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Ikea ahora vende las 'chapuzas' del hogar con las que fracasaron las 'startups' españolas
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UN GIGANTE EN TIERRA DE 'STARTUPS'

Ikea ahora vende las 'chapuzas' del hogar con las que fracasaron las 'startups' españolas

Jobin, el Uber de los 'manitas' españoles, ha despedido al 85% de la plantilla. Algo que vuelve a mostrar las dificultades para hacer negocio del contacto entre particulares y autónomos

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Foto: Reuters.

El rey de la decoración, la multinacional sueca Ikea, quiere también ser el de las 'ñapas' domésticas. Al menos en España, donde su filial 'TaskRabbit' anunció que empezaba a funcionar, finalmente, en Barcelona. Adquirida en 2017, esta plataforma lo que hace es poner en contacto a particulares con manitas para que les ayuden, por ejemplo, en una mudanza. Pero también en cargar un sofá por la escalera, algo de bricolaje o incluso plantar maceteros en la terraza. En la Ciudad Condal y los centros del área metropolitana se podrán contratar estos servicios para el montaje de los productos, aunque las instalaciones más complicadas, como cocinas, quedan todavía bajo la responsabilidad de su plantilla. El resto serán derivadas a esos autónomos que estén dados de alta en dicha comunidad.

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La idea de integrar estos servicios domésticos en su catálogo no es ni mucho menos exclusiva de la firma escandinava. Wallmart, el gigante de la distribución estadounidense lo hace desde tiempo atrás, lo mismo que Home Depot, una especie de Leroy Merlín pero 'yankie'. Sin embargo, en nuestro país, este negocio ha sido hasta el día de hoy una cuestión de un puñado de 'startups' que han intentado conquistar ese negocio de ejercer de intermediario entre un particular y el profesional que se lo puede dar. Un terreno que ha demostrado ser fanganoso y que se ha cobrado más de un fracaso y cambios de rumbo rádicales para salvar, nunca mejor dicho, los muebles.

Jobin, el último tropiezo

La idea con la que nació Jobin en 2016 era esa. Facilitaba un espacio, en su app y su web, donde los usuarios publicaban una 'chapuza' a realizar -por ejemplo, pintar una casa- en la que indicaban la franja horaria y otros detalles a tener en cuenta. Los profesionales 'pujaban' por ello. El papel lo aguanta todo. Ahí ganaban todos: el cliente, que se evitaba un rosario de llamadas hasta dar con un presupuesto; el autónomo de turno, que se ahorraba el grueso de las labores comerciales, y también la plataforma, que se llevaba una pequeña comisión. Pero al final la realidad ha supuesto un jarro de agua fría para las expectativas de esta compañía. A la hora de la verdad, la dificultad para conseguir clientes recurrentes les obligó a dar un golpe de timón y rehacer su estrategia.

Una metamorfosis empresarial nunca fácil que se produce en una situación económica delicada que les ha obligado a tomar decisiones drásticas para asegurar la viabilidad de la empresa y mantener a raya el fantasma de una suspensión de pagos, de una empresa que apenas hace medio año se daba golpes de pecho para celebrar que tenían una ronda de financiación por valor de un millón de euros a punto de caramelo.

placeholder Jobin.
Jobin.

El año anterior, en 2017, ya habían conseguido levantar 380.000 euros a través de 'The Crowd Angel' e inversores a los que habían conseguido atraer. Compañías como Multiasistencia, propiedad de Allianz Seguros, también entraba en el capital. Figuras de renombre en el mundo de las 'startups' como Bernardo Hernández (Verse, Citybox) o Jesús Alonso se unían a una nómina de 'mecenas' en la que ya estaban Angel Cano, exdirectivo de BBVA; o Carlos Blanco, ambos muy conocidos en los círculos 'entepreneurs' del mercado patrio.

Sin embargo, todo se torció semanas más tarde. El 24 de diciembre su fundador, Jorge Oliveros, recibe una mala noticia: el fondo que iba a cubrir la mitad de esta nueva ampliación de capital se retira, tras más de siete meses de trabajo. "Nunca nos quedaron claros los motivos por lo que hicieron eso. No fuímos los únicos, pero no se dijo exactamente el por qué después de tanto tiempo codo con codo", explica Oliveros, también CEO de la compañía. Añade que además esa retirada causó daños colaterales en inversores de menor tamaño que decidieron también no ampliar su participación.

Despidos y un millón frustrado

Este cambio de guión les ha obligado, como reconocen en Jobin, a tomar "medidas agresivas" para no tener que verse abocados a un situación aún más grave. El objetivo es llevar la empresa al terreno de la sostenibilidad en el corto plazo. Una de ellas ha sido un recorte de plantilla del 85%, que ha quedado reducida prácticamente a la mínima expresión. "El negocio y los recursos estaban sobredimensionados", explica Oliveros, que no deja de reconocer que el momento es delicado y los acuerdos que se cierren en las próximas semanas es crucial.

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Annie Gray. (Unsplash)

El cambio de rumbo de esta compañía, que ya se había iniciado antes de que estallase esta crisis, se ha acelerado. El particular ha dejado de ser su público predilecto, aunque siguen ofreciendo los servicios. Han apostado por lo que en el mundo de los negocios se llama B2B, es decir, servicios para otras empresas. Se dirigen a tres niveles. Una de ellas, de cajón: las aseguradoras. "Lo primero que piensas cuando tienes algo así es si te lo cubre la póliza. Ahí, tanto cuando sí lo cubre como cuando no, entramos nosotros", explica Oliveros.

Hay seguros del hogar que te cubren hasta el montaje de muebles. Las otras dos patas sobre las que pretenden sostener Jobin son plataformas como AirBnb o Badi, ofreciendo al inquilino y el propietario maneras fáciles de solucionar contratiempos así como el 'retail', trabajando con grandes superficies. Entre sus socios se cuentan Carrefour o Conforama. Ahora trabajan para anunciar nuevos acuerdos en las próximas semanas. Acuerdos que se antojan vitales.

Un negocio con muchos peros

"El modelo, ahora que se han enfocado al mundo de las empresas, es realmente interesante", comenta un inversor de la firma, que pide prefiere mantener el anonimato. "Lo cierto que su orientación inicial tenía bastantes lagunas". Las dificultades que ha atravesado Jobin y su necesidad de poner patas arriba su modelo de negocio demuestra las barreras que se han encontrado estas plataformas que pretenden poner en contacto a particulares con 'freelances' y autónomos para estos encargos puntuales. "La comparativa con Glovo o con Uber no sirve por un simple motivo: el volumen de peticiones", explica un directivo de una empresa del sector.

El mayor problema: la frecuencia de peticiones y el bajo margen que dejan las 'chapuzas' domésticas

"¿Cuántas veces necesitas montar una tele, un mueble o hacer una mudanza? Quizá puede pasar un año y pico sin que necesites nada así o que lo hagas tu mismo. Además, la factura de estos trabajos rondará, la mayoría de veces, sobre 60 o 70 euros. Así que el porcentaje que cae en manos del intermediario es muy bajo", argumenta. "Ikea te lo soporta porque no tiene costes de plantilla asociados, este tipo de peticiones están al orden del día, las hacen sus empleado ya existentes y lo derivan a autónomos", remata.

Otros fallaron antes

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Foto: Efe.

La transformación contrarreloj que intenta llevar a cabo Jobin antes la llevaron otras. Una de ellas es Guudjob, una empresa que ya en 2014 se anunciaba como el 'Tripadvisor de los autónomos'. Ahora se ha reconvertido en una plataforma dirigida a la valoración de los empleados. EELP, que nació que una especie de 'Deliveroo' para el hogar, se ha transformado ahora en una plataforma que proporciona soluciones de 'software' para propietarios de edificios y gestores de comunidades para manejar las necesidades de los inquilinos. Hay otras que no supieron convertirse a tiempo, el caso del Heygo, un directorio de servicios similar a la primera versión Jobin, que en 2018 acabó cerrando tras un concurso de acreedores.

"Si han intentado varios dar con algo así con el Wallapop de las reformas domésticas y no se ha conseguido, es que el mercado es francamente complicado", argumenta fuentes del entorno de la empresa. Explican que sí vas a los "trabajos domésticos" sí que se puede generar recurrencia pero no "tendrás altos márgenes". Si, en cambio, se opta por ir a ser intermediario en reformas puedes "generar más margen" pero ni se fidelizará al cliente y se tendrá que intervenir más veces para solucionar "contratiempos". "Los que han triunfado lo han hecho con servicios para empresas con modelos similares a los de 'Rastreator' (captando peticiones y cobrándoselas a las marcas) o para particulares pero pasando por otras empresas", concluyen.

El rey de la decoración, la multinacional sueca Ikea, quiere también ser el de las 'ñapas' domésticas. Al menos en España, donde su filial 'TaskRabbit' anunció que empezaba a funcionar, finalmente, en Barcelona. Adquirida en 2017, esta plataforma lo que hace es poner en contacto a particulares con manitas para que les ayuden, por ejemplo, en una mudanza. Pero también en cargar un sofá por la escalera, algo de bricolaje o incluso plantar maceteros en la terraza. En la Ciudad Condal y los centros del área metropolitana se podrán contratar estos servicios para el montaje de los productos, aunque las instalaciones más complicadas, como cocinas, quedan todavía bajo la responsabilidad de su plantilla. El resto serán derivadas a esos autónomos que estén dados de alta en dicha comunidad.

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