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"Hoy es fácil divorciarse; lo que no nos sirve, lo tiramos"
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¿VIVIMOS EN UNA SOCIEDAD SENTIMENTALMENTE INMADURA?

"Hoy es fácil divorciarse; lo que no nos sirve, lo tiramos"

Lo tenemos muy fácil. Nos cansamos, damos un portazo y se acabó. Las relaciones amorosas, matrimonio incluido, se están convirtiendo en algo de lo que se

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"Hoy es fácil divorciarse; lo que no nos sirve, lo tiramos"

Lo tenemos muy fácil. Nos cansamos, damos un portazo y se acabó. Las relaciones amorosas, matrimonio incluido, se están convirtiendo en algo de lo que se puede prescindir de la manera más sencilla. Lo pone de relieve un estudio realizado en el Reino Unido, según el cual seis de cada diez británicos creen que no se ponen los obstáculos suficientes para conseguir que las parejas se lo piensen de verdad antes de divorciarse.

Así, un 57% de las 2.000 personas encuestadas estaba convencido (o muy convencido) de que "hoy es muy fácil divorciarse”. El 59% de las mujeres estaba de acuerdo con esta afirmación mientras que el porcentaje descendía ligeramente (hasta el 55%) en el caso de los hombres. Tampoco había grandes diferencias según el estado civil: el 58% de los casados estaba seguros de que existen demasiadas facilidades para separarse, algo en lo que coincidía el 56% de los encuestados divorciados. Y si nos referimos a España, la situación sería muy similar, asegura Vanessa Gil, profesora de Derecho matrimonial del CEU, y miembro del Instituto de la Familia, y más aún desde la desaparición de algunos mecanismos legislativos que espaciaban la toma de decisiones. “La ley española establecía unos plazos obligatorios que debían transcurrir antes de la separación y del divorcio que ahora ya no existen. La ley posibilitaba la reflexión, que la gente lo pensara bien. Hoy ya no es así”.

Sólo un 25% tiene el dinero en cuenta como la principal razón para separarse

La encuesta británica se ha hecho pública en un momento en el que los divorcios están aumentando, y ello a pesar de que las dificultades económicas están provocando que muchos matrimonios continúen la convivencia, teniendo la voluntad de separarse, porque no pueden afrontar los costes que conllevaría la nueva situación.

Una sociedad narcisista

Los británicos no creen que, en este momento de escasez, el dinero (o su falta) sea una causa probable de la ruptura. Dos tercios de los encuestados creen que lo más habitual es que el matrimonio se separe porque uno de los dos es infiel, y aproximadamente un 50% piensa que la causa más frecuente es el alejamiento de los cónyuges provocado por intereses divergentes. Sólo un 25% tiene el dinero en cuenta como la principal razón para separarse y apenas un 18% estima el reparto de tareas domésticas como motivo probable de ruptura.

Las ideas dominantes en la encuesta, no obstante, son aquellas que señalan como la principal responsable de los males de nuestro tiempo a  una sociedad caprichosa, cuyos integrantes toman el matrimonio como un simple juego y abandonan todo proyecto común al primer revés.

Sin embargo, para la doctora en psicología Trinidad Bernal, esta visión es poco realista, y más aún en el caso español. “Puede ocurrir en personas muy jóvenes, que no han tomado las decisiones adecuadas, que no tienen mucha relación y que por lo tanto pueden separarse de una manera fácil, pero en general no ocurre así. El coste sentimental de romper la pareja es muy grande, e incluso personas que tienen la decisión tomada porque están seguras de que es lo mejor lo pasan mal hasta que deciden llevarlo a cabo”.

Nos hemos liberado

Es cierto, asegura Bernal, que la sociedad cuenta hoy con vínculos menos sólidos que en el pasado, pero eso no debe enfocarse desde lo negativo. “Ahora el coste sentimental de divorciarse no es tan grande, y tampoco hay tantas trabas sociales. Hasta hace poco, separarse era un tema tabú, por lo que la gente no se atrevía a dar el paso, en tanto suponía enfrentarse con principios muy enraizados. Hoy, por suerte, ya nos hemos dado cuenta de que permanecer juntos no es necesariamente lo mejor y que es preferible divorciarse bien que estar mal en pareja”. Por eso, asegura Bernal, el cambio de perspectiva respecto del divorcio ha sido beneficioso, en tanto ha servido para liberarnos.

Cuando las personas se casan, no saben qué contenido tiene el matrimonio

Sin embargo, lo que señala el estudio es que esa perspectiva se ha pasado de rosca, y que esa toma de conciencia se ha convertido en su opuesto, en personas que actúan a la ligera porque no se comprometen. Cuando su pareja les cansa, la dejan. Para Gil, esta sensación es real, en tanto existe una influencia clara de nuestro modo de vida en las decisiones matrimoniales poco maduradas. “Vivimos en una época de consumismo excesiv, en la que estamos acostumbrados a consumir cosas que duran poco y a hacerlo de forma muy rápida y muy fácil. Lo que no sirve, se tira y te compras otra cosa. Y esa mentalidad acaba aplicándose a la pareja. Cuando no te causa placer, lo abandonas”.

Para Bernal, este retrato no encaja con la realidad cotidiana. Las rupturas se suelen producir porque hay personas que no son felices en el matrimonio y que dan el paso para conseguir una vida mejor, pero no porque sean narcisistas que no toleran la frustración, sino porque entienden que una relación sin amor no es una relación. Según Gil, por el contrario, la falta de madurez y el tratamiento puramente instrumental de las relaciones de pareja son mucho más frecuentes de lo recomendable, algo que enmarca en una situación amplia. "Cuando las personas se casan, tanto en enlaces civiles como en religiosos, no saben qué contenido tiene el matrimonio, desconocen sus requisitos y sus efectos, y tampoco se preocupan por saberlo. La falta de madurez es demasiado frecuente…”.

Lo tenemos muy fácil. Nos cansamos, damos un portazo y se acabó. Las relaciones amorosas, matrimonio incluido, se están convirtiendo en algo de lo que se puede prescindir de la manera más sencilla. Lo pone de relieve un estudio realizado en el Reino Unido, según el cual seis de cada diez británicos creen que no se ponen los obstáculos suficientes para conseguir que las parejas se lo piensen de verdad antes de divorciarse.