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Cómo destruir a una familia burguesa
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estreno de 'borgman'

Cómo destruir a una familia burguesa

Estreno del film holandés de Alex Van Warmerdam que ganó el premio a la mejor película en el pasado Festival de Sitges tras haber pasado por Cannes

Foto: Fotograma de 'Borgman'
Fotograma de 'Borgman'

Borgman, el hombre que da título a este thriller dramático ribeteado de humor negro, se introduce en el hogar de una familia aparentemente perfecta con un único fin: Trastornar su seguridad burguesa a base de romper el frágil equilibrio que la mantiene unida. Borgman (encarnado por un inquietante Jan Bijvoet, a quien también hemos visto hace poco como secundario en Alabama Monroe) llega a la casa del matrimonio que forman Marina y Richard con un insólito requerimiento: quiere tomarse un baño.

En el prólogo del film, se nos mostraba cómo este misterioso sujeto vivía en el subsuelo, de donde era ahuyentado por una partida de hombres que intentaban darle caza. Con un par de artimañas psicológicas bien empleadas, Borgman consigue finalmente colarse en esta residencia con jardín, prototípica de una familia de clase media-alta centroeuropea. A partir de aquí despliega un plan cuyos detalles nunca conoceremos para subvertir el orden allí establecido.

La nueva obra del holandés Alex van Warmerdam, presente en la Sección Oficial de Cannes 2013 y ganadora del Premio a la Mejor Película en el Festival de Sitges de ese mismo año, entronca con toda una serie de películas protagonizadas por intrusos que irrumpen en la paz de un hogar. Su principal referente es Teorema (1968) de Pier Paolo Pasolini, donde la llegada de un seductor forastero a la mansión de una rica familia milanesa provocaba un cataclismo existencial en cada uno de sus miembros.

La película de Van Warmerdam queda lejos de la radical propuesta de Pasolini. Y, aunque algunas escenas no ahorren en crueldad, tampoco consigue provocar ese estado de alta tensión que presidía Funny Games (1997) de Michael Haneke. Ni tan siquiera resulta tan desopilante como Sitcom (1998), la ópera prima de François Ozon que partía de una idea parecida y con la que comparte el tono de fábula y el gusto por el humor absurdo.

Un sustrato surrealista abona toda la filmografía de Van Warmerdam, desde el título que lo dio a conocer internacionalmente, Los norteños (1992), aquella película situada en un pueblo de nueva construcción con una única calle donde todos los vecinos se comportaban de manera extravagante, pasando por The Last Days of Emma Blank (2009), otra comedia negra familiar en torno la lucha de clases donde uno de los personajes se comportaba literalmente como el perro de la casa por la caprichosa voluntad de la millonaria que le daba título.

A la manera de Luis Buñuel, en Borgman Van Warmerdam pretende utilizar el absurdo como un arma para subvertir el orden burgués y poner en evidencia las hipócritas convenciones sobre las que se sostiene. No hay ninguna explicación racional para todo aquello que sucede en el film. No conoceremos los orígenes del personaje ni los motivos que le llevan a actuar como lo hace. Borgman y sus acólitos se mueven en un plano simbólico. Viven en los márgenes de la civilización, en el subsuelo, y se organizan como una suerte de sociedad secreta sobre la que no se da ningún tipo de información. Funcionan como un agente desestabilizador y destructor del orden establecido, y en este sentido, pueden encarnar tanto el mal en abstracto, como una metáfora revolucionaria, una pesadilla burguesa, una amenaza latente o los malvados de un cuento infantil.

El director holandés consigue algunas secuencias que rayan lo onírico y de cierto poderío visual, como la de los cuerpos sumergidos en el lago boca abajo o la del propio protagonista adoptando la postura de íncubo sobre la cama de la pareja protagonista para envenenar sus sueños. Pero a pesar de su factura contemporánea, con esa fotografía de tonos fríos como el propio chalet de los personajes, Borgman deja cierto regusto a película ya vista.

A film con un afán provocador un tanto caduco y pasado de moda. Sobre todo en su previsible descripción del matrimonio burgués protagonista. Él, Richard, un hombre de cuarenta y pico, macho alfa con traje de ejecutivo, que se vuelve agresivo cuando un extraño intenta introducirse en su territorio insinuando que conocía a su esposa. Ella, Marina, la típica ama de casa frustrada que aparcó su vocación artística al casarse y a quien la presencia del extraño despierta una serie de deseos que creía olvidados.

Marina y Richard representan de forma harto simple los complejos de culpa y las responsabilidades eludidas de cualquier familia burguesa de la Europa Occidental por las que, parece, merecen ser castigados. Van Warmerdam consigue provocar cierta atmósfera de inquietud y creciente amenaza a partir de este misterioso personaje manipulador que emponzoña el imaginario de los niños y va tomando el control de la casa. Sin embargo, la vocación perturbadora del film resulta de mucho menor alcance de lo que pretende. Sobre todo porque muchos directores antes que él han conseguido llegar más lejos con propuestas muy similares.

Borgman

Dirección: Alex van Warmerdam

Duración: 113 minutos

Nacionalidad:

Género: Thriller

Intérpretes: Jan Bijvoet, Hadewych Minis, Jeroen Perceval, Tom Dewispelaere, Sara Hjort Ditlevsen

Borgman, el hombre que da título a este thriller dramático ribeteado de humor negro, se introduce en el hogar de una familia aparentemente perfecta con un único fin: Trastornar su seguridad burguesa a base de romper el frágil equilibrio que la mantiene unida. Borgman (encarnado por un inquietante Jan Bijvoet, a quien también hemos visto hace poco como secundario en Alabama Monroe) llega a la casa del matrimonio que forman Marina y Richard con un insólito requerimiento: quiere tomarse un baño.

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