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Esto no te lo puedes bajar: “Internet hace que la música en vivo tenga más valor”
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KEN VANDERMARK, GRAN ESTRELLA DEL JAZZ ACTUAL

Esto no te lo puedes bajar: “Internet hace que la música en vivo tenga más valor”

El festival de jazz del colegio mayor San Juan Evangelista, en Madrid, inaugura esta noche su 31ª edición. Los amantes del género saben bien que su

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Esto no te lo puedes bajar: “Internet hace que la música en vivo tenga más valor”

El festival de jazz del colegio mayor San Juan Evangelista, en Madrid, inaugura esta noche su 31ª edición. Los amantes del género saben bien que su programación es una de las pocas que realmente apuesta por esta música, buscando a artistas punteros de todo el mundo, sin necesidad de recurrir a grandes estrellas que, en la mayoría de ocasiones, ni siquiera practican jazz.

Gracias al Johnny, como se conoce popularmente al colegio mayor en la ciudad, podemos disfrutar de gente como Ken Vandermark, una de las grandes figuras del jazz internacional, que actuará esta noche y que ha atendido a El Confidencial. Este infatigable saxofonista de Chicago logra mantener en activo decenas de proyectos, sacar varios discos todos los años, girando sin parar por todo el mundo. Es evidente que ama lo que hace, pero también que sin esta hiperactividad –que se ha convertido en norma para los músicos de jazz contemporáneo– no podría vivir de esta música: “Soy extremadamente afortunado. No es fácil vivir de esto tocando música improvisada y no comercial. Casi todos mis colaboradores de Estados Unidos tienen un trabajo de cualquier tipo para poder mantenerse. La única manera que tengo de vivir de la música es estar girando dos tercios del año”.  

La situación para estos músicos es cada vez más complicada. El propio festival del San Juan Evangelista, el único espacio de una ciudad como Madrid en el que tocan este tipo de artistas, parece tener los días contados. Alejandro Reyes, alma mater del Club de Música y Jazz del colegio mayor, explica en la presentación del programa que han perdido la práctica totalidad de los patrocinadores, y el futuro es incierto: si no aparece un mecenas el Club tiene sus días contados. Este año sólo se han programado tres conciertos. Vandermark sabe muy bien lo que el mecenazgo significa para esta música: “La mayoría de mis conciertos son en Europa porque con la actual coyuntura económica es muy difícil girar sin subsidios y en EE.UU. no se gasta apenas dinero en la promoción de las artes. Desafortunadamente, este empieza a ser el modelo también en Europa”.

Viviendo en la vanguardia

Si alguna ventaja tiene este tipo de jazz, vanguardista, experimental y, para muchos, difícil, es que la crisis del mercado discográfico apenas ha tenido impacto en su desarrollo: tampoco se vendían muchos discos antes. Para Vandermark, de hecho, la llegada de Internet ha sido positiva: “Creo que siempre ha sido difícil hacer buena música, independientemente del periodo en que se ha hecho, simplemente cambian las circunstancias culturales. Ahora estamos en una fase en la que hay más acceso a música grabada que en ningún otro momento de la historia. Superficialmente esto podría hacer que la gente tuviera más dificultad para ser escuchada o reconocida en el océano infinito de la música a la que tenemos acceso, pero el beneficio de esto es que la música en vivo tiene un impacto superior, ya que es algo que no puede ser remplazado por la música que te has bajado de Internet o ves en el YouTube. Además, para los músicos que trabajan la improvisación, que hacen música que debería ser diferente cada noche, esto es muy beneficioso. Necesitamos tocar en vivo para desarrollar nuestro trabajo”.

La audiencia curiosa suele reconocer las cosas importantes sin necesitar a alguien detrás para señalarlasQuizás Internet ha sido positivo para la música en vivo, pero ha sido devastador, por ejemplo, para los críticos musicales, que han perdido cualquier tipo de influencia. Vandermark cree que “la audiencia curiosa suele reconocer las cosas importantes sin tener que tener a alguien detrás para señalarlas”, pero reconoce que es difícil distinguir el grano de la paja: “Como en cualquier otro periodo de la música hay una pequeña porción de trabajos de importancia y un gran porcentaje de mediocridad. La música más específicamente afectada por la realidad que estamos viviendo, tanto social como cultural, y que se oponga a mirar al pasado como guía, será la más significativa de la época, como siempre ha ocurrido”.

Pese a esto, Vandermark sí mira al pasado cómo guía. De hecho, su último proyecto, Platform 1, que será con el que actué esta noche, no deja de ser, como el mismo reconoce, “una revisión de conceptos desarrollados en el free-jazz americano y europeo de los 60 y primeros 70, puestos al día”. Eso sí, asegura que se trata de una exploración de sus raíces –Vandermark siempre ha sido un músico de free-jazz aunque se haya abierto a otros tipo de experimentación­–, “abierta y creativa”.

¿Necesita el jazz abrirse a nuevas audiencias?

El saxofonista no es sólo un músico prolífico, además es un gran aficionado de la música, en el que la expresión “escucho de todo” no es un lugar común. Al margen del jazz asegura ser un apasionado del funk, el reggae, la música clásica contemporánea, y los sonidos africanos y sudamericanos. Y su periodo favorito del rock es “la escena indie americana de los 80, hasta que apareció Nirvana, de los Minutemen a The Jesus Lizard pasando por Fugazi”.

Guiar tu música con la esperanza de poder llegar a una audiencia mayor, usando fórmulas de la música popular, es siempre un errorAdemás, frente a muchos artistas que aseguran aislarse de otras músicas para no contaminarse, Vandermark cree firmemente que un músico siempre está influido por lo que escucha: “Creo que lo único que puedes hacer es tocar lo que escuchas. Estoy fascinado por todos los tipos de música y ciertos contextos indican ciertos tipos de exploración, ya sea componiendo o improvisando. Pero guiar tu música con la esperanza de poder llegar a una audiencia mayor, usando más formulas de la música popular, es siempre un error, suena artificial, y se etiqueta muy rápidamente. Actualmente estoy cada vez más interesado en trasgredir los parámetros del jazz y la música improvisada con la esperanza de encontrar más cosas únicas que decir”.

Todo esto tiene que ver con una idea que siempre ha defendido el saxofonista: el jazz debe dejar de vivir al margen del resto de músicas, debe juntarse con otros géneros, no sólo en el plano compositivo, sino también en el logístico. Esto solucionaría el gran problema de esta música, y es que, al menos en España, sólo puede escucharse en teatros y dentro de la programación de festivales, pues no existe un circuito real de salas y clubs que programen jazz. Vandermark insiste en que, por lo que a él respecta, puede tocar en cualquier sitio: “Cualquier tipo de sala en la que el público quiera escucharme, organizada por gente que trate a los músicos y a los oyentes con respeto. Casi siempre las bandas con las que toco son acústicas, así que se puede montar el concierto en cualquier lado”.

El saxofonista vive en Chicago, que cuenta con una arraigada escena musical en lo que se refiere al jazz. Allí las etiquetas sirven de poco. Se trata, según Vandermark, de un escenario único para la exploración musical de todo tipo: “Chicago ha tenido una actitud abierta hacia la música durante muchos años. Hay un sentido de comunidad y cooperación que es único, y los músicos están organizados para que casi todas las noches haya un lugar en el que se pueda tocar jazz no comercial y música improvisada, en conciertos organizados por los propios músicos. Esto crea un escenario dónde la posibilidad de cruzarse unos con otros es parte del proceso, donde las divisiones entre escenas musicales son menos aparentes. La gente se interesa por lo que hace alguien e inmediatamente quiere colaborar”. 

El festival de jazz del colegio mayor San Juan Evangelista, en Madrid, inaugura esta noche su 31ª edición. Los amantes del género saben bien que su programación es una de las pocas que realmente apuesta por esta música, buscando a artistas punteros de todo el mundo, sin necesidad de recurrir a grandes estrellas que, en la mayoría de ocasiones, ni siquiera practican jazz.