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Real Madrid vs. Barcelona: el liderazgo exige responsabilidad
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Real Madrid vs. Barcelona: el liderazgo exige responsabilidad

Desde hace algunos años Real Madrid y Barcelona lideran el ranking de clubes de fútbol con mayores ingresos. No por ello son los clubes más ricos,

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Real Madrid vs. Barcelona: el liderazgo exige responsabilidad

Desde hace algunos años Real Madrid y Barcelona lideran el ranking de clubes de fútbol con mayores ingresos. No por ello son los clubes más ricos, pues como dice el proverbio, “no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita”. La dinámica de los grandes del fútbol es prodiga a la hora de gastar todo lo que se ingresa, por la terrible competencia a la hora de hacerse con los servicios de los mejores talentos. Esto genera una hiperinflación que se lleva por el sumidero los cientos de millones de taquillas, derechos de televisión y marketing. Es según Plácido Rodríguez, presidente de la Internacional Association of Sports Economists (IASE) y director de la Fundación Observatorio Económico del Deporte, la aplicación del dilema del prisionero, explicado dentro de la teoría de juegos (Von Neumann y Mongerstern, 1944): dos jugadores (que en este caso son los clubes) entran en la puja por un futbolista sin tener información de lo que está haciendo su oponente, lo cual se traduce en el incremento del precio de la transacción, del porcentaje cobrado por los agentes y de la ficha final del futbolista. Al final todos ganan menos el club comprador. Por eso John Carlin escribió en una columna del diario El País que "era más fácil recuperar el dinero que tirásemos al mar, que el que invirtiésemos en un club de fútbol".

Florentino Pérez entendió perfectamente en que consistiría el negocio del fútbol del siglo XXIIndudablemente quien entra en el negocio del fútbol tiene otros intereses que tienen más que ver con la adquisición de notoriedad, el amor a unos colores o la oportunidad de realizar contactos de alto nivel. Florentino Pérez entendió perfectamente en que consistiría el negocio del fútbol del siglo XXI y revolucionó y renovó los conceptos. Dichas estrategias fueron copiadas con mayor o menor éxito por otros: giras veraniegas en nuevos mercados, renegociación de los derechos televisivos, fomento de nuevos lobbys –como por ejemplo el G14-, fichajes con alto componente mediático e incluso la generación de polémicas que no se apaciguaban de manera intencionada contribuyeron a aumentar la cifra de negocio.

Los Madrid-Barcelona del año pasado fueron a mi modo de ver perfectos ejemplos de cómo Mourinho y Guardiola intentaban por medios dudosos engordar su leyenda o justificar sus fracasos buscando la rentabilidad y la cohesión que provoca la existencia de un “enemigo”.

Les voy a hablar de dos acciones puntuales y significativas que han protagonizado cada uno de los vestuarios de estos dos clubes de fútbol y para las que no encuentro esa justificación de la búsqueda de una ganancia.

La primera de ellas la protagonizaron varios jugadores del Barcelona el día que se proclamaron campeones de la liga 2010-11. Eufóricos por el triunfo comenzaron a saltar y a golpear el techo del avión que les llevaba desde Málaga a la ciudad condal provocando la parada del avión que estaba comenzando la fase de entrada en pista para el despegue después de que el comandante de vuelo les rogase varias veces que depusieran su actitud.

La segunda de ellas la protagonizó el vestuario del Real Madrid en su visita a la Ponferradina con la que se enfrentó en la Copa del Rey. Las fotografías del estado en el que quedó el vestuario no pueden ser más ilustrativas. De hecho los periodistas que se desplazaron al estadio pudieron reconstruir sin preguntar a nadie que es lo que comieron los jugadores tras el partido, y que reconstituyentes tomaron por la simple observación de las decenas de cajas, envoltorios y plásticos desperdigados en el suelo. La pared quedó decorada con quince carteles sobre diferentes estrategias, así como con un esquema táctico en la pizarra. Quedó claro que Mourinho prepara a conciencia sus partidos, con independencia del rival, pero que es menos cuidadoso con otros detalles.

El liderazgo exige responsabilidad. Los futbolistas de élite gozan de una gran visibilidad y son una de las primeras fuentes de influencia en niños y adolescentes que desean emular las acciones de sus ídolos.

El deporte será transmisor de valores positivos si está en manos de personas adecuadasLa fuerte apuesta por el marketing que representa un 34 y un 31% de los ingresos totales de Real Madrid y Barcelona respectivamente (tal como recoge el Informe Deloitte Ligas Europeas 2010-11) no puede obviar comportamientos como estos.

Se pone de manifiesto una vez más el mito de que el deporte es transmisor de valores positivos. El deporte será transmisor de valores positivos si está en manos de las personas adecuadas. La clave y la diferencia están en la educación.

Es necesario reivindicar la educación en el ámbito deportivo, desde la infancia a la universidad, para aprender, y enseñar, a ser contenido en las victorias y las derrotas, a ganar y perder con deportividad y a dejar los espacios deportivos en el estado en el que a todos nos gusta encontrárnoslos.

Benito Pérez González es Director del Instituto de Ciencias del Deporte de la Universidad Camilo Jose Cela

Desde hace algunos años Real Madrid y Barcelona lideran el ranking de clubes de fútbol con mayores ingresos. No por ello son los clubes más ricos, pues como dice el proverbio, “no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita”. La dinámica de los grandes del fútbol es prodiga a la hora de gastar todo lo que se ingresa, por la terrible competencia a la hora de hacerse con los servicios de los mejores talentos. Esto genera una hiperinflación que se lleva por el sumidero los cientos de millones de taquillas, derechos de televisión y marketing. Es según Plácido Rodríguez, presidente de la Internacional Association of Sports Economists (IASE) y director de la Fundación Observatorio Económico del Deporte, la aplicación del dilema del prisionero, explicado dentro de la teoría de juegos (Von Neumann y Mongerstern, 1944): dos jugadores (que en este caso son los clubes) entran en la puja por un futbolista sin tener información de lo que está haciendo su oponente, lo cual se traduce en el incremento del precio de la transacción, del porcentaje cobrado por los agentes y de la ficha final del futbolista. Al final todos ganan menos el club comprador. Por eso John Carlin escribió en una columna del diario El País que "era más fácil recuperar el dinero que tirásemos al mar, que el que invirtiésemos en un club de fútbol".