'La otra chica negra' (Disney+) se pierde entre la burla a la supremacía blanca y el terror

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La escritora Zakiya Dalila Harris publicó su novela La otra chica negra en 2021 como una mirada crítica hacia el mundo editorial y empresarial, especialmente desde un ángulo social concreto, posicionado en cuestiones de raza. Con su historia de toques personales, contada de una manera mordaz e inteligente, ponía sobre la mesa cuestiones sobre la creación de oportunidades para los negros en la ciudad de Nueva York, en un mundo contemporáneo donde se dan las situaciones más risibles en un contexto realmente preocupante.

Ahora, la autora se ha asociado a la actriz y productora Rashida Jones, conocida por su papel en series como Parks and recreation o The office, para trasladar sus páginas a la pantalla. El resultado es una serie del canal Star+, que el servicio de pago Disney+ estrena este miércoles, que combina elementos de comedia banal con secuencias de miedo psicológico.

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El mundo corporativo es el gran protagonista en este relato de terror desdoblado, en el que Nella (Sinclair Daniel), la única empleada negra de una empresa editorial, conoce a la que será su compañera de mesa, Hazel (Ashleigh Murray), la "otra chica negra" del título que podría convertirse en una gran aliada frente a un mundo predominado por directivos blancos, pero que termina convirtiéndose en su infierno en vida.

Nella debe pasar por procesos inmorales cuando le obligan a opinar a favor del nuevo libro que publicará su compañía, el de un autor bobalicón, blanco y con delirios de grandeza (interpretado por Brian Baumgartner, conocido también por The office), que ha construido un personaje negro que cumple con todos los tóxicos clichés de raza. Aquí comienza su viaje de pesadilla, en el que la protagonista no solo comienza a tener amenazantes visiones fantasmagóricas de un pasado que parece llamar a su puerta, en un escenario laberíntico de oficinas y luces de neón, sino que también deberá lidiar con un círculo laboral en el que nadie parece entenderla.

Abordar el terror desde lo cómico

La combinación de géneros no parece terminar de encajar bien en la producción de la plataforma del famoso ratón: ni sus escenas de terror son realmente pavorosas, ni su humor, latente en cada línea de diálogo, provoca la simpatía por unos personajes secundarios planos, sin aristas, recreados para la burla.

La ficción aborda la ridícula falta de referentes en una sociedad discriminatoria

El humor sobre la supuesta ignorancia blanca se queda sin energía a medio camino, y lo peor de todo, carente de personalidad: ¿pertenece a los gags de una sitcom norteamericana, que tan bien le podían sentar a la también mirada corporativa de Casi muertos (Disney+), o trazan una sátira social más cercana a The White Lotus (HBO Max)?

La ficción aborda curiosos interrogantes acerca de la moralidad de los empleados frente a sus superiores, así como la ridícula falta de referentes en una sociedad moderna, que todavía discrimina a determinadas razas bajo el escudo de lo que es políticamente correcto, y en cuyo saco también se podría añadir otros sectores y minorías. Pero sus fracasados gags tienen un doble efecto cuando la serie pretende tomarse las cosas con seriedad, y abordar el fatídico camino de Nella. El atrevido juego de géneros acaba perjudicando el mensaje necesario de la serie, en pos de un divertimento pasajero de escaso calado.

La otra chica negra es una oportunidad poco aprovechada de establecer una conversación sobre todo aquello que una persona está dispuesta a aguantar, con la máxima de cumplir con las expectativas sociales y autoimpuestas. A la práctica, queda como un anecdótico ejemplo narrativo de un uso aceptable del doppelgänger, o desdoblamiento de la identidad, y la proyección de los demonios internos sobre otra persona ajena a ellos.