Lecciones de la boda del año para familias empresarias

Los medios arden ante el enlace del Príncipe Guillermo y Kate Middleton. De todo este aluvión informativo confieso me llamó poderosamente la atención la petición del Príncipe a su abuela, la Reina Isabel II, de pasar tras la ceremonia nupcial un período sabático de dos años con el fin de fortalecer el matrimonio y antes de acometer las intensas ocupaciones propias del cargo, que van a situar a la pareja, y muy especialmente a la Srta. Middleton, en el centro de la prensa internacional del corazón.

Parece que esta medida ha surgido en base a las experiencias vividas por la familia real británica. Por un lado, y en negativo, se trata de evitar revivir las tremendas tensiones que sufrió el matrimonio del Príncipe Carlos con Diana de Gales, cuyo fin trágico es de todos conocidos. Por otro, como referente, repetir la fórmula ya usada por la propia Isabel II tras su enlace en 1.947,  cuando se retiró durante un largo tiempo a la Isla de Malta.

No quisiera llevar el debate por su vertiente más demagógica de los posibles privilegios de las monarquías. Prefiero extraer lecciones para las familias empresarias cuyos retos se sintetizan en la continuidad del proyecto familiar compartiendo valores comunes en el marco de unas relaciones armónicas. En este contexto, destaco dos lecciones para compartir:

1.- Es muy importante aprender de las experiencias del pasado para erradicar las malas prácticas y perfeccionar todo lo bien hecho.

2.- Hay que poner en valor el principio de separación entre familia y empresa. Un claro síntoma de madurez de una familia empresaria es precisamente la aceptación del principio de separación entre familia y empresa. Cuestión siempre  difícil y más en un sinfín de casos en los que la actividad empresarial arrancó con una accionista principal (o único) que a la vez ha sido ejecutivo principal (o único). Las familias empresarias que se perpetúan con éxito han sabido deslindar cuestiones familiares de asuntos empresariales, ofreciendo soluciones y definiendo prioridades diferentes ante situaciones de distinta índole. Pensando en empresa cuando toca hablar de negocios y pensando en familia cuando se tratan asuntos de tal calado. He desarrollado hace tiempo una herramienta que denomino el Modelo de la Doble Derivada que justo, en síntesis, trata de asegurar una buena gestión de los dos planos que conviven en la empresa familiar. En este punto, me parece que el fortalecimiento de la derivada familiar pretendida por Guillermo y Kate es impecable. Así, una vez asentados como pareja  poder acometer los asuntos de “empresa” que les llevará a tener que soportar una tremenda presión. Presión que soportarán sin duda mejor actuando como un verdadero equipo, con un plan de largo plazo compartido, repartiéndose los roles, con respeto mutuo...

Aprender es un proceso continuo. Todas las familias empresarias debemos aprender de otras familias o instituciones que se han perpetuado en el tiempo. Dicho lo cual, creo que todos nos apuntaríamos al sabático si las circunstancias lo permitiesen... ¿no?

Mientras tanto seguiremos echando horas para sacar España adelante...