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'Videocracy', el documental que vetó Berlusconi
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'Videocracy', el documental que vetó Berlusconi

Erik Gandini recibió una escueta nota de la Rai en la que se le comunicaban las razones por las cuales el tráiler de su documental, Videocracy,

Erik Gandini recibió una escueta nota de la Rai en la que se le comunicaban las razones por las cuales el tráiler de su documental, Videocracy, jamás sería emitido en la televisión pública italiana. Fue entonces cuando Gandini, ciudadano italiano ‘exiliado’ voluntariamente a Suecia, comprendió que probablemente se había quedado corto, que su filme "había infravalorado la situación que de verdad existe en Italia".

¿Tiene cabida la libertad de expresión en un país en el cual una sola persona posee la práctica totalidad del sector audiovisual? Esa es una de las preguntas que lanza Videocracy. Y la sociedad italiana ha recogido el guante, sobre todo después de conocer la noticia del veto del documental en la cadena pública.

Los responsables del festival de Venecia, sin embargo, han tenido menos reparos en mostrar a las masas el trabajo de Gandini. Videocracy, coproducido por Zentropa, la compañía de Lars von Trier, ha participado en la Semana de la Crítica de la Mostra y ha sido calificado de "valiente" por cierto sector de la crítica italiana.

De cómo mantener ocupadas a las masas

Dos tesis fundamentales vertebran este trabajo. La primera se resume en esta frase del director: "Todo el mundo sabe que Silvio Berlusconi ha conseguido ser primer ministro gracias a la televisión, ya que el 80% de los ciudadanos italianos se informan únicamente a través de este medio".

La segunda de las tesis es algo más abstracta: la televisión sería utilizada por el primer ministro italiano como herramienta fundamental de ‘atontamiento’ social. "La máxima de Berlusconi es la sonrisa, fachada -dice el documental- de un sistema político que está muy ligado al entretenimiento". "Aquí divertirse es una religión. Parece que es la única cosa importante para un italiano. Lo banal se ha convertido en un arma del poder", añade Gandini.

Como telón de fondo de esta amalgama de reflexiones, una crítica feroz al conjunto de valores que este sistema ha transmitido a los jóvenes. "Todas las chicas quieren ser velinas (término que designa a cierto tipo de bailarinas en la televisión italiana), ser famosas, guapas, casarse con futbolistas". La televisión, sostiene Gandini en el metraje, se ha llenado de señoritas esculturales y ligeras de ropa dispuestas a entretener a la nación, mientras otros se hacen con ella.

De Torino, al cielo

La fecha clave es 1976, año en el que triunfó un programa en Tele Torino, Spogliamoci insieme (Desnúdemonos juntos), en el que varias chicas se quitaban una prenda cada vez que un espectador acertaba una pregunta. Un joven milanés vio en este espectáculo una oportunidad de negocio, así que compró esa pequeña emisora. Ese joven se llamaba Silvio Berlusconi. De ahí, al imperio mediático de Mediaset.

Berlusconi no es, ni de lejos, la única personalidad que sale mal parada en este documental, aunque el resto están relacionadas de algún modo u otro con él. Destaca el retrato que se hace de Lele Mora, representante de famosos y amigo personal del primer ministro, quien organiza fiestas muy divertidas para elegir a las nuevas velinas y reconoce abiertamente ser seguidor de Benito Mussolini.

La polémica está servida.

Erik Gandini recibió una escueta nota de la Rai en la que se le comunicaban las razones por las cuales el tráiler de su documental, Videocracy, jamás sería emitido en la televisión pública italiana. Fue entonces cuando Gandini, ciudadano italiano ‘exiliado’ voluntariamente a Suecia, comprendió que probablemente se había quedado corto, que su filme "había infravalorado la situación que de verdad existe en Italia".

Silvio Berlusconi