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Improbable pero no imposible: por qué tu coche puede acabar ardiendo por sorpresa
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SE HAN REGISTRADO VARIOS CASOS ESTE AÑO

Improbable pero no imposible: por qué tu coche puede acabar ardiendo por sorpresa

Los vehículos alcanzan temperaturas muy elevadas y, aunque no es frecuente, pueden acabar ardiendo en situaciones en las que el conductor los lleva al límite de sus prestaciones o por averías

Foto: Los bomberos sofocan las llamas de un vehículo. Foto: Efe
Los bomberos sofocan las llamas de un vehículo. Foto: Efe

Coges el coche para ir a buscar a tus hijos al campamento de verano, lo dejas aparcado un momento y te llama la policía porque está ardiendo y han tenido que acudir los bomberos. Parece una pesadilla, pero es real: “Cuando llegué ya habían roto la luna para poder abrir el capó y habían sofocado el fuego”, relata María –prefiere no dar su nombre real–, que curiosamente había aparcado junto a un taller. “Salió un mecánico y me sorprendió porque dijo que no era algo infrecuente”, asegura. En cambio, en Volkswagen le aseguran que es rarísimo. Días más tarde le explican que fue una avería en el electroventilador, un dispositivo que sirve para mantener la temperatura del motor de los coches, que a su vez había originado el incendio en el filtro de partículas que rápidamente se extendió a las piezas de su alrededor.

Foto: Parte del equipo de la compañía Wireless DNA. (Foto: Wireless DNA)

Al margen del problema concreto, María sigue sin comprender cómo es posible que una simple avería pueda provocar que arda un coche: “Me dijeron que se podía haber quemado entero, salía muchísimo humo y la gente llamó rápidamente a los bomberos”. Después llegó su odisea con el seguro: aún teniendo una póliza a todo riesgo que le cubre incendios, no se hacen cargo porque se trata de una avería del coche. La broma ya supera los 3.000 euros.

Más casos

Este episodio, ocurrido hace unos días en Madrid, puede ser un caso poco habitual, pero no es único. Hace meses llamó la atención el incendio de un vehículo en Orense debido a una avería en el motor porque provocó cierto pánico, ya que se encontraba entre dos gasolineras. La Voz de Galicia informaba de que “quedó completamente calcinado”.

También fue sonado el caso de otro vehículo que el pasado mes de marzo comenzó a arder mientras circulaba en plena autovía en la provincia de Pontevedra, cuyo propietario también se detuvo junto a una gasolinera para pedir ayuda. El suceso provocó varios kilómetros de retenciones mientras intervenían los bomberos.

placeholder Foto: Efe.
Foto: Efe.

Estos dos últimos sucesos tienen algo en común: los coches eran BMW. La marca alemana ha tenido graves problemas por un defecto del sistema de recirculación de gases de escape en sus vehículos diésel, conocido como EGR. Hace un año, las autoridades de Corea del Sur comenzaron a investigar qué pasaba tras detectar más de 20 incendios en coches de esta compañía y BMW acabó por llamar a revisión a 1,6 millones de automóviles en todo el mundo.

A Mercedes-Benz le sucedió algo parecido poco antes. Llegó a contabilizar más de 50 incendios hasta que detectó un defecto de fabricación en varios de sus nuevos modelos más vendidos: un fusible podía fallar y provocar un cortocircuito que sobrecalentaba el coche hasta incendiarlo. Para solucionar el problema llamaron a revisión a un millón de vehículos.

Otros casos han pasado más desapercibidos por tratarse de modelos deportivos con escasas ventas, como el Audi R8, que hace una década registró varios incendios porque utilizaba un líquido para la dirección asistida que era bastante inflamable.

La clave: altas temperaturas

Aunque los problemas concretos sean diferentes en cada marca y en cada caso particular, existe una cuestión de fondo, según Rubén Fidalgo, especialista en automoción: “Los motores actuales funcionan a temperaturas más altas para obtener mayores rendimientos y menor consumo, a lo que hay que añadir que los vehículos diésel tienen que tratar los gases a una temperatura muy elevada para reducir emisiones”. En definitiva, los vehículos modernos soportan más calor tanto en los motores como en el sistema de escape y, por lo tanto, “el riesgo de incendios aumenta”.

Aunque en algunos talleres circula la idea de que uno de los motivos es que cada vez hay más piezas de plástico que abaratan los costes de producción y resultan más inflamables, este experto descarta tal explicación. “No es que los fabricantes estén usando materiales más baratos, son los mismos desde hace décadas, pero los coches generan mucha más temperatura que antes”, insiste.

En su opinión, el hecho de que el sistema de tratamiento de gases trabaje a grandes temperaturas es un reto para el diseño de los coches actuales y la causa última de muchos de los problemas que pueden ocasionar un incendio. “El filtro antipartículas es una pieza metálica que se pone al rojo vivo, a 900 grados centígrados, eso es mucha temperatura”, destaca.

Datos del RACE

No obstante, es difícil conocer cuál es el alcance real de este problema. En el Real Automóvil Club de España (RACE) tienen datos de coches incendiados, aunque no especifican qué porcentaje puede corresponder a los provocados por el motor. En los seis primeros meses de 2019 registraron algo más de 500 expedientes por incendios.

Esta cifra es ligeramente superior a la del año anterior, pero “este incremento se concentra casi exclusivamente en junio, con la ola de calor de final de mes agravando muchísimo los problemas derivados de falta de revisiones y mantenimiento”, aclaran. De hecho, “durante la ola de calor, en general, experimentamos un incremento del 16% en el número total de asistencias del RACE”.

En cualquier caso, consideran que estos datos son bastante bajos con respecto al total de incidencias y que “no se aprecia ningún incremento significativo en esta causa de asistencia en los últimos años”. Además, “los motivos por los que puede arder un motor son múltiples y no pasan necesariamente por el hecho de operar a temperaturas más altas”.

Antecedentes históricos: el Ford Pinto

Nadie se arriesga a afirmar que hoy en día haya más casos de coches incendiados que en el pasado, porque este problema no es nuevo en la historia de la automoción. De hecho, existe un precedente dramático: el caso del Ford Pinto. En los años 70 se registraron muchos incendios con víctimas mortales entre los ocupantes de ese modelo. “El depósito de gasolina iba muy cerca del parachoques trasero. Cuando alguien le daba un golpe por detrás, el depósito, que era de metal, se abría, la gasolina caía por el tubo de escape y alcanzaba los pilotos traseros. Esto provocaba un cortocircuito porque las bombillas se habían roto por el impacto, así que saltaban chispas y el coche se incendiaba. Para colmo, en esos casos de impacto la carrocería se deformaba y era imposible abrir las puertas. Por eso, murió bastante gente calcinada dentro del coche”, relata Rubén Fidalgo.

placeholder Ford Pinto. Foto: YouTube
Ford Pinto. Foto: YouTube

Con el tiempo se descubrió que Ford, antes de llegar a comercializar el coche, ya sabía que tenía esos defectos. “En una carta interna que se hizo pública se valoraba cuánto costaba indemnizar a las posibles víctimas y cuánto costaba corregir el defecto, llegando a la conclusión de que era más barato lo primero”, comenta.

El escándalo fue importante y, aunque algunas cosas han cambiado, las marcas se resisten a admitir fallos que puedan afectar a su reputación. “BMW no reconoció el defecto del sistema EGR hasta que comenzó a investigarlo el estado coreano”, apunta el experto.

Más transparencia hay en el caso de los coches de competición, que también sufren incendios, pero que “al fin y al cabo son vehículos en pruebas”, opina Fidalgo, así que entra dentro de la lógica que las marcas arriesguen un poco más en el diseño. Por ejemplo, el Volkswagen Polo GTI R5 ha sufrido incendios este año por un defecto en el depósito de gasolina, que se deforma, se agrieta y vierte combustible.

¿Qué condiciones se tienen que dar para que arda mi coche?

La pregunta es si un usuario medio debería preocuparse. Los expertos creen que es una situación muy excepcional en la que a menudo convergen muchos factores. Por ejemplo, conducir al límite de las prestaciones del coche genera mucha más temperatura, sobre todo en el sistema de escape.

“Imaginemos que vas por una autopista a mucha velocidad, pidiéndole al motor todas sus prestaciones. Esto hace que se caliente mucho, pero en circunstancias normales está circulando una gran cantidad de aire por la parte baja del coche y el calor se dispersa rápidamente”, comenta Fidalgo. “Lo mismo ocurre si vas con el coche cargado subiendo un puerto. Sin embargo, si justo después de esas situaciones acabas en un atasco, resulta que el motor ha alcanzado una temperatura muy elevada y no circula nada de aire. Ahí es cuando se puede provocar un incendio”, añade.

placeholder Foto: Efe.
Foto: Efe.

¿Influye el clima?

En principio, las condiciones externas al vehículo no son determinantes. “Si un tubo de escape se pone a 900 grados, el hecho de que fuera haya 20 o haya 40 grados es insignificante. Es cierto que todo influye y cuanto mayor sea la temperatura fuera, más fácil es que se acumule calor, pero la influencia va a ser mínima”, asegura el experto.

Si un tubo de escape se pone a 900º, que fuera haya 20 o 40 grados es insignificante

Si asumimos que los coches actuales alcanzan temperaturas extraordinariamente elevadas, ¿qué se puede hacer para evitar incendios? “Las piezas que más se calientan suelen ir bastante protegidas, pero es tanta la temperatura y hay tan poco espacio en los coches, que esa protección no siempre es eficaz”, comenta.

Una cuestión de espacio

Una de las posibles soluciones pasaría por emplear nuevos materiales en lugar del apantallamiento de aluminio, que es lo habitual, pero eso situaría a los turismos en otra liga, “casi de tecnología aeroespacial, y el coche, en lugar de 20.000 euros, te valdría 50.000”.

“En mi opinión, habría que dejar algo más de espacio para que las piezas que trabajan a tanta temperatura no estén cerca de otras”, señala Fidalgo, pero resolver ese problema de diseño es muy complejo, porque “en cuatro metros tienes que meter el motor, una planta química para tratar los gases, el habitáculo para cuatro personas… Todo va muy apretado”.

Coges el coche para ir a buscar a tus hijos al campamento de verano, lo dejas aparcado un momento y te llama la policía porque está ardiendo y han tenido que acudir los bomberos. Parece una pesadilla, pero es real: “Cuando llegué ya habían roto la luna para poder abrir el capó y habían sofocado el fuego”, relata María –prefiere no dar su nombre real–, que curiosamente había aparcado junto a un taller. “Salió un mecánico y me sorprendió porque dijo que no era algo infrecuente”, asegura. En cambio, en Volkswagen le aseguran que es rarísimo. Días más tarde le explican que fue una avería en el electroventilador, un dispositivo que sirve para mantener la temperatura del motor de los coches, que a su vez había originado el incendio en el filtro de partículas que rápidamente se extendió a las piezas de su alrededor.

Bomberos Ford Corea del Sur