Del Concorde al Boeing 747: los aviones con mayor siniestralidad del mundo
La mejora en la tecnología aeronáutica ha logrado que volar sea, cada vez, más seguro. Pero hay algunos aviones que se llevan la palma a la hora de cobrarse vidas
Los accidentes aéreos nunca ocurren por una causa única, sino por una cadena causal: muchos elementos tienen que fallar en todas las etapas del ciclo de vuelo del aparato, desde la construcción del mismo a su operación y mantenimiento, para que se produzca una desgracia. No siempre fue así, gracias a años de esfuerzo por parte de la industria aeronáutica y de las autoridades que rigen el transporte aéreo: hubo épocas (allá por los años treinta del siglo XX) en que ser pasajero de aviación era casi una lotería con muchas posibilidades de que te tocase la bola negra.
[Este caza es una ruina: los brutales costes de volar cada hora en un avión]
Desde entonces, el riesgo se ha reducido notabilísimamente, y hoy día continúa reduciéndose: mejores inspecciones y procedimientos mecánicos, mucho mejor control del tráfico aéreo e interacción cada vez más perfecta entre máquina y pilotos son algunos de los factores que contribuyen a que volar sea cada vez más seguro. Y también porque tenemos mejores aviones: la ingeniería aeronáutica ha avanzado mucho y sigue avanzando. Pero ese detalle no es óbice para que haya modelos concretos de aviones que, por algún defecto de diseño descubierto demasiado tarde, por operar en situaciones especiales o por simple mala suerte, tengan más accidentes que otros.
Los números brutos de accidentes no son un adecuado sistema de comparación, ya que hay aparatos mucho más populares y utilizados que otros. Por simple cuestión de número de vuelos y número de aparatos, aviones como la familia Boeing 737, con casi 9.000 ejemplares en operación y casi 14.000 pedidos, o la familia Airbus A320 (incluyendo el 319 y 321), con más de 4.000 aparatos operativos y 7.600 pedidos, deben tener mayor número de incidentes. Se calcula que suele haber, al menos, 1.250 Boeing 737 en vuelo y dos unidades de este avión despegan o aterrizan en algún lugar del mundo cada cinco segundos. Lo razonable es tener en cuenta las diferencias en el uso a la hora de comparar las tasas de accidentes.
Según datos de la ASN (Aviation Safety Network: red de seguridad en la aviación) hasta 2012, el Boeing 737 (5.873 de sus distintas versiones construidos entre 1967 y 2012) había sufrido 160 accidentes con daños al avión o a los pasajeros, una media de 3,5 por año. La familia europea del A320 (4.724 construidos entre 1987 y 2012) había sufrido solo 23 accidentes, una media anual inferior a uno.
Pero esta estadística nos dice poco, y por eso la clasificación de AirSafe utiliza el número de accidentes (con al menos un pasajero muerto; NO tripulantes, secuestradores o polizones) por millón de vuelos, con datos actualizados hasta diciembre de 2014. Además, añade el FLE ('full loss equivalent': equivalente de pérdida completa), que intenta evaluar la letalidad relativa de los accidentes en una escala de 1 (todos los pasajeros muertos en cada accidente) a 0,01 (uno de cada 100 pasajeros muertos en cada accidente); el valor está normalizado según el número de vuelos. De este modo se pueden comparar, de forma razonable, los valores de los diferentes modelos.
Los más mortales ya se han retirado
Así, comprobamos que los aparatos con mayor tasa de siniestralidad ya no están en servicio. El que tiene la cifra mayor (un enorme 11,36) es un avión que solo tuvo un accidente durante toda su vida operativa y en el que murieron todos sus ocupantes: el Concorde. Las desaforadas cifras están condicionadas por el hecho de que, en relación con todos los demás modelos, realizó poquísimos vuelos.
De los que superan el millón de vuelos, el siguiente es el Embraer EMB110 Bandeirante, un bimotor pequeño (21 pasajeros) turbohélice construido a partir de los años setenta, del que se fabricaron 494 ejemplares que tuvieron 28 accidentes con una alta tasa de letalidad. El Bandeirante fue reemplazado en la cadena de producción en los años noventa por el EMB120 Brasilia, del que quedan un par de centenares de ejemplares en vuelo, y que ha sufrido solo seis accidentes mortales, a pesar de haber efectuado casi tantos vuelos como su antecesor.
El siguiente en la lista es otro avión pequeño y retirado del servicio: el Fokker F28 Fellowship, un birreactor capaz de transportar entre 55 y 80 pasajeros, según la versión, que se fabricó desde 1968 a 1987 y del que entraron en servicio 241 ejemplares civiles (comerciales y ejecutivas) y militares; un ejemplar funcionó como avión presidencial en Colombia. El F28 sufrió 21 accidentes, uno de ellos en el aeropuerto de Barajas con librea de Iberia, por lo que la tasa letal resulta bastante elevada.
Por encima de un fallecido por millón de vuelos está asimismo el Airbus A310, un modelo acortado y de mayor alcance derivado del bimotor A300 presentado en 1978 y fabricado hasta 1998, del que se llegaron a entregar 255 unidades. Capaz de transportar 240 pasajeros y optimizado para rutas trasatlánticas, el A310 tuvo nueve accidentes mortales que dejaron un total de 825 muertos.
Dos Boeing 747 tienen el triste honor de protagonizar el accidente con más muertos de la historia. Fue en 1977, en Tenerife, y perecieron 583 personas
Por último, prácticamente en la raya con un valor de 1,02, están algunas versiones del Boeing 747 Jumbo, en concreto las series 100 a la 300 y el SP, aunque el modelo en su conjunto (incluyendo los más modernos de las series 400 y 8) tiene una tasa de 0,66 fallecidos por millón de vuelos, habida cuenta además que ha registrado un número muy elevado, de más de 20 millones. Los Jumbos de las series hasta la SP tuvieron, en total, 26 accidentes hasta diciembre de 2014, algunos tan terribles como el choque de dos de ellos en tierra en el Aeropuerto de Los Rodeos, en marzo de 1977, en que murieron 583 personas.
Los más peligrosos de la actualidad
Los aviones de pasajeros que se consideran los más peligrosos del mundo, según AirlineRatings.com, tienden a ser pequeños y a operar en lugares peligrosos con instalaciones deficientes y mantenimiento inadecuado; muchos son de diseño y construcción soviética, o de su bloque, aunque hay uno de origen español. El primero es el LET-410 Turbolet, un pequeño biturbohélice de origen checo que se fabrica desde 1968 y puede llevar 19 pasajeros; se construyeron 1.138 en varias series, muchas de ellas optimizadas para pistas cortas y poco preparadas. El Turbolet sufrió, solo hasta 2003, 20 accidentes con pérdida de vidas, pero aún lo usan un pequeño número de aerolíneas en rincones remotos.
El Antonov An12 es un cuatrimotor de turbohélice diseñado originalmente como transporte militar en la URSS y que comenzó a operar en 1959; se construyeron 1.248 ejemplares, muchos de los cuales siguen operando como aparatos de carga y pasaje en países en vías de desarrollo. El Ilyushin Il-76 es un cuatrirreactor de origen militar soviético que realizó su primer vuelo en 1971 y del que ha llegado a haber 960 ejemplares en fuerzas aéreas y compañías comerciales de medio mundo, aunque ahora su uso comercial suele reducirse al transporte de carga. Tanto el An-12 como el Il-76 habían sufrido 17 accidentes mortales hasta 2003.
El último de esta lista de los peligrosos es el CASA C-212 Aviocar, único representante occidental. El Aviocar es un biturbohélice de 20 pasajeros diseñado en los años setenta como transporte militar táctico del que se han vendido 477 ejemplares (de sus cuatro series) que han usado 92 operadores, entre ellos 31 militares y más de 50 compañías civiles de todo el mundo. Según la ASN, el C-212 ha registrado 90 accidentes mortales con un total acumulado de 540 muertes. Como dato curioso, la fuerza aérea brasileña reemplazó sus Embraer EMB110 Bandeirante con 50 ejemplares del Aviocar.
Mejor seguridad tras pasar la ITV
Existen algunos aparatos que, a pesar de haber tenido defectos de fabricación que provocaron rachas de accidentes mortíferos, han resultado tener espléndidas cifras de seguridad a la larga, una vez corregidos los errores. Un ejemplo es el problema de la puerta de carga del McDonnell Douglas DC-10, que sufrió un grave accidente con la pérdida de 346 vidas después de un percance anterior saldado con un aterrizaje de emergencia casi milagroso. Sin embargo, este y otros problemas de diseño no impiden al modelo tener una tasa de accidentes relativamente moderada, a pesar de haber sumado 15 en total con una mortalidad relativa elevada.
Lo mismo ocurrió con el Boeing 737 y sus problemas con la reversa de los motores, que provocaron dos accidentes con 157 muertos y varios incidentes hasta que se llegó a resolver. El 737, sin embargo, con 74 accidentes (sumando todas sus series) tiene una excelente tasa, debido en parte a la enorme cantidad de vuelos (casi 193 millones) que acumulan sus numerosos ejemplares.
Para compensar, los cinco modelos de avión más seguros (cifras de abril de 2015) son algunos de los que, con mayor frecuencia, se encontrará usted en su aeropuerto local: los grandes Airbus A340 tetramotores, los Embraer 170/190 de 70 a 120 pasajeros, la serie 400 del venerable Boeing 747 Jumbo, las series más modernas del Boeing 737 (600 a la 900) y la familia Airbus A320. El gigante Airbus A380, que no ha sufrido hasta ahora más que algún incidente sin víctimas, también ocupa un lugar de privilegio en esta lista. La juventud, en este caso, es un grado.
Los accidentes aéreos nunca ocurren por una causa única, sino por una cadena causal: muchos elementos tienen que fallar en todas las etapas del ciclo de vuelo del aparato, desde la construcción del mismo a su operación y mantenimiento, para que se produzca una desgracia. No siempre fue así, gracias a años de esfuerzo por parte de la industria aeronáutica y de las autoridades que rigen el transporte aéreo: hubo épocas (allá por los años treinta del siglo XX) en que ser pasajero de aviación era casi una lotería con muchas posibilidades de que te tocase la bola negra.