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¿Qué llevan los hombres más poderosos del mundo en sus bolsillos?
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LOS LÍDERES MUNDIALES, A EXAMEN, EN EL NUEVO LIBRO DE JORGE ELÍAS

¿Qué llevan los hombres más poderosos del mundo en sus bolsillos?

Un hombre poderoso es  aquel que puede salir a la calle tranquilamente con los bolsillos vacíos.  Lejos de densos planteamientos filosóficos, el periodista argentino Jorge Elías

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¿Qué llevan los hombres más poderosos del mundo en sus bolsillos?

Un hombre poderoso es  aquel que puede salir a la calle tranquilamente con los bolsillos vacíos.  Lejos de densos planteamientos filosóficos, el periodista argentino Jorge Elías define el poder con este detalle tan nimio. Cuando le preguntó a José María Aznar lo que llevaba encima, éste le respondió que “cuando uno es presidente no lleva nada en los bolsillos, no iba a comprar el pan todos los días”.  Ahora, el Aznar ponente y profesor de Georgetown, no se olvida de su “pluma, una cartera y el móvil”. Signo evidente de que ya no ostenta el poder político.

Al igual que Aznar, respondieron muchos otros grandes mandatarios, como Mijail Gorbachov, Koffi Annan, o los argentinos Fernando de la Rúa o Carlos Menem. Durante los últimos 20 años, este periodista, que fue corresponsal en Estados Unidos y visitó más de 30 países para cubrir desde elecciones hasta conflictos bélicos, entrevistó a la plana mayor de los líderes mundiales preguntándoles sobre este peculiar asunto. Ahora esos bolsillos vacíos y otros llenos de las cosas más curiosas se recogen en el libro El poder en el bolsillo (Algón Editores, 2011) para retratar precisamente a sus dueños.

Dice Elías de Zapatero que “en sus bolsillos puede faltar de todo, excepto su teléfono móvil”.  El móvil al que el exdirector de la oficina económica de Moncloa y posteriormente presidente de la patronal de las constructoras, David Taguas, mandó un mensaje de texto para felicitarle por el trago de aprobar el paquete más amplio de recortes económicos en la historia de la democracia en mayo del año pasado, según relata el periodista en su libro. Eso sí, Zapatero dejó debida cuenta de su alejamiento de la realidad el día en que respondió en un programa de televisión que un café costaba 80 céntimos.

Tampoco llevaba los bolsillos vacíos George Bush. No olvidaba nunca un viejo pañuelo blanco. El análisis que hace el periodista del presidente que ordenó la invasión de Irak es corrosivo. Recuerda sus fracasos en los negocios, sus deslices al confundir Eslovaquia con Eslovenia o su ignorancia al dejar patente en una rueda de prensa que desconocía el nombre de los presidentes de India y Pakistán. “¿Y usted, los conocía?", le espetó Bush al periodista. “Yo no me presento a la presidencia de los Estados Unidos”, le respondió éste.  Repara Jorge Elías en el reloj de Bush, un modelo de la marca Timex con la bandera de Estados Unidos y las iniciales G.W.B., que no cuesta más de 50 dólares. Contrasta con el reloj de Berlusconi, de más de 500.000 dólares, o con el de Putin, más modesto, de 60.000. Menos de un mes después de los atentados de las Torres Gemelas, Osama Bin Laden apareció en el canal catarí Al-Jazeera con un reloj de la marca Timex. De haber sabido Bush que compartía marca de reloj con su peor enemigo, habría necesitado –según Elías- un trago bien fuerte.

Con los bolsillos repletos

Asumido a estas alturas que el hombre poderoso debe llevar consigo sólo lo imprescindible, a juzgar por los bolsillos de Hugo Chávez y de Evo Morales, los líderes bolivarianos no encajan con el perfil. Reconoce Chávez llevar una billetera con las fotos de sus hijos, su carné de identidad  y el de teniente coronel. Tampoco sale sin un crucifijo y un peine, “para su cabello rebelde”. Durante la entrevista con el periodista, el presidente venezolano confesó portar siempre dos pañuelos blancos, “uno de ellos para la dama”. Elías resalta que el líder que defiende la “ducha comunista” –de tres minutos, para ahorrar agua- o rechaza tabaco por convicción, viste con corbatas de 300 dólares y su reloj cuesta 3.000.

“A veces me paro a tomar algo, pero no les gusta cobrarme y sufro”, sostiene Chávez. Se declara “ni de izquierdas ni de derechas”. Quizá porque combina ser el impulsor del “socialismo del siglo XXI” con la venta de petróleo a Estados Unidos. Recuerda Elías que en una visita a España, el Rey –antes de vérselas con Chávez en la famosa Cumbre Iberoamericana- le dio un pequeño puñetazo en la barriga, mientras le decía: “Así que te gustan los golpes…”.

Ni el pasado golpista de Chávez ni el eje bolivariano despiertan la más mínima simpatía en el autor. El siguiente en pasar por consulta es el presidente boliviano, Evo Morales. Por supuesto, tampoco lleva los bolsillos vacíos. Los tiene llenos de “hoja de coca, compañero”, responde. De niño, Morales dudaba entre ser pastor, panadero o futbolista. Al final acabó siendo líder cocalero y después presidente de la República. Su primera metedura de pata no tardó mucho en llegar. El día que ganó las elecciones por primera vez, no dudó en tomar en serio la llamada de un imitador de Zapatero que le gastaba una broma desde la Cadena COPEEl flamante presidente le confesó al supuesto Zapatero que, en los meses previos a las elecciones, el entonces número dos de Exteriores, Bernardino León, le confesó su apoyo y su disposición a doblar la ayuda económica a Bolivia en caso de que ganara las elecciones.

Detalles reveladores

Por supuesto, el contenido de los bolsillos no es más que mera anécdota para destrozar al personaje o, en contados casos, indultarlo. Pero una vez desveladas las primeras curiosidades, el lector busca con avidez más detalles.  Encontrará entonces que el expresidente colombiano, Álvaro Uribe, perdió en cierta ocasión su cartera en un acto público en un autobús. La encontró un limpiador que -incrédulo de su fortuna- consiguió sacar con ella más de 4.000 dólares en cajeros automáticos. Uribe recibió una llamada del Banco Santander para advertirle de que se estaban registrando extraños movimientos de su cuenta, que habitualmente está parada. Por cierto, que Uribe no se aleja de su navaja, "como todo el mundo en su tierra".

También conocerá el lector que Bill Clinton sigue adeudando a un restaurante londinense una factura de 24 dólares por un almuerzo; que el fallecido Néstor Kichner llevaba siempre una tira de aspirinas ; que Angela Merkel hace religiosamente la lista de la compra, limpia y cocina en su casa; que el presidente chileno, Ricardo Lagos, no salía de casa sin su Biblia; que desde que salió de la cárcel, Nelson Mandela se levanta siempre a las 4:30 de la madrugada y hace la cama hasta en los hoteles; o que John Fitgerald Kennedy no se despojaba nunca de un número “mágico”, el 118.574, el número de votos por el que se impuso a Richard Nixon en las elecciones de 1960.

Cuenta Elías que Barack Obama lee periódicos y no la Biblia, que desayuna siempre en familia y que prepara a sus hijas a diario para ir al colegio. Nada más llegar a la presidencia, mantuvo una dura pelea con sus asesores para conservar su móvil personal. Ese es su único peso en los bolsillos. Después de veinte años conversando con la vieja clase política, Jorge Elías ve en el presidente estadounidense un transgresor, un mandatario que puede pilotar el nuevo orden mundial. Un dirigente que provoca, según el autor, que la gente “después de mucho tiempo, siente ahora que alguien se pondrá en sus zapatos y, al menos por un rato, comprenda que no importa qué puedan llevar en los bolsillos”.

Un hombre poderoso es  aquel que puede salir a la calle tranquilamente con los bolsillos vacíos.  Lejos de densos planteamientos filosóficos, el periodista argentino Jorge Elías define el poder con este detalle tan nimio. Cuando le preguntó a José María Aznar lo que llevaba encima, éste le respondió que “cuando uno es presidente no lleva nada en los bolsillos, no iba a comprar el pan todos los días”.  Ahora, el Aznar ponente y profesor de Georgetown, no se olvida de su “pluma, una cartera y el móvil”. Signo evidente de que ya no ostenta el poder político.