La jugarreta de 'GH VIP 8' con Oriana, horas después de haber amenazado con abandonar la casa

La organización de Gran Hermano VIP ha puesto en un serio aprieto a Oriana Marzoli. Después de haber alertado con abandonar el concurso por no soportar no ver a su novio, el programa le ha lanzado una carísima propuesta, en directo.

Una de las grandes bazas de esta octava edición del reality show de Telecinco es jugar con el botín del ganador del concurso. Si durante el debate tuvieron que decidir si gastar 3.000 euros para darle una cesta de comida a los habitantes de la cueva, ahora el precio a pagar porque una de ellas vea a su pareja ha sido mucho más desorbitado.

Tuvo que decidir si ver a su novio, a cambio de gastarse 12.000 euros del botín común

Daniele Da Moro se ha sentado en el mismísimo sillón del confesionario y Oriana ha asistido a ello por la pantalla del salón de la casa. Sin pedir ni permiso, corrió hacia él, con la intención de reencontrarse, pero el equipo ya lo había sacado de allí. Si quería ver a su novio durante 3 minutos, la venezolana tenía que restar 12.000 euros de una tacada del premio final de todos. Es decir, 4.000 euros el minuto.

Aunque, sin pensarlo, dijo "¡pago!". En cuanto Marta Flich le explicó que tenía que darle un mordisco al botín de todos, se vino abajo. "¡Quiero verlo, por favor! ¡Te lo suplico! ¡Déjame verlo, os lo suplico!", le gritaba a la presentadora a través de la pantalla y completamente bañada en lágrimas.

Sin embargo, el desconsuelo fue a más durante la publicidad. La organización conectó inmediatamente con la casa y explicaron que tuvieron que sacar a la concursante del confesionario, casi al borde de la ansiedad, por no poder acceder a Daniele. La joven tenía completamente claro que, de ser su propio dinero y no del premio común, pagaría.

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Á. R

Es más, Marzoli retó al equipo de Zeppelin TV a aceptar la tentación, pero si se quedaba como concursante de pleno derecho. Algo a lo que se negaron en rotundo. Finalmente, y asesorada por sus compañeros, Oriana decidió declinar la oferta, pero a cambio de un mal rato vivido en directo.