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Un recorrido por los mejores pasajes comerciales del siglo XIX
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Un recorrido por los mejores pasajes comerciales del siglo XIX

Son los precursores de los centros comerciales actuales, aunque tienen un encanto más exclusivo que estos. Surgidos hace dos siglos, muchos aún se mantienen en pie

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

Diseñadas para perderte por sus angostos túneles, las galerías comerciales concebidas en el siglo XIX todavía se mantienen en pie a día de hoy, y suponen una pequeña cápsula del tiempo. Una manera de preservar el pasado, cuando el consumo estaba pensado para unos pocos y el mundo parecía exótico, lujoso y diferente. Por toda Europa, desde Italia a San Petersburgo y también en nuestro país, surgieron los pasajes en los que escritores, políticos o poetas se paseaban, tomaban un café o incluso vivían, gestando ideas de futuro para sus obras.

Son, al fin y al cabo, los precursores de los centros comerciales actuales, aunque tienen un encanto más exclusivo que estos. Hacemos un recorrido por algunos de los que aún se mantienen en pie, y que pueden darnos una imagen fiel de lo que fue un tiempo que sucedió mucho antes de que nosotros existiéramos.

Pasaje Choiseul (París)

Ubicado en el segundo distrito de París, oscuro y decadente, fue construido entre 1826 y 1827, según diseños de dos arquitectos: François Mazois, que falleció antes de que se completara, y Antonio Tavernier, que terminó el trabajo. Anteriormente ocupado por cuatro hôtels particuliers, tras su construcción pueden encontrarse restaurantes, joyerías, galerías de arte, tiendas de ropa vintage, una de las entradas al Théâtre des Bouffes-Parisiens o la librería Libria, entre otras.

placeholder El pasaje Choiseul completamente silencioso.
El pasaje Choiseul completamente silencioso.

Como curiosidad, el novelista Céline vivió en este pasaje parte de su infancia, al que retrató en algunas de sus novelas, donde mencionaba el terrible olor de las lámparas de gas y a orines de perro. Aunque en los años 70 el pasaje cayó en la más absoluta decadencia, en 2012 comenzó a restaurarse bajo la dirección de Jean Frédéric Grevet y se reabrió al público en 2013. La planta baja es principalmente comercial y las superiores residenciales, y se caracteriza por ser el pasaje cubierto más grande de la ciudad.

El novelista Céline vivió en este pasaje parte de su infancia, al que retrató en algunas de sus novelas, donde mencionaba el terrible olor de las lámparas de gas y a orines de perro

Pasaje Murga (Madrid)

En la capital pueden encontrarse aún varios pasajes comerciales, y el Murga es uno de ellos. Comenzó a construirse en 1845 por el arquitecto Juan Esteban Puerta, de la Real Academia de San Fernando, para el financiero Mateo Murga (de ahí su nombre), y se convirtió en el tercer pasaje de la capital, después del Pasaje de Matheu (en Sol) y el Pasaje de Iris (desaparecido). Fue inaugurado el 9 de noviembre de 1847, sustituyendo un antiguo pasadizo que comunicaba Montera y la calle de las Tres Cruces, y las tiendas y locales se ubicaron en los entresuelos de dos galerías corridas, construidas a ambos lados de un largo patio. Antes de su construcción, en esa zona se encontraba la posada 'La gallega vieja', famosa porque de su puerta salían los transportes de viajeros hacia el norte de España.

La fórmula de los pasajes comerciales al parecer no tuvo en Madrid la misma acogida que en otros países y los almacenes cerraron muy pronto. Aunque durante mucho tiempo fue considerada zona peligrosa y degradada por su escasa luz, continúa existiendo y es el pasaje más antiguo que se conserva en la ciudad. Todavía puedes perderte en él, y aunque como es lógico ha sucumbido al paso de los años y las tiendas han cambiado (encontrarás carteles de 'compro oro' o tiendas de tatuajes) es algo así como viajar al pasado sin necesidad de usar una máquina del tiempo, solo las piernas.

Galería Alberto Sordi (Roma)

Su historia se remonta a 1872, cuando se propuso la ampliación de la Piazza Colonna tras la instalación de la Cámara de los Diputados en el Palazzo Montecitorio, que estaba cerca. Antes, se encontraba en la zona el Palazzo Spada al Corso, adquirido en 1819 por el duque de Piombino. Con el paso de los años y una demolición de por medio, se presentaron hasta 70 proyectos, y aunque se eligió finalmente un proyecto elaborado por los arquitectos Penso y Minozzi, la obra fue abandonada porque no había financiación. El proyecto se aprobó más tarde, en 1911, pero por una serie de modificaciones la galería no se inauguró hasta 1922 y no fue terminada hasta los años 40, así que la historia se extendió bastante en el tiempo.

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Se encuentra en la céntrica Vía del Corso, es de estilo modernista y, al contrario que en el pasaje de Murga, desde su creación se convirtió en el corazón de la ciudad, y políticos, periodistas y artistas pasaron por sus galerías, buscando restaurantes, cafeterías o cafés en los que reunirse y charlar.

Saint Hubert (Bruselas)

Fueron diseñadas en 1837 y fue el rey Leopoldo I el encargado de poner la primera piedra, aunque se inauguraron unos años más tarde. Son de las pocas galerías comerciales que se conservan en Bruselas, y en su día se construyeron para resguardar a los ciudadanos de la lluvia, que podían serpentear por ellas mientras decidían si comprar o quizá sentarse en alguno de sus cafés, donde también se sentaron en otro tiempo personajes como Alejandro Dumas o Víctor Hugo.

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Eran muy exclusivas, (en los primeros años se cobraba entrada, y era más cara de jueves a domingo). Están divididas en tres zonas: la Galería del Rey, la Galería de la Reina y la Galería de los Príncipes. A día de hoy siguen siendo uno de los principales atractivos de Bruselas y puedes visitarlas, pues están muy cerca de la Grand Place.

Eran muy exclusivas, en los primeros años se cobraba entrada, y era más cara de jueves a domingo

Pasaje Gutiérrez (Valladolid)

La galería comercial se encuentra situada entre Fray Luis de León y Castelar y fue concebida a instancias de Eusebio Gutiérrez, quien la encargó en 1886 al arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina, autor del colegio San José de Valladolid. Ejemplo de arquitectura beaux-artiana, toma como ejemplo las galerías comerciales que ya habían aparecido en Francia o Italia, y pretendía comunicar la Plaza Mayor y la catedral.

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(Wikimedia).

La galería se desarrolla en dos tramos, enlazados por una rotonda bajo una gran cúpula de cristal que cobija una escultura que imita el renacentista Mercurio de Juan de Bolonia como representación del dios del comercio. Una zona elegante destinada a la burguesía alta de la ciudad.

Diseñadas para perderte por sus angostos túneles, las galerías comerciales concebidas en el siglo XIX todavía se mantienen en pie a día de hoy, y suponen una pequeña cápsula del tiempo. Una manera de preservar el pasado, cuando el consumo estaba pensado para unos pocos y el mundo parecía exótico, lujoso y diferente. Por toda Europa, desde Italia a San Petersburgo y también en nuestro país, surgieron los pasajes en los que escritores, políticos o poetas se paseaban, tomaban un café o incluso vivían, gestando ideas de futuro para sus obras.

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