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El ordenador de los 25 dólares arrasa en su estreno
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RASPBERYY PI REIVINDICA LO BÁSICO

El ordenador de los 25 dólares arrasa en su estreno

Servidores caídos, la cuenta oficial de Twitter echando humo y los usuarios desesperadamente pulsando la tecla F5 en un intento por ser los afortunados en conseguir

Foto: El ordenador de los 25 dólares arrasa en su estreno
El ordenador de los 25 dólares arrasa en su estreno


El pequeño Raspberry Pi reivindica lo básico. Con un tamaño no superior al de una tarjeta de crédito exhibe sin pudor sus ‘tripas’. “La idea es que más adelante cuando vendamos el producto a las escuelas vaya cubierto”, apuntan sus creadores, “pero queremos que la carcasa sea transparente para que los niños vean lo que hay dentro”. Porque este producto se dirige básicamente a las escuelas y países en vías de desarrollo de forma que puedan contar con un ordenador a un precio casi irrisorio.


Pero el Raspberry está despertando también el entusiasmo en la nutrida comunidad de amantes de Linux, el sistema operativo que mueve el dispositivo. Sus creadores confían además en esta comunidad para el desarrollo de aplicaciones específicas para el Raspberry Pi. Y está arrasando. En el momento en el que se escriben estas líneas ambos distribuidores Farnell y RS Components se encuentran con los servidores caídos y sin posibilidad de cursar pedidos.

La demanda está siendo desorbitada pero sus creadores confían en garantizar el suministro. En un principio se habían planteado fabricarlo en el Reino Unido, su país de origen, pero tuvieron que desechar la idea por una cuestión de costes y en la actualidad se está fabricando en China. Con el producto ya en el mercado, comenzarán a surgir las primeras aplicaciones específicas, pero sobre todo las ideas sobre cómo aplicarlo para otros usos diferentes a los inicialmente previstos. Sus creadores confían en la creatividad de la comunidad para proponer distintas aplicaciones para el Raspberry Pi, el mini ordenador de moda del momento.


El pequeño Raspberry Pi reivindica lo básico. Con un tamaño no superior al de una tarjeta de crédito exhibe sin pudor sus ‘tripas’. “La idea es que más adelante cuando vendamos el producto a las escuelas vaya cubierto”, apuntan sus creadores, “pero queremos que la carcasa sea transparente para que los niños vean lo que hay dentro”. Porque este producto se dirige básicamente a las escuelas y países en vías de desarrollo de forma que puedan contar con un ordenador a un precio casi irrisorio.


Pero el Raspberry está despertando también el entusiasmo en la nutrida comunidad de amantes de Linux, el sistema operativo que mueve el dispositivo. Sus creadores confían además en esta comunidad para el desarrollo de aplicaciones específicas para el Raspberry Pi. Y está arrasando. En el momento en el que se escriben estas líneas ambos distribuidores Farnell y RS Components se encuentran con los servidores caídos y sin posibilidad de cursar pedidos.

La demanda está siendo desorbitada pero sus creadores confían en garantizar el suministro. En un principio se habían planteado fabricarlo en el Reino Unido, su país de origen, pero tuvieron que desechar la idea por una cuestión de costes y en la actualidad se está fabricando en China. Con el producto ya en el mercado, comenzarán a surgir las primeras aplicaciones específicas, pero sobre todo las ideas sobre cómo aplicarlo para otros usos diferentes a los inicialmente previstos. Sus creadores confían en la creatividad de la comunidad para proponer distintas aplicaciones para el Raspberry Pi, el mini ordenador de moda del momento.