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Ir a misa y rezar evita caer en el alcoholismo
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Ir a misa y rezar evita caer en el alcoholismo

Rezar e ir a misa resta ansiedad y ganas de beber alcohol. De hecho, las mujeres que abandonan sus actividades religiosas tienen hasta tres veces más

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Ir a misa y rezar evita caer en el alcoholismo

Rezar e ir a misa resta ansiedad y ganas de beber alcohol. De hecho, las mujeres que abandonan sus actividades religiosas tienen hasta tres veces más riesgo de caer en el alcoholismo que aquellas que reconocen cultivar su fe como práctica diaria durante toda su vida. Lo dicen investigadores de la Universidad Temple en Filadelfia (EEUU), cuyas conclusiones bizantinas (por no decir otra cosa) han publicado en el último número de 'Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology'.

En el estudio han participado 718 adultos. Veamos: para Joanna Maselko, profesora de Salud Pública de esta universidad y coautora del estudio, las mujeres que se apartan de una vida pia pueden sufrir una enfermedad mental. Por contra, los hombres que deciden abandonar esta actividad son menos propensos a sufrir depresiones en comparación con aquellos que mantienen esta práctica activa. Así estamos, señores. Unos científicos se dedican a parir tales ideas en vez de buscar soluciones reales a la enfermedad. Para las diferencias de género encontradas en la relación entre actividad religiosa y salud mental, la profesora Maselko ofrece una posible explicación.

"Las mujeres se integran más en las redes sociales de sus comunidades religiosas y cuando ellas dejan de asistir a misa o a los actos de su parroquia, pierden el acceso a ese conjunto de relaciones sociales y a sus potenciales beneficios", afirma.

De las 278 mujeres que participaron en el estudio, el 39 por ciento (unas 109) aseguraron haber vivido siempre su religiosidad de forma activa, mientras que el 51 por ciento (unas 141) reconocían no asistir a la iglesia desde su niñez. Sólo el siete por ciento de las mujeres que habían vivido siempre su fe de forma activa presentaba problemas generalizados de ansiedad en comparación con el 21 por ciento de las mujeres que habían dejado de practicar su fe.

"Todo el mundo tiene su lado espiritual, tanto si lo cultivan como parte de sus vidas como si no, si son agnósticos o ateos o simplemente no practicantes. Estas opciones tienen implicaciones potenciales en la salud del individuo similares a las que ejercen sobre todas las personas sus redes de interacción social", concluyó Maselko.

Rezar e ir a misa resta ansiedad y ganas de beber alcohol. De hecho, las mujeres que abandonan sus actividades religiosas tienen hasta tres veces más riesgo de caer en el alcoholismo que aquellas que reconocen cultivar su fe como práctica diaria durante toda su vida. Lo dicen investigadores de la Universidad Temple en Filadelfia (EEUU), cuyas conclusiones bizantinas (por no decir otra cosa) han publicado en el último número de 'Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology'.