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Un papel lleno de tachones: el contrato bajo llave de la UE con las farmacéuticas
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Un papel lleno de tachones: el contrato bajo llave de la UE con las farmacéuticas

La Comisión Europea está permitiendo que algunos eurodiputados revisen uno de los contratos para la vacuna contra el covid-19, pero bajo exigentes condiciones

Foto: Vacuna contra el coronavirus de la empresa Pfizer. (Reuters)
Vacuna contra el coronavirus de la empresa Pfizer. (Reuters)

La tarde del martes 12 de enero, Marc Botenga, un eurodiputado belga de la Izquierda Unitaria Europea, se presentó en el número 232 de la Rue Belliard de Bruselas, donde se encuentra la Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria. Anunció su llegada y una persona de la Comisión Europea bajó a recibirle y le acompañó hasta una habitación. Antes de entrar tuvo que entregar el móvil y su mochila. Solamente podía acceder con lápiz y papel. Después de firmar un acuerdo de confidencialidad, Botenga pudo sentarse en la habitación, siendo uno de los primeros eurodiputados en hacerlo.

Es el cuarto en el que está uno de los documentos más importantes de Europa en este momento: uno de los contratos que la Comisión Europea ha firmado con distintas farmacéuticas para la adquisición de dosis de sus vacunas contra el coronavirus. Hasta ahora el Ejecutivo comunitario había dado largas para mostrar los documentos: en noviembre Stella Kyriakides, comisaria de Salud, decía que se mostrarían los documentos llegado el momento. Pero Bruselas intentaba estirar la llegada de ese momento.

Tras una fuerte presión del Parlamento Europeo, la Comisión se ha abierto a que algunos miembros de la Eurocámara puedan visitar una sala de lectura en la Dirección General de Salud para poder revisar una versión redactada del contrato con una de las farmacéuticas, CureVac, que es la única que por el momento ha dado su consentimiento para que se muestre el texto. Las pocas noticias que se tienen respecto al precio que se ha pagado por las dosis proviene de un error de la ministra de Presupuestos de Bélgica, Eva De Bleeker, que publicó una lista con precios en Twitter que rápidamente eliminó. Por ejemplo, por las dosis de Pfizer se pagaron 12 euros; por las de AstraZeneca, 1,78 euros; y por las de CureVac, 10 euros.

placeholder Sede de la Comisión Europea en Bruselas, Bélgica. (EFE)
Sede de la Comisión Europea en Bruselas, Bélgica. (EFE)

Allí, con lápiz y papel en mano, los eurodiputados tienen 50 minutos para navegar en algo menos de cien páginas de una cierta complejidad legal. Ni siquiera cuando se cierra la puerta pueden estar a solas con el documento. En todo momento, hay una persona de la Comisión Europea presente en la habitación. Cuando comienzan a pasarse las páginas del contrato hay algo que no sorprende ni a Botenga ni a ningún eurodiputado con experiencia: muchas partes están tachadas, subrayadas en negro. Son los fragmentos que Bruselas considera que son secretos comerciales y no pueden conocerse ni habiendo firmado un acuerdo de confidencialidad.

"He visto procesos similares con textos comerciales. La parte tachada es muy frustrante, porque estás ahí, ya has firmado que no vas a hablar de lo que has visto y asumes la responsabilidad, e incluso así las informaciones más importantes no se las dan ni siquiera a los eurodiputados, ¡venga ya!", se queja el político belga. Además, lamenta el poco tiempo que se les ofrece en la sala de lectura: "Mucho que leer en muy poco tiempo. No es como leer un libro, es un contrato legal, tienes que prestar mucha atención".

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La Comisión Europea utiliza el mismo mecanismo para otros documentos confidenciales: permite a los eurodiputados verlos en condiciones similares, sin móvil ni cámaras y únicamente habiendo firmado un acuerdo de confidencialidad, aunque en esta ocasión además exigen que el diputado entre solo en la habitación, sin asistente ni acompañante. Botenga explica que el texto es complejo y la utilidad de su lectura es "limitada" en cualquier caso, pero todavía más si no se tienen conocimientos sobre asuntos comerciales y legales. "Yo tengo conocimientos de asuntos legales, así que puedo leer el texto, pero si no lo tienes deberías poder entrar con un experto o un abogado para poder leer el acuerdo", señala.

La visita no fue demasiado satisfactoria para Botenga: "Creo que lo que no es normal es que la Comisión y la empresa nos escondan información que no son secretos comerciales, no tendrían que haber tachado tantas partes, no está justificado. Se han negado a enseñarnos lo que el público ha visto en los Estados Unidos". "Por un lado es excitante, porque vas a ver el documento, pero por otro lado es un chiste", se queja.

"Su utilidad está totalmente limitada por todas las partes tachadas", critica Botenga, que explica también que es imposible saber si lo que ha visto "en este contrato es igual en otros", ya que la Comisión Europea ha cerrado pactos con distintas farmacéuticas, y la única que ha dado su consentimiento por el momento para que se mostrara una versión redactada, es decir, con partes eliminadas, ha sido CureVac.

placeholder Dosis de la vacuna de Pfizer en Le Mans, Francia. (Reuters)
Dosis de la vacuna de Pfizer en Le Mans, Francia. (Reuters)

Fuertes presiones sobre la Comisión

Tras semanas de presiones por parte de los eurodiputados de la comisión de Salud y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo, la Comisión Europea acabó cediendo y se abrió a mostrar un contrato tras el visto bueno de la farmacéutica afectada, CureVac. En un correo enviado a los miembros de la comisión, el Ejecutivo comunitario anunciaba las condiciones en las que podrían visitar la sala de lectura y ofrecía cuatro turnos de lectura el martes 12 de enero, otros cuatro el día siguiente y cuatro más el viernes 15 de enero. Los eurodiputados debían enviar un correo a la dirección general solicitando su turno preferente.

Al final, la Comisión Europea se ha visto obligada a extender la invitación a otras comisiones parlamentarias, que también han solicitado poder tener acceso al texto, y ha tenido que extender el número de días en el que mostrará los textos. Algunos eurodiputados españoles podrán entrar, pero tienen hora para la semana que viene o todavía están intentando que les asignen turno.

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Desde Izquierda Unida critican con dureza las medidas restrictivas impuestas por la Comisión Europea. "Otro ejercicio de transparencia y fiscalización marca de la casa: lo justo para cumplir el expediente, y por ello absolutamente insuficiente. Es inadmisible que se nos impida a representantes públicos elegidos por las urnas ejercer nuestra tarea de fiscalización", ha criticado Sira Rego, eurodiputada de IU. Soraya Rodríguez, de Ciudadanos, que tiene previsto visitar la famosa habitación la semana que viene, explica que "tener acceso a un solo contrato es insuficiente y llega tarde, teniendo en cuenta que la Unión dispone actualmente de un porfolio de 6 vacunas contratadas con las empresas farmacéuticas". "Lamento que esta política de privacidad solo puede generar mayor descontento, noticias falsas y sentimientos antieuropeístas", ha criticado la eurodiputada naranja.

Un portavoz del Ejecutivo comunitario defiende los numerosos tachones. "La divulgación de cualquier información confidencial en este momento podría socavar las negociaciones en curso que tenemos con otras empresas y debemos mantener una posición lo más sólida posible", apuntan desde el Departamento de Salud, que explican que no pueden "decidir unilateralmente divulgar información confidencial", aunque sí envían un mensaje a las farmacéuticas en lo referido a la información financiera, planes de desarrollo y producción: "Sin duda, agradeceríamos que los desarrolladores de vacunas accedan a divulgar esta información".

La tarde del martes 12 de enero, Marc Botenga, un eurodiputado belga de la Izquierda Unitaria Europea, se presentó en el número 232 de la Rue Belliard de Bruselas, donde se encuentra la Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria. Anunció su llegada y una persona de la Comisión Europea bajó a recibirle y le acompañó hasta una habitación. Antes de entrar tuvo que entregar el móvil y su mochila. Solamente podía acceder con lápiz y papel. Después de firmar un acuerdo de confidencialidad, Botenga pudo sentarse en la habitación, siendo uno de los primeros eurodiputados en hacerlo.

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