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Rebelión antieuropea: Cameron puede perder el poder y la UE al Reino Unido
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Rebelión antieuropea: Cameron puede perder el poder y la UE al Reino Unido

David Cameron se encuentra en Washington fraguando un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea que podría inyectar unos 11.600 millones de euros

David Cameron se encuentra en Washington fraguando un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea que podría inyectar unos 11.600 millones de euros al año a la economía británica. Sin duda, su viaje a las Américas tiene buenas intenciones. Pero la historia ha demostrado que cuando las aguas están revueltas no es aconsejable alejarse demasiado de casa. Cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta. Y en esta ocasión, la resaca puede dejar al primer ministro fuera de Downing Street y, lo que es más grave, al Reino Unido fuera de la UE.

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No hay que remontarse demasiado al pasado para analizar qué le ocurre a un líder del Partido Conservador cuando se ausenta en un momento en el que en sus filas se respira cierta tensión.

Que se lo digan si no a Margaret Thatcher, que sufrió la traición de su propio Gabinete mientras estaba en una cumbre europea de Fontainebleau. En otoño de 1989, ya se habían hecho visibles los primeros signos de su debilidad. Sufrió la dolorosa pérdida de Nigel Lawson, que dejó el cargo de ministro de Economía después de casi siete años de éxito. Y también la de Sir Geoffrey Howe y otros cuantos europeístas de peso que, durante su renuncia, aprovecharon para advertir de cómo la Dama de Hierro se estaba cargando el Gobierno y el país.

Los altos cargos de la formación no temían que Thatcher los llevara a la derrota en las urnas. Lo que les preocupaba realmente era que ella consiguiera un cuarto mandato, ya que aquello llevaba implícita la celebración de un referéndum sobre la pertenencia del Reino Unido a la zona euro.

Pues bien, la historia se repite porque las relaciones entre Bruselas y Londres han puesto contra las cuerdas a Cameron. El premier se enfrenta esta semana a la peor rebelión desde que se trasladó al número 10. Y a tan sólo dos años de unas elecciones generales en las que intenta conseguir la mayoría absoluta que no logró en 2010, perder las riendas de su propio partido no le augura buenas noticias.

Este miércoles está previsto que la Cámara de los Comunes celebre una votación para fijar, por ley, un referéndum en la próxima legislatura sobre la permanencia del país en la UE. Lo humillante para Cameron es que la votación se lleva a cabo después de que un centenar de diputados conservadores hayan presentado una enmienda a su programa legislativo para el próximo año.

La historia se repite porque las relaciones entre Bruselas y Londres han puesto contra las cuerdas a Cameron. El premier se enfrenta esta semana a la peor rebelión desde que se trasladó al número 10Ninguna de las medidas especificaba una negociación sobre las relaciones con el Viejo Continente y, aunque el premier prometió en enero un plebiscito para 2017, los rebeldes euroescépticos quieren garantizar que la consulta se haga sin importar cuál sea el partido que esté en el poder en ese momento. Lo que ofrece dos conclusiones: primera, ni siquiera sus propias filas tienen fe en que el primer ministro salga victorioso en las elecciones de 2015; segunda, su liderazgo está más débil que nunca.

Los beneficios de salir de la Unión

Curiosamente, la revuelta se empezó a fraguar de la mano de Nigel Lawson, el mismo hombre responsable de inicio del fin de Thatcher. Aunque ya no ostenta el puesto de canciller, Lawson, convertido ahora en lord, goza de un importante poder dentro del partido. Y, consciente de su influencia, la semana pasada encendió la mecha con un polémico artículo en The Times en el que destacaba que los beneficios de salir de la UE, a la que define como una "monstruosidad burocrática", serían "mayores que los costes" de esta decisión. Sin tapujos, auguraba un futuro mejor fuera que dentro la Comunidad de los Veintisiete.

Durante el fin de semana, dos ministros del Gobierno siguieron sus pasos. El responsable de Defensa, Philip Hammond, y el de Educación, Michael Gove -considerados dos de hombres de confianza del premier- anunciaron públicamente que, de celebrarse hoy la consulta, votarían por salir de la UE.

Aunque no lo han hecho público, al menos otros tres de sus colegas -Chris Grayling, Iain Duncan Smith y Owen Paterson- comparten la misma postura. Otros como Theresa May, responsable del Interior, no han manifestado cuál sería su voto, aunque sí han recalcado que están de acuerdo con las peticiones de los rebeldes para aprobar una ley que garantice la consulta.

El premier ha pedido a los miembros de su Gabinete que se abstengan en la votación en la Cámara de los Comunes del miércoles. La propuesta no saldrá adelante, ya que los liberal demócratas y laboristas tienen un planteamiento más europeísta. Pero, independientemente del resultado, el daño ya está hecho.

El problema es que el protagonismo adquirido por Nigel Farage en los comicios locales del pasado dos de mayo ha hecho que los tories euroescépticos se pongan nerviosos. Y es por eso por lo que quieren adelantar la agendaA pesar de las tensiones internas, Cameron tiene las manos atadas. El pacto al que llegó con Nick Clegg para formar coalición no le permite tratar el asunto europeo en esta legislatura. Es por eso por lo que el pasado mes de enero, durante un esperado discurso, se prometió a convocar el plebiscito si ganaba las próximas elecciones. Eso sí, negociando previamente con el resto de los líderes europeos un acuerdo para repatriar poderes a Londres, aumentar la competitividad y flexibilidad del bloque y consolidar el mercado único. Mejorando las condiciones, el 50% de los británicos estaría dispuesto a quedarse dentro de la UE.

El euroescepticismo atrae votos

El problema es que el protagonismo adquirido por Nigel Farage en los comicios locales del pasado dos de mayo ha hecho que los tories euroescépticos se pongan nerviosos. Y es por eso por lo que quieren adelantar la agenda. Con su promesa de sacar al país de la UE y poner coto a la inmigración, el líder del UKIP robó un importante número de votos a los conservadores y se hizo con 147 concejales, comparados con los nueve que obtuvo en los últimos comicios de 2009. Además, logró ser la segunda formación más votada en South Shields, la única circunscripción donde se elegía diputado tras el asiento dejado porDavid Miliband.

Aunque los escollos para Cameron no terminan ahí. A la disputa se sumó ayer el alcalde de Londres, Boris Johnson, que respaldó la petición de los diputados en relación con la legislación sobre el plebiscito. Recalcó que abandonar la UE no resolvería los problemas que tiene el Reino Unido, pero sus palabras tienen ahora más importancia que nunca, ya que la creciente impopularidad del primer ministro ha convertido al excéntrico alcalde en una alternativa cada vez más creíble como futuro líder del partido. Y este es quizá el único punto que no comparten Thatcher y Cameron. John Major se convirtió en el sucesor de la Dama de Hierro manteniéndose al margen de batallas internas y quedándose en su casa aquejado por “un dolor de muelas”. Boris Jonhson, sin embargo, nunca ha podido ocultar sus ganas de convertirse algún día en el inquilino de Downing Street. Si el viaje del premier lo aleja demasiado tiempo fuera de casa, todo sería posible.

David Cameron se encuentra en Washington fraguando un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea que podría inyectar unos 11.600 millones de euros al año a la economía británica. Sin duda, su viaje a las Américas tiene buenas intenciones. Pero la historia ha demostrado que cuando las aguas están revueltas no es aconsejable alejarse demasiado de casa. Cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta. Y en esta ocasión, la resaca puede dejar al primer ministro fuera de Downing Street y, lo que es más grave, al Reino Unido fuera de la UE.