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Borbones, polémicos y de moda
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Borbones, polémicos y de moda

Desde que fue proclamado Rey de España, y en las décadas inmediatamente posteriores, los rumores acerca de Juan Carlos I fueron muy frecuentes, y casi siempre

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Borbones, polémicos y de moda

Desde que fue proclamado Rey de España, y en las décadas inmediatamente posteriores, los rumores acerca de Juan Carlos I fueron muy frecuentes, y casi siempre en sentido positivo. Se oían historias acerca de autoestopistas que eran ayudados por su Majestad, de enfermos a los que sorprendía con su generosidad y otras mil pequeñas leyendas urbanas que contribuyeron a consolidar un afecto popular muy extendido. Hoy, sin embargo, esos mismos rumores toman un cariz menos favorecedor, aludiendo a su vida privada o a la de su familia; además, se trata de habladurías alentadas por unos medios de comunicación más hostiles que en el pasado. Desde la reciente portada de la revista Época hasta algunos desencuentros con periodistas cercanos a la derecha pasando por los calificativos que le dedica Federico Jiménez Losantos, todo parece dejar claro que el tratamiento que el Rey recibe en los medios está lejos de esa suerte de inmunidad de la que gozó en el pasado.

Sin embargo, esa creciente crítica no parece estar haciendo demasiada mella en el afecto popular, como quedaría demostrado en las encuestas realizadas por el CIS, donde la monarquía continúa situada entre las instituciones mejor valoradas. Además, el interés que suscita la Casa Real entre los ciudadanos va en aumento, como refleja la buena acogida de toda clase de noticias que se publican acerca de los Borbones. La última prueba, la profusión de textos relacionados con la Familia Real que se citan este otoño en el mercado. Una parte de ellos servirá para celebrar el septuagésimo cumpleaños de la reina Sofía (n. 2-11-1938), caso de Doña Sofía. La Reina habla de su vida (Ed. Aguilar), cuyos autores son los periodistas Emilio Oliva y Carmen Enríquez, o del volumen colectivo La Reina Sofía, que reúne más de 400 fotografías y que publica La esfera de los libros.

El editor Álex Rosal, quien ha puesto en el mercado La sonrisa que cautivó a España (Ed. Libroslibres), de Fermín J. Urbiola (un recorrido por la vida de la Reina a través de 70 fotografías y 70 textos), cree que los Borbones son siempre asunto de interés. En primera instancia, porque “en los últimos siglos han estado muy ligados a la historia de España y siempre han dado qué hablar, para bien o para mal”. En segundo lugar, por el atractivo que añade este rey a la institución: “los españoles ven con cariño a la monarquía, pero tienen aún más afecto por los actuales reyes”.

Claro que la curiosidad que suscitan los Borbones no se detiene en la figura del monarca. Y es que, si antes era éste quien centraba las miradas, ahora es toda la familia la que está situada bajo el escrutinio público. Además, ya no sólo se abordan en las noticias la vertiente político-institucional, sino que prima la información sobre la vida privada de la Familia Real. Lo que tiene su lógica, según el periodista y escritor Pedro Fernández Barbadillo, ya que, “como en todas las familias, los niños crecen, se casan, se marchan del hogar, tienen hijos, etc. y eso también genera interés en el público”. Pero, y ese es otro cambio notable, la actitud con que se aborda el asunto es diferente de la del pasado reciente, “cuando hubo un exceso de loas y de almíbar en torno a la casa real. Ahora se les muestra con los encuentros y desencuentros propios de todas las familias, viviendo procesos normales a los que no hay que dar más importancia. Ni tampoco pretender encubrirlos, porque eso echa leña al fuego”.

Y como ocurre con la mayoría de las familias, también tienen miembros que quedaron relegados en el lado menos iluminado del escenario. El periodista José María Zavala es autor de dos libros sobre dos de esos personajes. El primero de ellos, La infanta republicana (Plaza y Janés) retrata a Eulalia de Borbón, la que fue denominada oveja negra de la dinastía. El segundo, más polémico, habla acerca de la vida y la extraña muerte del Duque de Cádiz, Alfonso de Borbón y Dampierre. De título El Borbón non grato, será editado por Áltera coincidiendo con el vigésimo aniversario de su fallecimiento en una pista de esquí de Colorado, degollado por un cable de acero. En él se subrayan los puntos oscuros de una muerte a la que "aún no se ha encontrado explicación”. Asegura Zavala que “nadie entiende cómo, siendo un consumado esquiador, no se diera cuenta de que había un cable de acero cruzando la pista, máxime cuando era un día de visibilidad magnífica y cuando el esquiador que iba por delante se volvió para advertirle. Pero lo que resulta más extraño es que nadie volvió a saber nunca más del trabajador que sujetaba ese cable”. Asimismo, tampoco se conocen los motivos por los que se tardó tanto en atenderle ni se sabe nada acerca de “las más de 100 fotografías que se tomaron entonces al cuerpo, y que desaparecieron misteriosamente”.

El Rey y la derecha

En resumen, y como ocurre con todas las dinastías, los Borbones cuentan con sus luces y sus sombras. Sin embargo, lo que está en cuestión en la actualidad poco tiene que ver con unas u otras. Porque hay quienes sostienen que el problema no reside en que ahora se hable más profusamente acerca de la Familia Real, sino en que muchos de los rumores están instigados por enemigos de la institución, en especial por parte de una derecha que no le perdona una especial sintonía con los gobiernos socialistas.

Según Juan Carlos Monedero, profesor de ciencias políticas de la Universidad Complutense de Madrid, el asunto es más complejo. En primera instancia, porque la derecha no tuvo en la Transición, ni la tiene ahora, una posición única. Así, “el Rey se encontró con la oposición de la derecha más ideologizada, la que provenía del falangismo; encontró respaldo en la derecha monárquica y católica, que se apoyaba en la Iglesia y los militares; y por último, también estaba la derecha oligárquica, que le daba su apoyo únicamente en la medida en que no resultase molesto”. En cuanto a la izquierda, lo cierto es que la relación ha sido mucho más fluida de lo que podría esperarse, dado que muchos de quienes provenían de allí eran republicanos. “El PSOE nunca ha tenido problema con la Monarquía. Y viceversa, ya que el Rey lo es gracias al apoyo de la izquierda. No es de extrañar que tuviera, entonces, mejor relación con Felipe que con Suárez o con Aznar. Y tampoco se llevó mal con mucha gente del PCE, a los que incluso invitó a la boda del Príncipe”.

De ese sustrato parten las tensiones actuales, según Monedero, ya que “la derecha más ideológica, que ha encontrado espacios en la iglesia católica, en el PP y en la COPE, sigue sin llevarse bien con el Rey. Hay que tener en cuenta que si el PP se escindiera el partido de extrema derecha que de ahí surgiese no sería monárquico”. Además, según Monedero, tampoco la Iglesia brinda un respaldo pleno al Rey. “La Familia Real sirve como reproductora de mitos. Una familia unida, que va a misa todos los domingos y que comulga con los ideales cristianos les es muy útil. Hay que tener en cuenta que cuando las infantas se casaron, aumentaron los matrimonios en España. Por eso mismo, si de repente esa familia ejemplar comenzara a divorciarse o si se dieran historias de adulterio o hubiera confesiones de homosexualidad, estaríamos ante un escenario muy distinto que a la Iglesia le resultaría mucho menos interesante”.

Sin embargo, sea cual sea la intencionalidad de los rumores, lo cierto, dicen los expertos, es que estamos muy lejos de un escenario de desgaste del monarca. Como asegura Álex Rosal, los españoles siguen teniendo a los reyes en alta estima. “Su papel moderador de la vida política, su función de equilibrio entre diferentes poderes y su actitud tendiendo cauces de diálogo entre los partidos es algo que valoramos especialmente. La gran mayoría de los españoles sigue percibiendo muy favorablemente a la Corona, a la que ve como una institución que hace lo posible por lograr el bien de España”.

Desde que fue proclamado Rey de España, y en las décadas inmediatamente posteriores, los rumores acerca de Juan Carlos I fueron muy frecuentes, y casi siempre en sentido positivo. Se oían historias acerca de autoestopistas que eran ayudados por su Majestad, de enfermos a los que sorprendía con su generosidad y otras mil pequeñas leyendas urbanas que contribuyeron a consolidar un afecto popular muy extendido. Hoy, sin embargo, esos mismos rumores toman un cariz menos favorecedor, aludiendo a su vida privada o a la de su familia; además, se trata de habladurías alentadas por unos medios de comunicación más hostiles que en el pasado. Desde la reciente portada de la revista Época hasta algunos desencuentros con periodistas cercanos a la derecha pasando por los calificativos que le dedica Federico Jiménez Losantos, todo parece dejar claro que el tratamiento que el Rey recibe en los medios está lejos de esa suerte de inmunidad de la que gozó en el pasado.

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