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"Desde que somos pequeñas, todo a nuestro alrededor nos empuja lejos de la ingeniería"
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del programa 'mujer e ingeniería' de la RAI

"Desde que somos pequeñas, todo a nuestro alrededor nos empuja lejos de la ingeniería"

Estudiantes de ingeniería veteranas hacen de mentoras para las que empiezan la carrera con el objetivo de que las duras exigencias de estos estudios no las hagan abandonar

Foto: Montse Cervera, Jessica Amo e Irene Castillo son estudiantes de últimos cursos de ingeniería y próximamente mentoras de otras estudiantes novatas
Montse Cervera, Jessica Amo e Irene Castillo son estudiantes de últimos cursos de ingeniería y próximamente mentoras de otras estudiantes novatas

Montse, Jessica e Irene están inmersas en la dura tarea de convertirse en ingenieras, pero llevan el esfuerzo con un humor y una fuerza voluntad que atraviesa la mesa que nos separa y se hace contagiosa. Están hoy en la Real Academia de Ingeniería porque forman parte del programa de mentorización puesto en marcha por la institución dentro de la campaña Mujer e ingeniería que busca fomentar las vocaciones técnicas entre niñas y adolescentes para que sus números aumenten en las aulas universitarias, donde son abrumadora minoría.

Dentro de ese programa, la idea es que estas tres veteranas (la mayor tiene 24 años; la menor, 21) se conviertan en mentoras de las chicas que acaban de aterrizar en sus escuelas y les echen una mano.

Ellas saben lo que se siente al pasar de las aulas familiares de los institutos a los duros exámenes de la carrera. "El primer año es como un bofetón. Yo pasé de una beca de excelencia en el instituto a suspender casi todas el primer año de universidad", recuerda Montse Cervera, de 21 años, estudiante de Ingeniería Electrónica Industrial y Automática en la Universidad Carlos III de Madrid.

Con el tiempo, cuenta Irene Castillo, se dieron cuenta de que esto es una carrera de fondo. "Todo lo que estudies y lo que aprendas es camino que vas avanzando, aunque suspendas, aunque no llegues a todo de una vez. No sirve de nada agobiarse". Irene tiene 22 años y estudia Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo de Producto en la Universidad Politécnica de Madrid.

Esto, que es común para cualquier estudiante de ingeniería, y para cualquier estudiante universitario en general, se suma en sus casos a una particularidad: son mujeres en campos mayoritariamente masculinos. Jessica cursa un máster de Ingeniería de las Estructuras, Cimentaciones y Materiales en la UPM, y sus compañeras se cuentan con los dedos de una mano. Montse e Irene sonríen divertidas ante la pregunta de si los números están muy desigualados en su clase.

"Yo estudié el bachillerato técnico y ahí éramos más o menos mitad y mitad, pero luego a carreras técnicas ¡solo pasamos tres chicas! ¿Dónde se quedaron mis compañeras?", se pregunta Montse. Y las tres asienten. Es una buena pregunta: ¿por qué no hay más chicas junto a ellas en clase?

"Todo a nuestro alrededor, desde que somos pequeñas, nos empuja en otra dirección. Desde los juguetes de lógica, mecánica o construcción, que llevan siempre la foto de un niño en la caja, hasta la publicidad que lanzan las propias universidades, que muestran a los chicos en las ingenierías y a las chicas en marketing o derecho", señala Montse. Las tres han recibido en algún momento consejos de que elijan algo más fácil, algo más "para ellas". "Al final todo eso te deja huella, y cuando tienes que elegir qué estudiar, muchas eligen otra cosa".

Una vez en la universidad, su vida es tan interesante, agotadora y estresante como la de sus compañeros masculinos... o quizá un poquito más. Las tres niegan haber padecido situaciones de discriminación por parte de sus profesores, pero las tres conocen varios casos de otras chicas que sí las han sufrido. "Desde salir llorando de una tutoría porque el profesor le ha dicho que estaría mejor fregando en su casa hasta el que por sistema responde con desinterés a las preguntas de las alumnas, como si pensase que no merece la pena el esfuerzo".

Como las tres saben lo que es hacer frente a unos estudios difíciles y sentirse un poco solas por el camino, se lanzaron de cabeza a participar en esta iniciativa. La Real Academia de Ingeniería les da formación y les pone en contacto con otras estudiantes de ingenierías, éstas recién aterrizadas en la universidad, para que se conviertan en sus mentoras: quedarán con ellas de forma periódica, escucharán sus dificultades, les aconsejarán y les servirán de referencia.

"Podemos servir de ejemplo: si nosotras lo estamos haciendo, ellas pueden también. Que nunca piensen que no son capaces", dice Jessica. Claro que no solo las chicas pueden beneficiarse de una idea como esta, pero ayudarlas a ellas es aquí el objetivo principal. "Ya que llegan pocas, que no abandonen antes de terminar".

Montse, Jessica e Irene están inmersas en la dura tarea de convertirse en ingenieras, pero llevan el esfuerzo con un humor y una fuerza voluntad que atraviesa la mesa que nos separa y se hace contagiosa. Están hoy en la Real Academia de Ingeniería porque forman parte del programa de mentorización puesto en marcha por la institución dentro de la campaña Mujer e ingeniería que busca fomentar las vocaciones técnicas entre niñas y adolescentes para que sus números aumenten en las aulas universitarias, donde son abrumadora minoría.

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