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Vacaciones gratis para todos: yo a tu casa (y tú a la mía)
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EL INTERCAMBIO DE VIVIENDAS, EN AUGE

Vacaciones gratis para todos: yo a tu casa (y tú a la mía)

El intercambio temporal de viviendas es una tendencia cada vez más extendida entre los españoles, y es que se trata de una opción vacacional sin costes

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Vacaciones gratis para todos: yo a tu casa (y tú a la mía)

El intercambio temporal de viviendas es una tendencia cada vez más extendida entre los españoles, y es que se trata de una opción vacacional sin costes de alojamiento. En la red existen media docena de portales donde los propietarios se pueden poner en contacto para decidir el trueque de sus casas por un determinado período de tiempo. Los catálogos ofrecen todo tipo de posibilidades, desde apartamentos a pie de playa, hasta casas de montaña pasando por autocaravanas o casas prefabricadas repartidas por todos los puntos de la geografía mundial.

Este fenómeno cuenta con una larga tradición en otros países del norte de Europa cuyos primeros intercambios se comenzaron a practicar en los años 50. En España comenzó a implantarse tímidamente en la década de los 80, pero no ha sido hasta los últimos años en los que se ha puesto de moda como un recurso alternativo para disfrutar de las vacaciones reduciendo los gastos al mínimo. Intercambiar la vivienda es la única alternativa vacacional para muchas familias

Las vacaciones son un preciado tesoro al que cuesta renunciar y la necesidad de apretarse el cinturón en estos tiempos ha tenido como consecuencia que se duplique la oferta de viviendas de intercambio. Sólo alguna de estas comunidades online sobrepasa los 10.000 usuarios tras escasos cuatro años de funcionamiento.

De parejas jóvenes a jubilados

Las parejas jóvenes con niños pequeños son el perfil que más ha optado por este tipo de vacaciones durante los últimos años. Para María Ángeles Sas, responsable en España y Andorra de Intervac, la red de intercambio pionera en Europa, las ventajas de esta práctica para las familias no sólo son económicas: “Te permite una gran libertad para organizarte y marcar tus propios horarios, algo que en un hotel no tienes. De hecho, hay mucha gente que nunca se había planteado este tipo de vacaciones, pero una vez que lo hace suele repetir”.

La responsable de Intervac también destaca la creciente incorporación a la red de personas de la tercera edad: “Son gente con total disponibilidad de tiempo y acostumbrada a viajar. Estas personas no quieren renunciar a su principal afición por motivos económicos y están encontrando en el intercambio de sus casas una forma sencilla y barata para viajar buena parte del año. Además al ahorrar en el alojamiento puedes estirar más días las vacaciones y permitirte otros lujos que antes evitarías porque incluso puedes cocinar en casa sin tener que comer y cenar fuera todos los días”.Se eliminan los gastos de hotel, coche y restaurante

Estas comunidades también ponen en contacto a personas de distintos países. Según explica Sas, “en un principio nuestros socios españoles intercambiaban más en el extranjero, pero en los últimos años se ha observado que se quedan más cerca de sus lugares de origen, algo que antes sólo se hacía en fines de semana o periodos vacacionales más cortos, como Semana Santa o Navidad, pero no durante el verano como pasa ahora”. Las posibilidades son infinitas y los intercambios no se ciñen sólo a las vacaciones, sino que también se pueden hacer desde un fin de semana a varios meses, incluso hay quien lo ha utilizado para tomarse un año sabático.

Las condiciones las establecen los propios usuarios

Dar el paso de poner una casa en propiedad a disposición de los demás es lo más difícil, pero la recompensa de disfrutar gratuitamente de la vivienda de otra persona es lo suficientemente atractiva como para repetir, explica Sas. De hecho, el porcentaje de personas que vuelven a utilizar el servicio ronda el 80% y la gran mayoría prueban con destinos nuevos. “Todos tenemos una primera vez y al principio la gente tiene cierto recelo con el ‘cómo me voy a encontrar mi casa’ o si va a pasar algo, pero al final no suele haber ningún contratiempo porque se suelen acordar muy bien las condiciones entre los participantes y todos los detalles del intercambio”, añade Sas.

Para evitar sorpresas, la norma no escrita suele ser que el primer intercambio se realice con un usuario veterano que pueda guiar al novato en todos los preparativos del proceso. Los comentarios, testimonios y valoraciones de los viajeros hacen el resto. Antes de cerrar un acuerdo, los miembros interesados se comunican previamente entre sí para determinar las condiciones del uso de la vivienda, las posibles fechas de intercambio, los recursos de la vivienda (lavavajillas, horno, ordenador, conexión a internet, cuna, etc.), los lugares de interés turístico o el número de personas que viajarán con cada miembro. Los intercambios se suelen zanjar con un contrato sobre las condiciones de uso

En muchas ocasiones, indica Sas, se facilita una lista con teléfonos de contacto a los que recurrir por si surge algún problema y se pone al corriente del intercambio a amigos, vecinos o familiares “que se encargan de recibir a los viajeros y hacer de anfitriones explicándoles el funcionamiento de los electrodomésticos o recomendándoles qué lugares visitar”. Por ello, el factor humano es lo más valorado entre la comunidad de usuarios porque “a la gente le gusta hacer turismo, pero sin sentirse turista, y el intercambio es ideal para ello”. Como invitados mutuos, añade Sas, los socios intentan compartir sus estilos de vida y costumbres, “una cuestión que se aprecia mucho entre los viajeros”.

Una práctica basada en la confianza

La confianza depositada suele llegar al punto de prestar los vehículos o de dejar los animales de compañía al cuidado de las personas con las que se intercambia la vivienda. Por lo general, la mayoría de intercambios se producen de forma simultánea, a no ser que se disponga de una segunda vivienda, por lo que los interesados podrían acordar el hospedaje en fechas diferentes.

Guillermo Díaz es un joven madrileño que ha hospedado en su casa a varias personas que practicaban couchsurfing, una modalidad también gratuita para alojar viajeros en tu casa, pero con la presencia del propietario. “Antes de hospedar a alguien lo conoces perfectamente por su perfil, que suele estar detallado con toda su información y la valoración de la gente que lo ha alojado antes. La confianza te la da la propia filosofía de esta red de intercambio porque la gente que viaja sola por el mundo sabes que va a ser interesante y con inquietudes. Además, no solo buscará ahorrarse el dinero del alojamiento, lo que no quieta que haya casos concretos, sino que quiere conocer la ciudad con algún nativo y compartir experiencias”. En España los usuarios de estas redes superan los 50.000, mientras que en todo el mundo ya rozan los tres millones.

Aunque la mayor credencial entre este tipo de comunidades de viajeros son las valoraciones del resto de la comunidad en alguna de las redes, para las que hay que pagar una cuota anual, se plasman por escrito en una especie de contrato de arrendamiento el estado de las instancias y las condiciones de uso acordadas previamente por los interesados. Los usuarios de estas comunidades se han duplicado en los últimos cuatro años

De todos los viajeros a los que ha alojado Díaz desde hace más de dos años no ha tenido ninguna mala experiencia. La única vez que quedó defraudado fue cuando hospedó a dos jóvenes norteamericanas: “Su principal motivo para hacer couchsurfing era ahorrarse el alojamiento porque venían a buscar trabajo y no tenían ningún interés en conocer la ciudad. En esa ocasión sí que me sentí un poco estafado”. Sin embargo, su balance general es “muy positivo” y asegura que sigue manteniendo la amistad con la gente a la que ha alojado en su casa.

El intercambio temporal de viviendas es una tendencia cada vez más extendida entre los españoles, y es que se trata de una opción vacacional sin costes de alojamiento. En la red existen media docena de portales donde los propietarios se pueden poner en contacto para decidir el trueque de sus casas por un determinado período de tiempo. Los catálogos ofrecen todo tipo de posibilidades, desde apartamentos a pie de playa, hasta casas de montaña pasando por autocaravanas o casas prefabricadas repartidas por todos los puntos de la geografía mundial.