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¡Cuidado! Si viajas hasta aquí corres el riesgo… de querer quedarte
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¡Cuidado! Si viajas hasta aquí corres el riesgo… de querer quedarte

No es uno de los destinos más típicos para irse de vacaciones, pero Colombia es, sin duda, uno de los más interesantes y te va a atrapar desde el primer momento

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Macondo nunca existió. El realismo mágico de Gabriel García Márquez dibujó en sus novelas un pueblo onírico cuyo nombre resuena hoy en el lenguaje universal de la literatura. Pero la genialidad de Gabo creando ese pueblo ficticio despertó el interés de medio mundo por su Colombia natal, la misma que inspiró al premio Nobel de Literatura a través de sus gentes, de sus tradiciones y de sus viajes. “La vida es como son los viajes: no es lo que uno vivió, sino lo único que uno recuerda y cómo lo recuerda para contarlo”, solía decir el escritor. Los planes turísticos a Colombia empiezan con la inquietud y terminan con la melancolía. Mientras los colombianos luchan contra el estigma de habitar en un país peligroso, acogen a sus visitantes con la única advertencia de que es una tierra no apta para enamoradizos: “El único peligro que corres es el de querer quedarte”.

Colombia abre sus brazos a todo aquel que quiera conocerla sin prejuicios. En la agencia de viajes PANGEA te ayudarán a desprenderte de ellos y a descubrir todo lo que esconde este maravilloso rincón del planeta. Una síntesis de los ingredientes más atractivos de América del Sur: Amazonas, Andes y Caribe –entre otros muchos– que se ven acompañados del carácter acogedor de grandes ciudades como Bogotá. La capital es uno de los puntos de partida más frecuentes al viajar a Colombia y ha sufrido una importante transformación que la convierte en una de las localizaciones más ricas de la región andina. Divertida y diversa, esta enorme urbe –casi tres veces más grande que Madrid y con 1.922 barrios en su mapa– es un hervidero de vida, cultura y contrastes.

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Colombia. (Pangea)

La antigua Santa Fe, fundada en 1538 por Gonzalo Jiménez de Quesada, se ha convertido en uno de polos de creación artística y cultural más importantes del mundo. No en vano, Alexander von Humbolt la denominó la ‘Atenas de América’ ya en el siglo XIX. Entre sus máximos exponentes aparecen artistas como el pintor Fernando Botero, que regaló a los colombianos –y, por ende, al mundo– la colección de arte contemporáneo más completa de América del Sur.

Bogotá también permite seguir los pasos del propio García Márquez en una ruta que incluye lugares como el Café Pasaje, recuerdo de las tertulias entre intelectuales y universitarios de la década de los 80. Un punto histórico en el que disfrutar de otro de los símbolos culturales de Colombia: el café. Allí su vieja ‘greca’ de aluminio –nombre que recibe un tipo de especial de cafetera– prepara medio millar de cafés al día, siempre recién hechos. El Museo del Oro es otra de las visitas obligadas en la capital, uno de los lugares más fascinantes del mundo, en el que descubrir la leyenda de El Dorado y la historia precolombina del país.

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Bogotá.

Relativamente cerca de Bogotá se encuentran dos puntos a los que merece la pena llegar. El primero de ellos es la Villa de Leyva, en la parte oriental de la cordillera de los Andes. Este pueblo conserva en sus calles el encanto colonial y exhibe orgulloso su importante pasado arqueológico, que se remonta 14.000 años atrás. Más cerca aún de la capital se ubica la Catedral de Sal de Zipaquirá, un espectacular templo excavado en una antigua mina de sal que se ha convertido en uno de los atractivos de la zona de Cundinamarca. El original, labrado por los mineros, ya no se puede visitar. Tuvo que ser clausurado en 1992 por fallos estructurales.

Siéntete como Juan Valdéz

Colombia huele a café por sus cuatro costados pero, si hay una zona en la que te puedes sentir como un verdadero Juan Valdéz, es el Eje Cafetero. Este bellísimo enclave, reconocido en 2011 como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, agrupa puntos como el Valle del Cauca o Salento –cuna del árbol nacional de Colombia, la palma de cera– en los que la magia de lo rural, de sus extensas haciendas y cafetales dejan su imborrable poso en la mente del viajero. Al más puro estilo del personaje publicitario, es un lugar perfecto para recorrer el Parque Nacional del Cocora a lomos de un caballo.

El legado paisa que pervive en este recóndito punto de Colombia conquista el alma y el estómago de los amantes de la gastronomía con platos tradicionales como la bandeja paisa o las arepas antioqueñas. Y si lo que tienes es ganas de fiesta, no dejes de visitar Cali, la capital mundial de la salsa. No obstante, la rumba se extiende por los cuatro puntos cardinales de Colombia.

Un país envuelto en naturaleza

La magia de este país reside en gran parte en la enorme variedad de ecosistemas que la recorren: de sus espesos bosques entre brumas de la zona cafetera a la selva del Chocó. Un auténtico paraíso ecuatorial en el que aún viven comunidades indígenas. En esta vertiente del Pacífico, en su parte más meridional, se encuentra un lugar fascinante para disfrutar del océano en todo su esplendor. En las islas Gorgona y Malpelo podrás bucear entre tiburones martillo y avistar ballenas jorobadas, uno de los espectáculos más increíbles del planeta.

Cartagena de Indias. (iStock)
Ante tanta diversidad resulta complicado no volver a visitar Colombia en un segundo viaje. Grandes ciudades como Medellín –en la zona de Antioquía– o pueblos tan singulares como Cartagena de Indias –en la vertiente caribeña– justifican el regreso. Este último conserva las famosas murallas que protegieron a esta joya colonial de los ataques de piratas legendarios como sir Francis Drake, permitiendo disfrutar de la belleza arquitectónica y el encanto bohemio de barrios como el de Getsemaní. Santa Marta, la ciudad en la que falleció Simón Bolívar, es otro de los enclaves caribeños imprescindibles. Además del atractivo marítimo, este lugar es famoso por ser la urbe más antigua de Colombia y la segunda de América del Sur en cuanto a edad se refiere.

La fiesta y la diversión tienen sus máximos exponentes en Barranquilla. Su carnaval, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, recoge todo el folclore de la costa en una fiesta de música y color por las calles de la ciudad. Para poder vivirlo es necesario estar allí cuatro días antes del Miércoles de Ceniza. Naturaleza, cultura, historia, gastronomía, aventura… Colombia es infinita y no apta para enamoradizos. Llegar es fácil. Volver… solo si eres capaz de vencer la melancolía.

Macondo nunca existió. El realismo mágico de Gabriel García Márquez dibujó en sus novelas un pueblo onírico cuyo nombre resuena hoy en el lenguaje universal de la literatura. Pero la genialidad de Gabo creando ese pueblo ficticio despertó el interés de medio mundo por su Colombia natal, la misma que inspiró al premio Nobel de Literatura a través de sus gentes, de sus tradiciones y de sus viajes. “La vida es como son los viajes: no es lo que uno vivió, sino lo único que uno recuerda y cómo lo recuerda para contarlo”, solía decir el escritor. Los planes turísticos a Colombia empiezan con la inquietud y terminan con la melancolía. Mientras los colombianos luchan contra el estigma de habitar en un país peligroso, acogen a sus visitantes con la única advertencia de que es una tierra no apta para enamoradizos: “El único peligro que corres es el de querer quedarte”.

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