tema tan feo?" El sexo forma parte de nuestra vida y entiendo que no todo el mundo es tan abierto quizás como nosotros".

Precisamente esa ocultación de la sexualidad cocha con su banalización y comercialización tan común en nuestra cotidianidad. Quizás por eso Chamo San opina que "el tabú principal es darle al sexo una importancia natural". "Estamos todos muy obsesionados con el sexo, pues obviamente es un gran moto, pero se ha banalizado mucho. La industria pornográfica lo ha llevado a un extremo irreal y frío y, en el otro extremo, muchos artistas lo usan de forma grotesta y rancia. Bacon y sobre todo sus seguidores le dan al sexo un aura que personalmente me da grima. El buen sexo es saludable. Mi actividad física, ahora que he dejado el fútbol, se limita básicamente a esto, y un coño con calma enriquece nuestra dieta rápida de lo precocinado".

Lo cierto es que el sexo históricamente ha sido un filón para los artistas de cualquier disciplina. Detenerse en él no es nuevo, recuerda Cavolo. "Para el artista, el sexo y lo erótico siempre es un terreno muy interesante. Aún sigue siendo un poco tabú para depende que gente, eso ayuda a que se quieran romper un poco esas barreras, a normalizarlo y divertise con ello -con el sexo y con dibujar sobre el sexo-". En concreto, en negros y rosas para que el sexo salga de oscuridades y tópicos para derribar clichés.

Los besos, las caricias, la saliva, los mordiscos, las felaciones, la penetración... El sexo tiene sonidos, imágenes, marcas y colores. El negro y el rosa. Son la conjunción del deseo y la piel, de las sombras y la calidez, de la pasión y la ilustración. Mariadiamantes, Amaia Arrazola, Conrad Roset, David de las Heras, Chamo San, Ricardo Cavolo, Maria Herreros, Paula Bonet, Sergio Mora y Lyona se han unido en torno a estos dos tonos en "un libro sobre sexo", tal y como reza la tapa de 'Cuando el negro se hace rosa' (Lunwerg).

Ilustración Noadex
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