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Juventud y empleo
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Juventud y empleo

Parece que ahora empezamos a darnos cuenta de la importancia que tiene ofrecer a nuestros jóvenes un futuro donde el empleo sea un horizonte cierto y

Parece que ahora empezamos a darnos cuenta de la importancia que tiene ofrecer a nuestros jóvenes un futuro donde el empleo sea un horizonte cierto y no una rara posibilidad al alcance de la suerte o de la emigración a otras latitudes. En España, los partidos políticos están cayendo en la cuenta de que el actual desempleo juvenil, más del 50%, no es un tema coyuntural a la actual crisis, sino un drama estructural de nuestro modelo económico. En Europa, los países se plantean que una juventud sin perspectivas de empleo es una juventud sin esperanza. Estamos afrontando un problema global que probablemente requiera un análisis más profundo que el que implica simplemente volver a la senda del crecimiento económico. ¿Y las universidades?

Las instituciones de enseñanza superior parecen seguir ensimismadas en sus endogámicas preocupaciones al margen precisamente de lo que más preocupa a sus alumnos, el empleo; o lo que aún es peor, al margen de la responsabilidad que les corresponde sobre el mismo.

En la Universidad Europea de Madrid, que cuenta con un 90% de empleo entre sus egresados antes de su primer año de vida laboral, se ha celebrado recientemente el primer foro sobre juventud y empleo, "The Laureate Summit on Youth & Jobs", con la participación del que fuera presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, y del Príncipe de España. El encuentro analizó el tema del empleo entre los jóvenes desde una triple perspectiva.

Un panel de importantes empresarios abordó la búsqueda de soluciones impulsadas desde las empresas para hacer frente al desempleo juvenil. Destacaron que las empresas buscan profesionales que sean capaces de aunar competencias técnicas con habilidades sociales y capacidad de trabajar en equipo en entornos cada vez más internacionales. Asimismo, enfatizaron la importancia de una actitud positiva y competencias generales que ayuden a asimilar los valores corporativos sin dejar de ser dueños de sus carreras. La brecha entre universidades y empresas es cada vez más grande, ya que aquellas no enseñan ni evalúan las competencias adquiridas por los estudiantes y éstas no ofrecen posibilidades reales de formación inicial a los recién egresados.

Los futuros profesionales deberán ser más flexibles ya que será más difícil garantizarles una seguridad laboralOtra segunda mesa, formada por líderes educativos, discutió sobre la necesidad de promover soluciones prácticas y preparar a los jóvenes graduados para la vida profesional. El esfuerzo para mejorar la educación superior viene por la coordinación de tres factores: el trabajo común de gobiernos, responsables educativos y empresas, la información clara y temprana sobre qué demanda de ellos el mundo profesional y qué oportunidades de carrera profesional tienen las distintas titulaciones para que el estudiante decida. El reto ahora es conseguir trabajo para todos, dar oportunidades a todos, y la educación es el único camino para conseguirlo. Hay que hacer cambios en la forma de enseñar. A este respecto, la tecnología ofrece grandes oportunidades que las universidades deben de aprovechar. En España hay 200.000 graduados universitarios que han tenido que salir de nuestro país para encontrar un trabajo. ¿Un drama? En los Estados Unidos de América es habitual cambiar de residencia en pos del trabajo que se desea; en los Estados Unidos de Europa también debería ser normal hacer lo mismo. El problema es que no compartimos el mismo lenguaje. Si todos supiéramos inglés, además de nuestra lengua materna, todo sería más fácil.

Finalmente, un tercer grupo, esta vez representantes de varios gobiernos europeos, debatió sobre qué políticas ayudan, o impiden, el empleo juvenil en el Viejo Continente. Se hizo referencia a que el número de estudiantes en ciertas carreras, por ejemplo en Ciencias Sociales, no se corresponde con las demandas de profesionales del mercado. Se planteó la posibilidad de especializar a las universidades de manera tal que ofrezcan titulaciones de más prestigio y eleve el nivel de los profesores. Los futuros profesionales deberán ser más flexibles ya que será más difícil garantizarles una seguridad laboral. Y se trajo a colación el problema de la Formación Profesional y la formación dual. Es decir, de la enseñanza más orientada al mundo laboral y de cómo hacer a las empresas corresponsables de la formación de los jóvenes.

Estos días se vuelve a hablar mucho de leyes educativas, otra más está en camino hacia su discusión en el Parlamento, en este caso una ley sobre educación no universitaria. El grupo de expertos, convocados por el ministerio, nos dejaron sus recomendaciones sobre los cambios que a su juicio debería acometer la universidad en España. A mi entender el problema principal sigue sin resolverse: la brecha entre educación y empleo. Al contrario, el debate se lleva a cuestiones marginales a los jóvenes y a la sociedad, aunque hay que reconocer que es central para otros grupos de interés, el poder, la doctrina y el mantenimiento del status quo. Como dijo Clinton en este Encuentro, "una educación de calidad proporciona más oportunidades profesionales". Como recalcó el príncipe, "los gobiernos y las instituciones públicas tienen la responsabilidad de implantar políticas que favorezcan la creación de empleo estable; las universidades y centros educativos deben formar a los jóvenes para que adquieran las habilidades necesarias con el objetivo de ser empleados".

Como dice el sentido común, si la educación y el empleo se siguen dando la espalda como hasta ahora, estaremos abocados a una sociedad más pobre y más injusta.

Parece que ahora empezamos a darnos cuenta de la importancia que tiene ofrecer a nuestros jóvenes un futuro donde el empleo sea un horizonte cierto y no una rara posibilidad al alcance de la suerte o de la emigración a otras latitudes. En España, los partidos políticos están cayendo en la cuenta de que el actual desempleo juvenil, más del 50%, no es un tema coyuntural a la actual crisis, sino un drama estructural de nuestro modelo económico. En Europa, los países se plantean que una juventud sin perspectivas de empleo es una juventud sin esperanza. Estamos afrontando un problema global que probablemente requiera un análisis más profundo que el que implica simplemente volver a la senda del crecimiento económico. ¿Y las universidades?