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Una lección de vida: En memoria de Rafael Cattarini Esteban (1983-2012)
  1. Alma, Corazón, Vida
LO QUE UN SER HUMANO HA ENSEÑADO A SU GENERACIÓN

Una lección de vida: En memoria de Rafael Cattarini Esteban (1983-2012)

“Camina plácidamente entre el ruido y las prisas,y recuerda que la paz puede encontrarse en el silencio.Cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones,mantente en paz con tu

Foto: Una lección de vida: En memoria de Rafael Cattarini Esteban (1983-2012)
Una lección de vida: En memoria de Rafael Cattarini Esteban (1983-2012)

“Camina plácidamente entre el ruido y las prisas,

y recuerda que la paz puede encontrarse en el silencio.

Cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones,

mantente en paz con tu alma

en la ruidosa confusión de la vida.

Aun con todas sus farsas, cargas y sueños rotos,

éste sigue siendo un hermoso mundo.

Esfuérzate en ser feliz”

 MAX EHRMANN, Desiderata (1927)

Aquel día cambió su vida para siempre. El diagnóstico nos sorprendió a todos. Incredulidad y quizás también, un poco de ignorancia. Era la primera vez que muchos de nosotros escuchábamos aquella enfermedad degenerativa: “Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA)”. Inédita en personas de su edad. Rafael Cattarini era una persona con ilusiones, carisma, atractivo y toda una vida por delante. Rondaba aproximadamente la mayoría de edad. ¿Por qué le tocaba a él? “No te das cuenta la suerte que tienes. No eres consciente de que para dar un solo paso tengo que pensar. Tengo que hacer un esfuerzo”, decía Rafa.

Todos sabemos que algún día moriremos, pero no sabemos cuándo. El cambio de estación nos ha recordado que la muerte puede llegar en cualquier momento. No importa la edad que tengamos e independientemente de la dimensión, es ella, la muerte, probablemente, la mejor maestra de la vida. Rafa no tenía miedo a la muerte. Tampoco tenía miedo a la vida, a pesar de su sufrimiento. Esa es una de las enseñanzas que nos ha dejado.Era una persona atenta, educada, deportista, religiosa y se sentía por encima de todo muy orgulloso de ser español

Por aquel entonces, la enfermedad sólo mostraba sus primeros síntomas. Primero fueron las muletas, luego la silla de ruedas y posteriormente la cama, en la que ya no podía comunicarse con palabras. Pero sí transmitir, y mucho, a través de sus ojos. Un abecedario impreso en una lámina transparente que se podía leer por ambos lados. Bastaba un guiño para interpretar unas pocas palabras. Pero su mirada vislumbraba cariño, reflejo de una persona generosa, fuerte, alegre, optimista… espejo de un alma noble que hasta el último momento nunca perdió la sonrisa.

La enfermedad poco a poco le iba ganando la batalla. Pero sólo en lo físico porque en lo mental, lo emocional y lo espiritual, Rafa demostró una fortaleza fuera de lo normal que fue y seguirá siendo un ejemplo para todos. Y nos enseñó algo muy importante: no podemos manejar los efectos de una enfermedad sobre nuestro cuerpo, pero sí podemos dominar emocionalmente la adversidad con fortaleza y esperanza.

Su casa se convirtió en lugar de encuentro para muchos. No importaba la frecuencia, ir a visitarle siempre era una gran ilusión. Sensaciones cargadas de realismo, de tristeza en cierto modo, porque uno se pregunta qué sentido tenía aquello, por qué le tocaba a él y no a cualquiera de nosotros. Un encuentro que nos obligaba a discernir lo que es importante de lo que es accesorio en la vida, y más en estos tiempos que corren. Nos enseñó desde la cama a no olvidarnos de dar gracias por la oportunidad de vivir y como decía un amigo común que él admiraba “a no convertir lo inevitable en problema”. En esas reuniones en las que su hermano Piero hacía de anfitrión nos reíamos, nos hacía preguntas, recordábamos historias, le contábamos anécdotas. Era una persona atenta, educada, deportista, religiosa y se sentía por encima de todo muy orgulloso de ser español.Un ejemplo de humanidad que nos anima a recuperar el norte y a dotar de un sentido trascendente a nuestras vidas

Algunos acariciábamos la esperanza en el hospital. “Pero si incluso en sus últimas horas me ha preguntado por mi viaje, por mi vida en el extranjero. Pero si está consciente...”. El parte médico era implacable: “No le llega el aire a los pulmones y va a ser difícil que salga de esta”. Rafa se estaba preparando para irse al cielo, pero incluso hasta el final, hasta los últimos momentos supo querer: el afecto de una mirada, de una sonrisa que para algunos sigue siendo un secreto.

El lunes 19 de noviembre, al mediodía, nos dejó para siempre, pero solo en esta dimensión. Tenía 29 años. Un mensaje de Piero así lo certificaba: “Rafita está ya en el cielo y desde el cielo nos ayudará a todos porque estará muy cerca de Dios”. Murió rodeado de su familia, de un desbordante afecto. Alegre. Consciente. Acompañado de amigos. Emocionados todos… Hemos tenido el privilegio de aprender de una persona de verdad, bondadosa, un ser humano excepcional. Un ejemplo de humanidad que nos anima a recuperar el norte y dotar de un sentido trascendente a nuestras vidas. Rafa nos enseñó con su fuerza cómo debemos vivir el resto de nuestras vidas.

Siempre seguirá presente en nuestros corazones un amigo para la eternidad. Y el recuerdo de una mirada que nos hace conectar con nuestra esencia, y un cierto misterio de por qué nunca perdió la sonrisa durante todos estos años. Su muerte es un testimonio de fe y esperanza. Le tocó a él, pero podía habernos tocado a nosotros. Rafa nos enseñó la virtud de la paciencia en la enfermedad y que la vida también tiene sentido desde una cama. El amor movió sus ganas de vivir. Gracias a Rafa, y a su familia por su entereza, por su fortaleza, por su dignidad hasta el final. Descanse en paz. Sus amigos sabemos que ya lo hace.