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La larga guerra de PayPal, Visa y Mastercard contra la industria del porno
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no permiten la compra de artículos "obscenos"

La larga guerra de PayPal, Visa y Mastercard contra la industria del porno

Si quieres comprar una película porno a través de internet, no esperes hacerlo con tu cuenta de PayPal: la compañía se niega a facilitar transacciones de "productos obscenos", y no es la única

Foto: (Foto: Erika Lust)
(Foto: Erika Lust)

Como cada año, la página de contenidos para adultos PornHub ha publicado algunos datos sobre el consumo de porno en internet a nivel mundial. Durante 2015, sus usuarios han visualizado más de 4.000 millones de horas de vídeos, el equivalente a unos 183 millones de días, seis millones de meses, unos 500.000 años. “Más del doble del tiempo que el homo sapiens lleva en la Tierra”, afirman desde la web.

Los números no dejan lugar a dudas: el volumen de negocio de la pornografía es inmenso y no para de crecer. Con esta idea en mente, cabría pensar que los empresarios, siempre y cuando cumplan con la legalidad, no deberían toparse con demasiadas dificultades para gestionar un negocio que tenga que ver con la industria del sexo. Sin embargo, hay algunas salvedades.

Los servicios que ofrece PayPal no pueden ser utilizados para la compraventa de artículos "considerados obscenos", ni tampoco "ciertos productos o materiales de orientación sexual", según estipulan sus condiciones de uso. Pero, ¿es obsceno un juguete erótico? ¿Y una película porno? ¿Y un libro de contenido explícito?

"El miedo al sexo está muy extendido en nuestra sociedad", asegura a Teknautas Pablo Dobner, cofundador de Erika Lust, una productora internacional de cine porno enfocado al público femenino. La empresa, afincada en Barcelona desde el año 2000, lleva el nombre de su mujer, directora y guionista del género, con la que comparte las riendas de la compañía.

"PayPal nos comunicó claramente que no aceptan vender DVD o descargar películas con contenido sexual", cuenta Dobner. Lo achaca a una "estrechez moral" y a ese temor que antes mencionaba. "Nos cuesta superar la era victoriana", critica.

Sin embargo, pese a su claro rechazo al contenido audiovisual, la plataforma de pagos online no pone restricciones a los juguetes sexuales. "¿Alguien entiende la diferencia?", se pregunta Dobner, que califica su actitud de "hipócrita".

La empresa tampoco quiere participar en la financiación colectiva de ciertas actividades. En 2014, la actriz porno Kitty Stryker recibió un email de la página de crowfunding para artistas Patreon, donde recababa fondos para subsistir como redactora de artículos sobre sexualidad femenina en su blog.

Sus responsables le comunicaban así la advertencia de PayPal: si no impedían que los proyectos de contenido para adultos utilizaran sus servicios de transacciones, cerrarían las cuentas de todos los creadores.

Solo entretenimiento recatado

En Google tienen una posición similar ante lo que consideran “bienes y servicios para adultos”. Junto con el alcohol, los animales y las drogas, los materiales de carácter sexual – ya se trate de literatura, imágenes u otros medios audiovisuales − figuran en la lista de categorías de productos inaceptables de su política de pagos.

Y lo mismo sucede con Square, la empresa de pagos móviles fundada por uno de los padres de Twitter, Jack Dorsey, actual CEO de la red social. Quienes utilicen la plataforma se comprometen a no enviar ni recibir pagos relacionados con actividades entre las que se incluyen “los productos orientados al entretenimiento para adultos, en cualquier formato”.

A WePay le llovieron críticas en 2014 tras bloquear la cuenta de Eden Alexander, a través de la cual esta actriz porno intentaba recaudar dinero para costearse un caro tratamiento médico.

Lo hicieron, según explicaban en su blog, porque Alexander había retuiteado publicaciones donde se ofrecía “material adulto” a cambio de donaciones. También en Twitter, Bill Clerico, fundador de WePay, aludía a “normas fijadas por los bancos”, una explicación a la que recurrieron desde PayPal en 2012, cuando instaron a las editoriales Bookstrand, All Romance Ebooks y Excessica a bloquear sus títulos “obscenos”.

@melissagira @WePay no, we mean the rules set by banks, visa & MasterCard

No obstante, cuando los autores − organizados bajo el nombre de Escritores Prohibidos − preguntaron a Visa y MasterCard si habían influido en la decisión de la plataforma de pagos, estos negaron cualquier injerencia. Más allá de lo que sucediera en aquella ocasión, lo cierto es que ambas compañías establecen restricciones e impuestos especiales a aquellas actividades que entrañen un riesgo para su reputación o la de los bancos.

En Estados Unidos, la Justicia está tratando de poner orden para que las empresas de servicios financieros no puedan negarse a trabajar para ciertos negocios. La Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC por sus siglas en inglés) ha actualizado recientemente las directrices en las que recoge esas actividades supuestamente arriesgadas, y los temas sexuales (siempre que sean legales) no están incluidos.

Unos se pasan el testigo a otros, pero de momento, como sostiene Dobner, “cuando se trata de sexo, no hay matices”.

Como cada año, la página de contenidos para adultos PornHub ha publicado algunos datos sobre el consumo de porno en internet a nivel mundial. Durante 2015, sus usuarios han visualizado más de 4.000 millones de horas de vídeos, el equivalente a unos 183 millones de días, seis millones de meses, unos 500.000 años. “Más del doble del tiempo que el homo sapiens lleva en la Tierra”, afirman desde la web.

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