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e-Libro: se acaba el chollo de las grandes editoriales
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REVOLUCIÓN DIGITAL

e-Libro: se acaba el chollo de las grandes editoriales

Una vez consumado el giro en el consumo de prensa, del papel al digital, la revolución toca a la puerta de los otros grupos editoriales, editores

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e-Libro: se acaba el chollo de las grandes editoriales

Una vez consumado el giro en el consumo de prensa, del papel al digital, la revolución toca a la puerta de los otros grupos editoriales, editores de libros, que hasta hace bien poco han vivido prácticamente ajenos al cambio radical en el consumo editorial, aunque no en lo referente a la crisis. No solo los libros de consumo voluntario y comercial (novelas, biografías, ensayos...), sino también aquellos de consumo obligatorio como los manuales de estudio y libros escolares.

La adopción del libro electrónico como referente en todos los ámbitos debe ser, y será, indiscutible en el corto y medio plazo en España. La caída de la producción editorial desde 2008 es brutal: un 48%, hasta 132 millones de libros. En términos económicos, el impacto también puede ser cuantificado orientativamente. Tomando como referencia el promedio de 13 euros por libro, según el INE, la destrucción de la tarta de ingresos puede elevarse a los 1.600 millones de euros. Un golpe mortal para la industria que la sitúa al borde del abismo y con una única alternativa: la digitalización.

Y, sin embargo, el mercado y sus principales jugadores siguen paralizados porque el margen para bajar los precios y azuzar el consumo está bloqueado por los costes de producción de un soporte físico como el libro. La mayor parte de lo que cuesta dar a luz un libro se lo lleva la imprenta, el papel, la librería y la editorial que promociona la obra. ¿Dónde queda al autor de los contenidos? ¿Y el consumidor? El libro electrónico elimina buena parte de costes de los intermediarios -la mayoría, comisiones y materias primas-, facilitando el acercamiento entre demanda y oferta. En definitiva, fomenta la actividad editorial y económica.

Salvo famosas excepciones y bestsellers, los autores que logran vivir del cuento, la novela o la obra periodística brillan por su ausencia debido a que las hornadas de sus libros que salen a la venta son cortas y los precios son demasiado caros para el consumidor. Según la patronal FGEE , el español medio invierte hasta 27 euros al año en libros no de texto, cifra que se dispara en el caso de los sí de texto, entre escolares y universitarios.

Cada septiembre, millones de familias tienen que desembolsar alrededor de 300 euros en la vuelta al cole por libros que las nuevas generaciones podrían evitar con los nuevos soportes digitales. ¿Quieren eficiencia y austeridad? El libro electrónico puede llegar a abaratar la factura en hasta un 70%, manteniendo e, incluso, incrementando los ingresos de autores y editoriales, según cálculos del sector. Sin hablar ya de otras motivaciones como el evitar que se talen miles de árboles para fabricar ese papel que puede ser sustituido.

Lo que no puede ser es que los grandes sellos mantengan sus márgenes con el libro digital y el porcentaje que destinan al autor, cuando los costes son infinitamente menores. Apenas el creador del contenido y la comisión del escaparate de venta. Este chollo se acabará más pronto que tarde. Por eso, jugadores como el gigante Amazon o la start-up Bubok, entre otros, están haciéndose un hueco cada vez más grande. Y... ¿cómo? ¿por qué? Destinan casi el 70% (7 de cada 10 euros) a los creadores, y no apenas un 10%, si llega, como con el libro físico. Y a usted, ¿qué le parece todo este debate?

Una vez consumado el giro en el consumo de prensa, del papel al digital, la revolución toca a la puerta de los otros grupos editoriales, editores de libros, que hasta hace bien poco han vivido prácticamente ajenos al cambio radical en el consumo editorial, aunque no en lo referente a la crisis. No solo los libros de consumo voluntario y comercial (novelas, biografías, ensayos...), sino también aquellos de consumo obligatorio como los manuales de estudio y libros escolares.