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El caos en la medición de energías renovables o por qué China nos confunde con sus cifras
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dificulta la comparación entre países

El caos en la medición de energías renovables o por qué China nos confunde con sus cifras

Hay tres formas de medir cuánta energía de un país proviene de energías renovables, y cada uno da un resultado distinto. China utiliza un cuarto método, del que no hay suficiente información

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En noviembre de 2014, China y Estados Unidos firmaron un acuerdo para controlar sus emisiones contaminantes. Entre otros compromisos, el país asiático prometió que aumentaría el porcentaje de energía consumida proveniente de fuentes renovables hasta un 20% en 2030. Un objetivo ambicioso y muy significativo de llegar a alcanzarse, ya que China es en la actualidad el mayor productor y consumidor de energía del mundo.

El problema es que será difícil saber si lo cumple o no porque no está claro cómo mide China esas variables: utiliza un método diferente al resto de los países e instituciones. Un método, además, que no está bien documentado y ni se explica de forma transparente.

China es el principal exponente de un problema que se repite con muchos otros países. Muchos estados están anunciando sus objetivos y planes para ir cambiando poco a poco sus hábitos de consumo de energía, orientándose hacia fuentes no basadas en combustibles fósiles, pero existen varios métodos distintos para medir los resultados, lo que dificulta seguir los progresos y realizar comparaciones entre unos países y otros.

Será difícil saber si cumple o no porque no está claro cómo mide China esas variables: utiliza un método diferente al resto de los países e instituciones

Ese es el resultado de una investigación publicada en la revista Science y llevada a cabo por científicos de la Universidad de Georgetown, en Washington, del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley y de la Universidad de California. Aprovechando la cercanía de la Cumbre del Clima de París, los autores defienden la necesidad de estandarizar las medidas energéticas, de forma que se pueda analizar críticamente lo que hacen (o dicen que hacen) los distintos países para aumentar el uso de energías renovables.

¿Cómo se mide cada fuente de energía?

Se trata de un problema basado en la naturaleza de cada tipo de energía. Cuando hablamos de energía primaria, nos referimos a la energía en su forma material (petróleo, gas, carbón...) antes de ser procesada para ser aprovechada, por ejemplo en forma de electricidad o calor. Se trata de una forma relativamente simple y eficiente de hacer los cálculos, pero en el caso de las fuentes renovables, como la energía eólica o solar, no resulta útil, así que se suelen medir en términos de electricidad generada o electricidad primaria.

Existen tres métodos internacionalmente aceptados para convertir esa electricidad primaria en unidades estandarizadas, como los julios, de forma que se pueda sumar al total de la tarta (energética). En el caso de la energía nuclear o de la geotermal, se tiene en cuenta el calor, mientras que para otras fuentes, como la hidráulica o la solar fotovoltaica, es la electricidad lo que se utiliza en los cálculos.

-Equivalencia directa: la electricidad se considera la forma de energía primaria en todos los casos. Así, 1 kWh de electricidad equivale a 3,6 megajulios (MJ). Es el sistema que utiliza el IPCC.

-Sustitución: calcula la equivalencia de toda la producción de electricidad como si proviniese de una planta de combustible fósil. Este es el método que utilizan instituciones como el Departamento de Energía de Estados Unidos o el Consejo Mundial de Energía.

-Contenido energético físico: se basa en el contenido energético de la fuente de energía primaria utilizada para la generación. Esta es la opción que utilizan la OCDE, la Agencia Internacional de la Energía y el Eurostat.

El caso de China

China utiliza un cuarto método, basado en la media de calor obtenido en las plantas de carbón durante el año. Puesto que durante décadas el carbón ha sido la principal fuente de energía del país, es lógico que esté en la base de sus cálculos energéticos, pero los autores del estudio aseguran que no está claro de dónde salen las cifras que utilizan, ya que la ratio de calor no coincide ni con el de calor generado ni con el de aporte de calor que el estado publica anualmente en el China Electric Power Yearbook.

Como la metodología no se explica con transparencia, es difícil analizar los objetivos de China y comparar su progreso con los de otros países

“Como la metodología no se explica con transparencia, es difícil analizar los objetivos de China y comparar su progreso con los de otros países”, alegan los investigadores.

De hecho, tratando de demostrar la variabilidad de los resultados según se utilice uno u otro método de cálculo, los científicos han empleado los tres métodos internacionales para calcular el porcentaje de la energía que China consume de energías no fósiles a partir de datos oficiales de 2010. Los resultados variaban de un 3,4% utilizando el método de la equivalencia directa a un 9,2% utilizando el de sustitución. Los datos oficiales del Gobierno apuntaban un 8,4%.

Cuando China se comprometió el año pasado a subir la aportación de energías no fósiles hasta un 20% de aquí a 2030, lo hizo pensando en medir esa subida con su particular sistema basado en las plantas de carbón. Pero si se emplean los otros métodos, el cálculo será diferente, aseguran los investigadores: “El porcentaje de energía proveniente de fuentes no fósiles en 2030, si se mide utilizando el método de equivalencia directa, se quedará en un 9%, mientras con el método chino será del 20%”.

Si no hay acuerdo, que haya transparencia

En los meses y semanas previos a la cumbre, más de 120 países han enviado sus contribuciones, planes nacionales que describen sus intenciones y objetivos para reducir sus emisiones y contribuir al que se espera que sea el objetivo del pacto general: limitar el cambio climático a un máximo de dos grados de aquí a final de siglo.

Sin un sistema común y claro de medir esas aportaciones, podría quedar todo en un puñado de declaraciones voluntariosas

Muchas de esas contribuciones incluyen el compromiso de aumentar la aportación de las fuentes de energía renovables al mix energético de cada país. Sin embargo, sin un sistema común y claro de medir esas aportaciones, podría quedar todo en un puñado de declaraciones voluntariosas sin saber si efectivamente las intenciones se están transformando en resultados.

Claro que acordar un único sistema de mediciones no será tarea fácil. No son solo aspectos técnicos los que deben ser tenidos en cuenta, ya que también influirán aspectos políticos: un bajón en las cifras se podría considerar un empeoramiento de la situación, aunque ésta sea en la práctica la misma. Los investigadores son realistas y así lo recogen en el estudio: si no es posible fijar una metodología común, al menos habría que promover una mayor transparencia sobre cómo se utiliza cada una de ellas, de forma que se analicen y comparen mejor los resultados de cada país.

En noviembre de 2014, China y Estados Unidos firmaron un acuerdo para controlar sus emisiones contaminantes. Entre otros compromisos, el país asiático prometió que aumentaría el porcentaje de energía consumida proveniente de fuentes renovables hasta un 20% en 2030. Un objetivo ambicioso y muy significativo de llegar a alcanzarse, ya que China es en la actualidad el mayor productor y consumidor de energía del mundo.

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