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¡Ojalá alguien me enseñase a ligar bien!
  1. Alma, Corazón, Vida

¡Ojalá alguien me enseñase a ligar bien!

Hoy me he quedado pegado a las sábanas. Era imposible sacarme de allí. Agarrado a mi almohada... Oh… ¿Quién quiere levantarse? No es que sea

Hoy me he quedado pegado a las sábanas. Era imposible sacarme de allí. Agarrado a mi almohada... Oh… ¿Quién quiere levantarse? No es que sea vago ni perezoso, es la existencia de una fuerza superior que me empuja a permanecer allí. Es que se está tan bien…

-¡Vamos Edu!, que vas a perder el bus… y no me vengas con los rollos que te sueles montar. Mira que anoche te dije que dejases de escribir el guión de cine ese que dices que haces. ¿Me hiciste caso? Nanai. Así que si eres tan hombretón para acostarte tarde eres igual de hombre para levantarte a tu hora.

No sé cómo lo hace mi madre, creo que tiene ese sexto sentido que tienen las madres. Sabe perfectamente qué palabras decir para que me levante. “Venga Edu, machote, demuestra que eres todo un hombre y arriba”.

Bajo, me preparo el desayuno y mientras me tomo mis primeros sorbitos de café miro el teléfono para ver que se cuece por Twitter.

“Decathlon busca ingenieros de telecomunicaciones para descargar cajas y meter datos en un ordenador”

“Buen ejemplo de creatividad: el móvil más sencillo del mundo y a pilas"

“Cada día es un día festivo en alguna parte del mundo”

“Vaya carrerita me he pegado hasta el bus. Hoy ha pasado antes de la hora. Pensé que lo perdía #menosmal” @sara.fsg

¿Cómo? ¿Que la ruta qué? Agarro la mochila, salgo corriendo escaleras abajo, portazo y sprint de 500 metros a lo Usain Bolt para llegar al bus. Buff… menos mal que he llegado, si lo llego a perder mi madre me mata. Abren la puerta del bus y subo jadeando. Me falta fondo físico… Pero, ¿es que acaso tuve alguna vez? Seamos realistas, estoy un tanto espagueti, todo hay que decirlo. O mejor dicho, siempre he sido un espagueti. Arranca el bus y me voy agarrando por los asientos como puedo hasta llegar a las últimas filas. ¡Está petadísimo! ¡Aquí no cabe ni un alma! Al fin veo un sitio, me aproximo y cuando me dispongo a sentarme me doy cuenta de que es Sara. Genial. Despeinado, con sofoco del carrerón y encima me acabo de poner rojo como un tomate al verla. Si es que siempre me pasa lo mismo, por más que lo intento no hay manera de tener un aspecto decente delante de ella.

-Perdona Sara, ¿me puedo sentar?- pregunté.

-Sí, claro- responde ella con una sonrisa radiante dibujada en su cara como siempre.

-Es que no hay sitio en otro lado- Vaya, lo estoy arreglando. Encima parece que me he sentado aquí porque no me quedaba más remedio. Torpe, más que torpe. -Bueno, quiero decir. A ver, no es que no me quiera sentar aquí pero…- Se ríe.

 –No pasa nada Edu, creo que entiendo lo que tratas de decirme-.

Genial. Ahí se acabó la conversación. Mi cerebro se ha quedado completamente paralizado. No sé qué más decir y ella se dispone a ponerse los cascos y a mirar por la ventana. Uy, mala señal. Eso es que no quiere hablar conmigo. Puedo hablarle del tiempo... No. Si estuviéramos en un ascensor, todavía… Del último capítulo de Walking Dead… No (ella no ve eso). No se me ocurre nada bueno. Se pone los cascos y presiona al aleatorio. Se jorobó. La oportunidad perfecta para meter ficha y no he podido hacer nada. ¿Por qué me pasa esto a mí? ¡Qué complicadas son las mujeres! ¡Ojalá alguien me enseñase a ligar bien! ¡A comunicarme con ella!

Hoy me he quedado pegado a las sábanas. Era imposible sacarme de allí. Agarrado a mi almohada... Oh… ¿Quién quiere levantarse? No es que sea vago ni perezoso, es la existencia de una fuerza superior que me empuja a permanecer allí. Es que se está tan bien…