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Vamos a jugar a la arqueología
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Vamos a jugar a la arqueología

La saga de La momia nació en 1999 como respuesta adaptada a los nuevos tiempos del arqueólogo-héroe que bordase Harrison Ford con su Indiana Jones. Más

La saga de La momia nació en 1999 como respuesta adaptada a los nuevos tiempos del arqueólogo-héroe que bordase Harrison Ford con su Indiana Jones. Más efectos digitales, más bromas adaptadas a todos los públicos y un héroe, Rick OConnell, mucho más tontorrón.

En la primera película de la saga el entretenimiento estaba servido gracias a una aceptable base argumental y a una dirección que supo hacer buenos gags visuales. Pero en la segunda parte, El regreso de la momia, ya se le comenzaron a ver las orejas al lobo: un desfasado uso de efectos especiales sobre una poco cuidada escritura terminaron por desgastar antes de tiempo a este nuevo héroe encarnado por Brendan Fraser.

En esta tercera parte, La tumba del emperador Dragón, se terminan de poner al descubierto las debilidades de estas aventuras, unos defectos que acusa por lo general el cine de aventuras actual: al desfase de efectos se suma la acumulación desordenada de secuencias de acción y una serie de bromas metidas con calzador preparadas para conquistar, sin mucho esfuerzo, al gran grueso del público.

La Momia 3 exhibe más que nunca su mal mezclado cocktail de lo que en esta ocasión son problemas de familia y una acción desbordada e indigesta basada en el más es más. Brendan Fraser y Maria Bello –que sustituye a Rachel Weitz- interpretan a Rick y Evelyn O’Connell, unos retirados padres de familia que se reúnen con su hijo Alex, Luke Ford, en China y cruzan sus misiones en tierras orientales mientras intentan solucionar sus diferencias paternofiliales.

La casualidad rige el avance de la trama. Demasiada confrontación con la lógica –hasta Indiana Jones, el rey de las casualidades, lo sabe- resta interés a lo que se nos está contando. Además, las limitaciones son las que dan emoción al asunto y no los recursos estrambóticos de los que aquí tiran los personajes: Yetis, capacidades demasiado increíbles y una suerte que ya la quisieran muchos para sí. Un ejercicio, en definitiva, hecho para la exhibición de unos efectos especiales desmesurados y no para el desarrollo de una buena historia. Puro lenguaje de videojuego. Triste futuro del cine de aventuras.

LO MEJOR: La escena inicial.

LO PEOR: Los forzados problemas familiares.

Criterio de valoración:
Obra maestra.
Muy buena.
Buena.
Interesante.
Regular.
Mala.

La saga de La momia nació en 1999 como respuesta adaptada a los nuevos tiempos del arqueólogo-héroe que bordase Harrison Ford con su Indiana Jones. Más efectos digitales, más bromas adaptadas a todos los públicos y un héroe, Rick OConnell, mucho más tontorrón.