Es noticia
¿Que los españoles somos corruptos? Pues anda que los americanos...
  1. Alma, Corazón, Vida
SU LISTA DE IMPUTADOS NO PARA DE CRECER

¿Que los españoles somos corruptos? Pues anda que los americanos...

La corrupción desestabiliza el sistema. La confianza de la población hacia las élites político-económicas se desmorona y los inversores se retraen a la par que el

Foto: ¿Que los españoles somos corruptos? Pues anda que los americanos...
¿Que los españoles somos corruptos? Pues anda que los americanos...

La corrupción desestabiliza el sistema. La confianza de la población hacia las élites político-económicas se desmorona y los inversores se retraen a la par que el desarrollo de los países. Hasta hace pocos años este fenómeno se limitaba a los denominados países del sur, pero la línea imaginaria que separaba ambas realidades socioeconómicas se ha desplazado hacia el norte y ya amenaza a la mayor potencia mundial, los EEUU.

El 60% de la población norteamericana piensa que la corrupción está “bastante o muy” extendida en el sector financiero y empresarial, según los últimos datos Gallup. Una percepción de la que tampoco se libran los representantes políticos, pues el 54%  de los encuestados califica la honestidad y los principios éticos de los congresistas como “muy escasos”. Y es que la lista de políticos con causas abiertas, imputados o que han tenido que dimitir no para de crecer, tanto a un lado como al otro de la cámara de representantes: Robert Menéndez, George Ryan, Rod Blagojevich, Vincent Gray, Diane Hathaway, John Ensign, Tom DeLay

Con este panorama, poco sorprende la desafección de los norteamericanos hacia los cargos políticos. Sin embargo, el sector financiero tampoco se aleja de esta percepción tan negativa. Según la misma encuesta realizada por Gallup solo uno de cada cinco estadounidenses manifiesta tener “mucha confianza” en los bancos. Y es que las hipotecas subprime o las pérdidas provocadas por los bonos hipotecarios de Standard & Poor's (S&P) con calificaciones infladas  afectaron directamente al bolsillo de un amplio sector de la población. Sin embargo, y al contrario de lo que sí suceden con los políticos, ni un solo alto ejecutivo de las agencias de calificación o de la banca fue procesado por estos escándalos.El 54% de los norteamericanos califica la honestidad y ética de sus políticos como muy escasa

La impunidad de estos directivos ha generado otra sensación entre la población norteamericana que, según refleja la mayoría de encuestas, tiene más que ver con una desconfianza en dos de los pilares fundamentales sobre los que se fundó EEUU: la justicia y la igualdad. El grado de deterioro es tal que los analistas ya solo confían en una rápida recuperación económica, con un descenso del desempleo y una subida de los salarios, que lleve a los norteamericanos a recuperar la confianza en el sistema.

La corrupción ha echado raíces en EEUU. Los estudios encargados por el propio gobierno norteamericano explican así la situación: “Existe una disminución reciente y drástica en la confianza hacia los políticos, empresarios, banqueros y, en menor medida, editores de medios de comunicación y jueces”. La organización Transparencia Internacional tampoco se queda corta en el último informe global sobre corrupción publicado el pasado mes de diciembre, y es que dos tercios de los 174 países analizados suspendieron con una nota por debajo de 50 puntos sobre 100.

Una lacra que nos cuesta el 10% del PIB mundial

EEUU se aleja de los países que tienen implantadas leyes sobre transparencia y que ejercen una estricta fiscalización de la actividad de sus representantes políticos, como Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda o Suecia, que ocupan los cuatro primeros puestos, según TI. En cambio, los PIGS, Portugal, Italia, Grecia y España, aparecen en el mapa con un color naranja intenso, cuando no rojo.

¿Cómo afecta a la economía mundial esta desconfianza generalizada hacia las denominadas ‘élites extractivas’? El presidente en España de TI y catedrático de Economía Financiera en la Universidad Autónoma de Madrid, Jesús Lizcano, lo plasma en cifras: “El grado de corrupción internacional nos cuesta alrededor de un 10% del PIB mundial. No es fácil hacer estimaciones exactas, pero los sobornos pueden llegar a suponer unos 150.000 millones de dólares si se suman todos los sectores de actividad económica”. A todo ello hay que sumar, según añade el profesor, el coste de oportunidad que supone la desconfianza de los inversores o el derroche en las megaconstrucciones realizadas con dinero público que luego no sirven para nada.La lista de congresistas de EEUU con causas abiertas, imputados o que han tenido que dimitir no para de crecer

La corrupción cuesta mucho dinero a los contribuyentes, profundiza la crisis económica y dificulta la recuperación, pero no solo eso. “El optimismo es cada vez menor entre la población, pero sobre todo, es muy perjudicial para los jóvenes, que pierden los referentes del éxito en la vida social dejando en ellos una huella muy negativa”, explica Lizcano a El Confidencial. Sin embargo, en sociedades culturalmente avanzadas y con la generación de jóvenes mejor preparada de la historia, como ocurre en España, el destape de la corrupción tienen un potencial efecto transformador, según entiende el catedrático, que deposita toda su confianza en la sociedad civil organizada.

“La indignación servirá para reactivar una nueva cultura ética

“A medida que los jóvenes perciben esta situación y aumenta su indignación, se convierten en actores del cambio porque se hacen menos impasibles y beligerantes contra esta lacra. Esta reactivación pone en marcha una nueva cultura ética que hace surgir unos valores renovados”, apunta Lizcano, poniendo de relieve la movilización de la sociedad española. Es por ello, que confía en un cambio de paradigma y en un creciente control de abajo hacia arriba, que “acabará por frenar las prácticas corruptas y la impunidad”. Las crisis, incluso las de confianza, pueden convertirse en una oportunidad.

Hemos tocado techo y no hay marcha atrás en la revitalización de la transparencia, opina el presidente de TI en España. “Nuestros hijos y nietos van a ser menos permisivos y creo que cambiarán las cosas. En los últimos días ya se ha demostrado cómo la presión ha obligado a que los políticos realizasen algún ejercicio de transparencia. Además, estamos promoviendo una ley de transparencia que, como ya he defendido en el Congreso de los Diputados, tiene que afectar también a las cuentas de los partidos políticos, que deberán informar sobre todos los contratos, retribuciones, presupuestos, etc. Si lo logramos, van a tener que desnudarse y podremos así acabar con la corrupción”, sentencia Lizcano.

La corrupción desestabiliza el sistema. La confianza de la población hacia las élites político-económicas se desmorona y los inversores se retraen a la par que el desarrollo de los países. Hasta hace pocos años este fenómeno se limitaba a los denominados países del sur, pero la línea imaginaria que separaba ambas realidades socioeconómicas se ha desplazado hacia el norte y ya amenaza a la mayor potencia mundial, los EEUU.