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Los otros deportistas de la Caja Mágica
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LOS NIÑOS DE SAN FERMIN CARECEN DE RECURSOS PARA PRACTICAR EL DEPORTE

Los otros deportistas de la Caja Mágica

Al sur de Madrid, en el distrito de Usera, está el tercer barrio más pobre de la capital: San Fermín. Sus vecinos viven con una renta per

Foto: Los otros deportistas de la Caja Mágica
Los otros deportistas de la Caja Mágica

Al sur de Madrid, en el distrito de Usera, está el tercer barrio más pobre de la capital: San Fermín. Sus vecinos viven con una renta per cápita de 16.030 euros, alrededor de un 20% de desempleo y una tasa de abandono escolar del 40%. Con la amenaza de la privatización sobrevolando el Centro de Salud, sin becas de comedor y sin actividades extraescolares en el único colegio público, el riesgo de exclusión social está a la vuelta de la esquina.

También a la vuelta de la esquina, frente al albergue juvenil, está la Caja Mágica, una instalación de 294 millones de euros (en un principio se presupuestó en 120 millones), donde esta semana se han dado cita en el Madrid Open las estrellas del tenis. Los Nadal, Federer y Djokovic han peloteado a escasos metros de las modestas canchas donde tiran a canasta los más jóvenes del barrio. Porque en San Fermín no se juega al tenis, sino al baloncesto. 

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La Asociación Proyecto San Fermín, con la colaboración de la ONG Intervida y los Planes de Barrio del Ayuntamiento, puso en marcha una Escuela de Baloncesto, en la que en sus tres años de vida han pasado de participar diez niños y adolescentes a hacerlo cien. “El objetivo es ofrecer una alternativa de ocio saludable, evitar que los chicos estén tirados en la calle”, explica Sergio Ruíz, uno de los entrenadores.

Su labor no es sencilla, sobre todo por la falta de medios. Pese a contar en el barrio con la instalación de tenis más moderna del mundo, su pabellón multiusos es terreno vedado para los vecinos de San Fermín, donde los más jóvenes, como en el Bronx, jóvenes juegan en canchas descubiertas donde la lluvia suspende obligatoriamente los entrenamientos. Además, los escasos recursos económicos de los que dispone la Asociación hacen que los niños tengan que compartir el material. 

Pese a todo, estos pequeños deportistas no se rinden y se esfuerzan en que la pelota toque el aro de una canasta para gigantes. “Necesitamos canastas de mini básquet y más camisetas porque cada semana tengo que lavar la mía y prestársela a un compañero”, cuenta Melanie, de 11 años, que entre tiro y tiro busca la sombra porque los pies le queman. “Si tuviera otras zapatillas…”, dice justo antes de salir corriendo con sus deportivas desgastadas.

‘Haciendo barrio, haciendo baloncesto’

En San Fermín, donde la crisis no da tregua, viven vecinos de varias nacionalidades. En sus casas bajas y bloques de pisos construidos en los años 80 residen unos 2.000 extranjeros, lo que supone casi el 20% de sus habitantes. La comunidad china (17%) es la más importante, seguida de la ecuatoriana (15%) y de la rumana (10%). También hay dominicanos, marroquíes, además de una significativa colonia de gitanos. Esta realidad encuentra su reflejo en el equipo de baloncesto, un ejemplo de convivencia multirracial.

 “En nuestro caso el baloncesto es más que un deporte, mucho más que ganar o perder, es la vía por la que los chavales aprenden el respeto al compañero y al rival y, sobre todo, la oportunidad para cambiar la imagen negativa que tiene nuestro barrio”, explica Sergio, que además de entrenar a la cantera del Estudiantes dedica su tiempo a mejorar el presente y el futuro de los niños y niñas de San Fermín. 

A los problemas de racismo que en ocasiones salpican el barrio, se une la mala imagen que fuera se tiene de él. “Aquí todos nos llevamos bien, nos divertimos jugando al baloncesto pero, a veces, cuando tenemos un partido fuera, nos miran mal”, lamenta Nacho, mientras se pasa la pelota de una mano a otra. En la otra punta de la cancha el profe, como los niños llaman a su entrenador, combina consejos técnicos y éticos: “Flexiona las rodillas y nada de enfadarse, hay que saber perder”.

“No seremos los que mejor condición física tenemos, ni la mejor técnica, pero sí somos los más deportivos”, defiende Sergio, mientras recuerda la última gran ovación que se llevó uno de sus pupilos. “Peleando por un rebote el rival calló fortuitamente al suelo, mi chico, en lugar de aprovechar la situación para anotar canasta le dio la mano para ayudarle a levantarse. Eso es el baloncesto en San Fermín”. 

San Fermín y la Caja Mágica, las dos caras de una misma moneda

A orillas del Manzanares, la Caja Mágica y el barrio de San Fermín representan la perfecta desconexión entre el deporte popular y el de élite. Un quiero y no puedo que, desde la inauguración del pabellón  en 2008, la asociación vecinal Barriada de San Fermín no ha dejado de denunciar: "El recinto, financiado con dinero público, no funciona de cara al barrio”, lamenta el presidente Víctor Renes. "Desde que la Federación de Tenis y el equipo de baloncesto del Real Madrid abandonaron el recinto por los costosos gastos de mantenimiento de las instalaciones, la Caja Mágica sólo alberga la celebración anual del torneo Máster de Tenis de Madrid y espectáculos que nada tienen que ver con la práctica deportiva, mientras las vecinas y vecinos carecen de espacios dignos en los que practicar deporte", apunta Renes. 

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Además, desde la asociación se denuncia que, a consecuencia de la insuficiente capacidad del aparcamiento del recinto, los espectadores de los eventos que habitualmente se celebran aparcan de forma caótica en las calles, aceras, e incluso en el carril bici, lo que muchas veces acaba en multas para los vecinos “que se ven obligados a aparcar en un lugar no permitido”.

"¿Por dónde quieres que pase? Es el único acceso a mi casa y lo tenéis cortado", espetaba este jueves un vecino a un policía municipal a las puertas del complejo diseñado por Dominique Perrault. Los agentes se apresuraron a dar una alternativa al conductor, que emprendió su ruta sin mayores problemas. "Los primeros años tuvimos más dificultades, pero el Ayuntamiento ha aprendido y las molestias para el barrio se han reducido casi al máximo", reconocía un policía municipal. 

Del mismo modo, los vecinos de San Fermín han empezado a ver las bondades de que en la Caja Mágica se celebren grandes eventos. "Esta semana ha habido mucha más gente en el barrio, especialmente los días que ha jugado Nadal, y eso se nota en los comercios, que están vendiendo más", reconocía un dependiente de una pequeña tienda de ultramarinos. 

La misma progresión positiva parece que vive la imagen de esta humilde zona al sur de Madrid. "Hemos estado injustamente criminalizados, se ha publicado en los medios que los vecinos robaban los coches de los visitantes siendo falso", protestan en la asociación vecinal. Este año la Policía Nacional no duda a la hora de valorar el transcurrir del Madrid Open: "Impecable. Ni un sólo incidente". Todo apunta a que el equilibrio llega al barrio, ya sólo falta que la Caja Mágica abra sus puertas a las pequeñas estrellas del baloncesto, que están ansiosas por presumir en el pabellón de su grito de guerra: "1, 2, 3...¡San Fermín!".

Al sur de Madrid, en el distrito de Usera, está el tercer barrio más pobre de la capital: San Fermín. Sus vecinos viven con una renta per cápita de 16.030 euros, alrededor de un 20% de desempleo y una tasa de abandono escolar del 40%. Con la amenaza de la privatización sobrevolando el Centro de Salud, sin becas de comedor y sin actividades extraescolares en el único colegio público, el riesgo de exclusión social está a la vuelta de la esquina.