Un nuevo inquilino llega a la corrala: Manuel es acogido por la familia Garcés en 'La Moderna'

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La serie diaria que está ambientada en el salón de té 'La Moderna' mantiene su éxito en La 1 de RTVE. Los fans siguen muy pendientes de las tramas que rodean a todos los personajes. El amor está en el aire, mientras que las investigaciones y los robos inesperados están a la orden del día. Don Jaime sigue inquietado por la noticia del asesinato de Balbín e intenta dar una respuesta a su repentina desaparición. Mientras, Doña Carla, intenta disimular ante Iñigo y su marido.

Rosario sigue apurada por las estrecheces económicas como ocurre cada mes cuando tienen que pagar el alquiler a Don Braulio. Por su parte, Luisa se ofrece a ayudar a su familia pero su madre no quiere que desperdicie su futuro y paralice sus estudios. Su hijo Pablo también se ofrece para trabajar en el taller, pero su madre no quiere ni oír hablar del tema. Mientras, Rosario piensa junto a Matilde la mejor forma de tapar el agujero que tienen en su bolsillo familiar.

La mujer quiere ceder su habitación a un nuevo inquilino que les va a ayudar a aliviar su economía. Pero a ninguno de sus hijos les parece una decisión acertada meter a un desconocido en casa. Se trata de Manuel: todos piensan que quiere ganarse la confianza de su madre, mientras que Clarita es la única que parece conforme con la nueva llegada. A la final Matilde entiende que puede ser algo bueno para todos.

La conquista amorosa de Cañete

Cañete se sigue dejando aconsejar por Miguel sobre las mujeres. El camarero "quiere coger el toro por los cuernos" para conquistar a Trini. No quiere experimentar el fracaso y por esa razón Miguel le recomienda ir con cautela y no ser tan directo. Por su lado, Pietro se encuentra algo desanimado por la ausencia de su hijo Giancarlo y Esperanza hace uso de sus dotes de enfado y discusión, sin gran efecto.

El italiano se encuentra decepcionado por su hijo, que piensa que no le quiere al mismo nivel que él lo hace. Antonia le anima e intenta aportar tranquilidad, asegurando que seguro que Giancarlo tiene una explicación coherente. Antonia tiene una idea ocurrente: va a apuntar a Pietro a un concurso de pasteles que le ayudará a sonreír como antes.

La celebración del logro

Mientras, en el salón de té La Moderna se encuentran en un nuevo día las dependientas en su cuarto, orgullosas de lo que han conseguido. Un espacio lleno de trastos que se ha convertido en un espacio de descanso que ya merecían. Matilde, después de ver de lo que son capaces, se muestra con ganas de seguir luchando por sus derechos como trabajadoras.

Luisa y Emilio, confidentes

Rosario sigue preocupada por los rumores que acechan sobre el padre de Emilio y Raimundo, que está en la cárcel. La matriarca piensa que no son buena compañía para su hija Luisa y se lo quiere hacer ver para que no le lleven por el mal camino. No quiere más problemas para su familia.

Sin embargo, Emilio y Luisa comparten un rato agradable, mientras que la joven se atreve a preguntarle sobre el destino de sus padres. El joven se sincera, pero niega cualquier rumor, aunque se siente nostálgico tras recordar que sus padres les abandonaron a su hermano y él en un orfanato.

Marta, presionada por su tío

Por otro lado, Marta entra en el despacho de Don Fermín, pero se da cuenta de que no está hecha para los robos. Su tío, con miedo de que el usurero le haga la vida imposible, busca otra solución. Le pide a su sobrina que busque algo de lujo y la joven se siente presionada ante la amenaza de tener que huir al pueblo y dejar el trabajo. Así es como finalmente vuelve a atreverse a entrar a robar sin que nadie la vea y esta vez sí lo consigue. Aun así, la joven no se siente orgullosa de su hazaña.

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Mientras, Doña Carla está a base de tilas y Don Jaime le nota algo inquieta. Los nervios se apoderan de ella y en un juego de mentiras y manipulación, se lleva a su marido a su terreno. El empresario termina pensando que su mayor temor es que tenga una doble vida como Balbín y la villana le confiesa que ese es su mayor miedo. Todo para distraer la atención de lo que realmente sucede.