Kiko Matamoros se desarma como nunca en 'Supervivientes': "No me queda mucha vida"

Kiko Matamoros ha sido el primero en estrenar el mítico Puente de las emociones de 'Supervivientes 2022'. El contertulio de 'Sálvame' ha sacado de sus adentros el sentimiento de culpabilidad con toda su familia y ha pedido perdón a sus hijos por el tipo de padre que ha sido debido a sus adicciones.

Muchos telespectadores se han encontrado con el lado de Matamoros que menos muestra en televisión. El colaborador de televisión ha echado lágrimas al compartir con todos de lo que se arrepiente en su vida, además de recibir como recompensa a este esfuerzo un pergamino con cuatro cartas de cuatro de sus cinco hijos. A la quinta, Ana Matamoros, también le ha dejado claro que, "me tendrás aquí siempre, quieras o no quieras. O quieran otros o no".

"Fui un cobarde y un miserable, y no me lo perdono"

El lacrimógeno pasadizo por sus emociones empezó con la palabra vergüenza. "Hay algo que me avergüenza en mi vida, que es mi papel de padre. Creo que no he sabido estar a la altura de lo que mis hijos se hubieran merecido", dijo, rompiéndose en dos, en esta primera parte del puente. Sin embargo, Matamoros ha reconocido que ya se ha reconciliado con todos ellos, salvo con la que comparte con María José Glaever (Makoke), que ni tan siquiera ha querido participar en esta clásica ceremonia psicológica del concurso de Telecinco.

El siguiente peldaño hablaba de decepción. "Me siento decepcionado conmigo mismo, porque he desbaratado muchas cosas en mi vida. He tirado dinero o me lo han quitado y podía haberle dejado a mis hijos otro patrimonio", reaccionaba, en clara alusión nuevamente a su papel como padre. "He elegido ser un monigote televisivo", asume algo resignado.

Cuando saltó a la zona de la culpa fue cuando se derrumbó por completo: "Mi madre murió víctima de una metástasis, pero tenía una demencia. Es la persona que más he querido, me daba mucha pena de verla y no tuve cojones para visitarla en su último año de vida porque me daba miedo de que no me reconociera. No me lo perdono, no he sido capaz ni de esparcir sus cenizas. Fui un cobarde y un miserable y no me lo perdono", expulso bañado en lágrimas hablando de su madre.

Perdón fue la siguiente palabra. "Perdón quiero pedirle a mi padre, porque he relatado episodios de mi vida con mi padre y experiencias que debía de habérmelas ahorrado. He aprendido a querer a mi padre cuando ya no ha estado", ha dicho, haciendo especial hincapié en todo lo que, a pesar de su relación con él, le enseñó su padre. "Se lo debo todo a él. Le agredí públicamente y quiero pedirle perdón, a él, a mi madre y a mis hermanos", ha añadido.

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La zona final del puente no fue menos agradable, ya que ha recordado su dramática y casi fatal etapa con el mundo de las drogas. Tocó hablar de muerte. "He jugado con la muerte, porque he entendido la vida como una aventura por ser 50 años adicto a la cocaína", ha reconocido, además de recalcar que lleva casi tres meses en tratamiento para desintoxicarse y que su situación de salud ha estado al límite hasta de "casi tener necrosada la mucosa y no poder casi respirar". "Sé que no me queda mucha vida, tengo 65 años, pero la vida que me queda sé con quién quiero vivirla, cómo y de qué manera", ha rematado.