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Compuertas y luz espacial: una noche en el primer hotel cápsula de España
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Como viajar en nave espacial, pero sin dinero

Compuertas y luz espacial: una noche en el primer hotel cápsula de España

Para dormir en una cápsula, ya no hay que viajar hasta Japón. Bilbao tiene el primer hotel de este tipo en España, pero no es un lugar en el que cualquiera querrá hacer noche

Foto: Esperando a Ripley. ( M. Cid)
Esperando a Ripley. ( M. Cid)

Un colchón viscoelástico de dos metros de largo por 1,2 metros de ancho y unos 15 centímetros de grosor. Así es la cama individual en la que pasé una noche, pero no está en un hotel cualquiera. Está dentro de una cápsula que bien podría ir a la deriva a bordo de una nave espacial surcando la galaxia. Dormir en el primer hotel cápsula de España es lo más parecido a vivir un rato en las tripas de '2001: odisea en el espacio' o 'Interstellar'. Es como viajar a Marte o a la superficie ardiente de Venus, solo que al despertar recuerdas con amargura que en realidad estás en un hostal de Bilbao sin dinero (o ganas) para pagarte un hotel de los de verdad. La precariedad hecha ciencia ficción nunca fue tan real.

El sueño de dormir en una cápsula sin tener que volar a Japón ya se puede hacer realidad en España. En Bilbao. Allí abrió sus puertas el pasado mayo el primer hotel de este tipo. En total, tiene 36 cápsulas individuales y 12 dobles. Su distribución es curiosa: se encuentran a lo largo de un pasillo iluminado en plan 'Star Trek' como si de literas se tratasen. Al que le toque la de abajo se tiene que agachar, mientras que el 'vecino de arriba' dispone de una pequeña escalera de tres peldaños. La entrada se hace por un lateral, con una puerta deslizante que se abre al pasar la tarjeta de acceso por un lector. Pero no, no va sola como en las películas, tienes que moverla.

Foto: Investigadores llevan tiempo desarrollando motores de iones como el de la foto. El MIT ha logrado ahora un nuevo avance en este frente. (Foto: AIAA)

¿Qué puedes encontrar dentro? Casi lo mismo que en una nave espacial, dados todos los botones y luces que te abruman en los primeros segundos. Lo primero que se ve al abrir la compuerta es el espejo tocador que hay en la pared lateral. Bajo el espejo se encuentra una botonera que permite encender las distintas luces (la del propio tocador, las dos de lectura o la del techo, que es azul) o activar el ventilador, además de enchufes y conectores USB.

placeholder El interior de la cápsula. (M. Cid)
El interior de la cápsula. (M. Cid)

No falta tampoco, bajo una pequeña caja fuerte, una tele de 26 pulgadas en el caso de las cápsulas individuales (32 en las dobles), que a falta de TDT sintonizada tiene un Amazon Fire Stick conectado, con acceso gratis a Prime Video. Amazon llega hasta el espacio. Por el precio (25 euros la cápsula individual y 35 la doble), no nos podemos quejar.

Vale, pero ¿qué tal se duerme?

La experiencia, digamos, va de menos a más. Al principio te sientes un poco enjaulado, atrapado. La emoción de imaginar que vas en una nave dura lo justo. En mi caso, me tocó la del fondo del todo del pasillo de individuales, en el nivel superior. Y es inevitable pensarlo: en caso de incendio, a ver cómo sales. Las sensaciones raras empiezan por tener que subir una escalera para llegar a mi 'habitación'. La luz azul del techo tampoco ayuda, ni poder ponerte de rodillas en la cama, porque das con la cabeza en el techo.

Poco a poco, sin embargo, te vas relajando y la idea que al principio te parecía una locura empieza a crecer en ti. Y te gusta. La cápsula no es ni mucho menos un ataúd, como las que se ven en reportajes de hoteles similares en Japón. A pesar de la altura, moverse es fácil, aunque al principio no llegaba a cerrar la puerta del todo: antes de enclaustrarte, tienes que hacerte a tu espacio vital, y lleva un tiempo.

placeholder (M. Cid)
(M. Cid)

Mientras lo intento, veo que van llegando vecinos, incluido el pasajero... digo cliente de 'abajo', un joven argentino de unos 30 años que lleva dos años viviendo en Madrid y viene a Bilbao por trabajo. Me quedo más tranquilo, no soy el único raro que viene a dormir aquí (aunque seguro que soy el que más cerca está de su casa: la tengo a 300 metros). Me atrevo a cerrar la puerta y trasteo con la pantalla. La sensación de encierro desaparece lentamente, gracias a las luces y colores de la cápsula.

placeholder (M. Cid)
(M. Cid)

Pasan los minutos, al igual que pasan los vídeos de YouTube o Twitch que veo en mi iPad mientras estoy tumbado boca abajo en un colchón que cada vez parece más cómodo. Tras alguna escapada fuera de mi habitáculo, va siendo hora de cerrar los ojos. La sensación de estar encerrado en una pequeña habitación de tres metros cúbicos, según dicen en su web, desaparece enseguida. Si la cama es buena, como es el caso, te olvidas rápidamente y haces justo eso a lo que has venido: dormir.

placeholder Tus 'enseres' al entrar. (M. Cid)
Tus 'enseres' al entrar. (M. Cid)

Siete horas después, sí, puedo concluir que las cápsulas son cómodas para dormir. ¿Elegiría una cápsula de este estilo para alojarme en una ciudad que no sea la mía? Si me limitase a ir al hotel las horas justas de sueño, sin problema, pero desde luego no es una opción para viajar en pareja y mucho menos en familia (en este hotel concreto, no aceptan niños). Y creo que habrá también dos tipos de personas a quienes no les gustaría nada esto: los claustrofóbicos (alejaos) y las personas de elevada estatura. Si rozas el 1,90, búscate otra opción.

En la nave nodriza

Si las 'habitaciones' son así de especiales, el resto del hotel tampoco se queda corto. De principio a fin, Optimi Rooms tiene una apariencia y diseño de líneas futuristas, como de nave nodriza. El blanco y negro predomina en todas las estancias, mezclado en las zonas comunes con el verde de la hierba artificial.

Pasar por las zonas comunes en alguna ocasión no es solo obligatorio para llegar a la cápsula, también lo es para dejar la maleta. Dado el tamaño de las habitaciones, es mejor no dormir junto a ella. Cada pasillo de cápsulas está precedido por un vestíbulo donde se encuentran taquillas de un tamaño bastante grande, que permiten guardar bolsas o maletas relativamente voluminosas.

placeholder El resto de la 'nave nodriza'. (M. Cid)
El resto de la 'nave nodriza'. (M. Cid)

Los baños no son muy grandes para la capacidad del hotel. Divididos entre mujeres y hombres, cuentan con tres duchas cada uno. Yo no tuve que esperar para darme una ducha al despertarme, pero fue muy pronto. Es de imaginar que en hora punta la cosa será diferente. Las zonas comunes se resumen en esos baños y un gran espacio seguido de la recepción, en el que se encuentra una cocina abierta y una mesa comunal para unos seis comensales. Hay libertad total para introducir comida, ya que el hotel solo ofrece la posibilidad de contratar un desayuno que se ofrece en un bar cercano. De hecho, la cocina cuenta con nevera, microondas y tostadora, además de todo el menaje necesario para hacerte algo improvisado.

placeholder (M. Cid)
(M. Cid)

Lo curioso es que, salvo la recepción, todo el hotel se encuentra a un nivel por debajo de la calle y la única salida (en apariencia, aunque seguro que hay alguna más de emergencia) parece esa. Se encuentra, por tanto, en la zona más alta de la calle Doctor Areilza, en el céntrico barrio bilbaíno de Indautxu. Dentro de la ciudad, lo cierto es que este nuevo hotel cápsula cumple su papel dentro de la oferta de hospedaje. Hay una amplia variedad de hoteles y hostales que crece año tras año, no faltan tampoco los Airbnb, pero los precios cada día son más altos. Siendo Bilbao una ciudad 'pateable' en dos o tres días, la presencia del hotel cápsula ofrece lo necesario para un viaje de esa duración a un precio razonable. Si aquí pagas 25 euros, un hotel de tres estrellas justito no baja de los 70. Bienvenida sea la competencia.

¿Cómo surge la idea?

Iñaki Zabala e Iker Caballero son los dos emprendedores detrás de este proyecto. La idea les vino de forma poco épica pero efectiva: viendo la tele. "Lo pensamos tras ver un documental sobre formas de vivir en diferentes países. Al ver cómo en Japón utilizaban el hotel cápsula para descansar, nos preguntamos mi socio y yo cómo es que todavía no habían llegado aquí este tipo de alojamientos. Era obvio que iba a acabar llegando y sería interesante adelantarnos", explica Zabala en conversación con Teknautas.

placeholder Los baños comunes. (M. Cid)
Los baños comunes. (M. Cid)

¿Cómo se elige una cápsula para montar un hotel de este tipo? ¿Por catálogo, se prueban en algún sitio? Iñaki señala que la elección fue como un flechazo, al descubrir que un fabricante chino de este tipo de módulos había desarrollado el modelo más amplio del mundo (entre el colchón y el techo hay 1,20 metros de altura), asegura, y que además contaba con entrada horizontal, huyendo de la entrada vertical que se solía emplear hasta ahora en estos habitáculos. Las probaron, incorporaron colchones viscoelásticos y adaptaron la pantalla al uso en nuestro país.

placeholder Que no falte el 'streaming'. (M. Cid)
Que no falte el 'streaming'. (M. Cid)

Sobre el diseño futurista del hotel, Zabala explica que en países donde estos hoteles son más habituales, como Japón o China, las cápsulas en sí son lo único que destaca. Ellos querían que no fuese así, que el concepto espacial se extendiera a todo el recinto para huir de esa sensación de solo dormir en un ataúd. Lo han logrado. Esta quizá sea la chispa que provoque la apertura de más hoteles cápsula en España. Por fin alojamiento barato de verdad y cuidado para visitar una ciudad. Que vengan más.

Un colchón viscoelástico de dos metros de largo por 1,2 metros de ancho y unos 15 centímetros de grosor. Así es la cama individual en la que pasé una noche, pero no está en un hotel cualquiera. Está dentro de una cápsula que bien podría ir a la deriva a bordo de una nave espacial surcando la galaxia. Dormir en el primer hotel cápsula de España es lo más parecido a vivir un rato en las tripas de '2001: odisea en el espacio' o 'Interstellar'. Es como viajar a Marte o a la superficie ardiente de Venus, solo que al despertar recuerdas con amargura que en realidad estás en un hostal de Bilbao sin dinero (o ganas) para pagarte un hotel de los de verdad. La precariedad hecha ciencia ficción nunca fue tan real.

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