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El último socialista del siglo XXI se impone en las urnas: Evo Morales gana con polémica
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acusaciones de fraude tras el recuento

El último socialista del siglo XXI se impone en las urnas: Evo Morales gana con polémica

Tras casi 14 años de mayorías absolutas, Morales podría verse abocado a ir a segunda vuelta. Si la oposición se une al expresidente Mesa en un frente anti-Evo, el último socialista del siglo XXI podría caer

Foto: Evo Morales. (EFE)
Evo Morales. (EFE)

Tras casi 14 años de mayorías absolutas y de arrasar en cada una de las elecciones, Evo Morales ha logrado ganar este domingo -en primera vuelta- por la mínima. Pese a que su revolución originaria ha perdido fuelle y el sentimiento anti-Evo está más fuerte que nunca, el presidente de Bolivia gobernará hasta el 2025 y podría cumplir dos décadas ininterrumpidas en el poder. Los resultados preliminares fueron recibidos con protestas en las calles bolivianas, donde muchos acusan al mandatario de orquestar un supuesto fraude electoral.

Las sospechas de los opositores se han disparado tras un recuento a la boliviana, que en 24 horas dio la vuelta a una situación que dejaba a Morales en la cuerda floja . Si el domingo los resultados mostraban al país abocado por primera vez a una segunda vuelta, el lunes el tribunal electoral le otorgaba los 10 puntos de diferencia necesarios para proclamarse vencedor inmediato: 46,85% frente al 36,74% de su principal rival, el expresidente Carlos Mesa (2003-2005). Más justo, imposible.

Protestas en Bolivia por el recuento electoral

A los gritos de "fraude" y "mi voto cuenta" en las calles se ha unido la denuncia de Mesa ante los medios, acusando al Gobierno de intentar manipular el resultado y pidiendo la movilización para defender los sufragios. “La segunda vuelta es un hecho objetivo”, aseguró el líder de Comunidad Ciudadana, quien sabe que sus posibilidades de proclamarse presidente en segunda vuelta en diciembre eran elevadas gracias al apoyo de los otros dos principales candidatos opositores -que sumaban casi un 13% del electorado-.

Foto: Detractores de Evo Morales durante las protestas de esta noche en La Paz, Bolivia. (Reuters)

Varias horas antes, el propio Evo Morales advertía de que esta situación se podía dar. El mandatario, quien a sus 59 años se ha convertido en el último superviviente de la hornada de abanderados del llamado socialismo del Siglo XXI -de Hugo Chávez en Venezuela a Rafael Correa en Ecuador- ya había señalado el domingo por la noche que habría que esperar el voto rural, que suele ser mayoritario para su gobierno y suele escrutarse más tarde por la dificultad de contar las papeletas en lugares remotos. También el voto exterior ha resultado decisivo a su favor: un 60% para Morales frente al 26% de Mesa.

Calle tensa

La situación se está tensando las calles, por lo que la Organización de Estados Americanos (OEA) ha pedido al Tribunal Supremo Electoral que el escrutinio se lleve “con agilidad y transparencia”. “La Misión de Observación de la OEA en Bolivia mantiene a sus observadores y técnicos en los nueve Tribunales Electorales Departamentales”, indicó el órgano en su cuenta de Twitter. “Mantenemos la esperanza de que el resultado del cómputo definitivo se apegue a la voluntad de los electores manifestada en las urnas”, señaló el jefe de la misión, el ex canciller de Costa Rica, Manuel González Sanz.

Los mensajes conciliadores y de calma de la institución no sirvieron para frenar las protestas que se fueron extendiendo por todo el país. En La Paz se registró un encontronazo entre seguidores del MAS y opositores de Comunidad Ciudadana y tuvieron que ser separados por la policía. En otras ciudades como Oruro y Santa Cruz ha habido protestas y hasta una casa de campaña del MAS incendiada por los manifestantes que reclaman un recuento justo.

Un cambio inexplicable de tendencia que modifica drásticamente el destino de la elección y genera pérdida de confianza

Las sospechas para ellos está en que a las 20:10 del domingo el Tribunal Supremo Electoral dejase de difundir resultados preliminares cuando llevaba el 80% de las actas escrutadas. Un día después, cuando se ha vuelto a poner en marcha el proceso, se presentó “con un cambio inexplicable de tendencia que modifica drásticamente el destino de la elección y genera pérdida de confianza en el proceso electoral”, según palabras de González Sanz.

Esa la falta de confianza en los resultados es lo que probablemente mantendrá la tensión sobre Bolivia y restará crédito a un futuro gobierno que ya nace debilitado, puesto que Morales no contará con una mayoría amplia en ninguna de las dos cámaras legislativas del país, lo que le obligará a pactar para ejecutar su agenda política. El conteo electoral ha sido la gota que colma el vaso tras unas semanas tensas previas a la elección con manifestaciones por parte de grupos cívicos y cabildos municipales que arengaban a no reconocer los resultados de Morales si ganaba acusando al MAS y al gobierno de fraude electoral.

Más allá de la economía

La -relativamente- ajustada victoria de Morales llega después de perder más de 20 puntos en los últimos cinco años y pasar de ganar en ocho de nueve departamentos a solo hacerlo en cinco -en un país de 11 millones de habitantes-. Mesa se ha llevado los otros cuatro departamentos, los del Oriente, los de las tierras bajas, los más afectados por el fuego de este verano, los que provocaron la polarización autonomista del 2008.

Estos resultados muestran el respaldo de Morales por la buena marcha económica del país, que ha liderado las tasas de crecimiento en América Latina en cuatro de los últimos cinco años con una expansión promedio del 4,5% interanual, y de haber reducido la pobreza -tanto extrema como moderada- en más de 20 puntos. Pero la política va más allá de los datos macroeconómicos. En 14 años de "revolución cultural" son muchos los asuntos críticos que Evo ha acumulado sobre sus espaldas.

Pero el autodenominado "proceso de cambio" también se ha encontrado en los últimos cinco años con bastantes problemas políticos que han eclipsado la estabilidad económica. El más importante ha sido la propia candidatura de Evo Morales. La constitución aprobada en 2009 marca en dos mandatos consecutivos el máximo para la Presidencia del país. El líder bolivariano ya tuvo dos mandatos antes de las elecciones de 2014 (2006-2010 y 2010-2015), pero el Tribunal Constitucional le permitió participar en estas porque consideraba que el primer mandato no se incluía en la limitación de la carta magna que acababa de aprobarse.

Foto: Líderes indígenas, reunidos con el Gobierno de Ecuador. (EFE)

En 2016, Morales anunció su intención de concurrir en las elecciones para el periodo 2020-2025 y convocó un referéndum para reformar la constitución y eliminar la limitación de mandatos. El resultado fue de un 51% en contra. Bolivia le dijo no. Pero aquello no era el fin de la historia para Evo. El Tribunal Constitucional, primero, y el Tribunal Supremo Electoral después avalaron su candidatura al considerar que presentarse a unas elecciones democráticas es “un derecho humano” según recoge la Convención Americana de Derechos Humanos.

Las críticas por tiranía y querer perpetuarse en el poder no tardaron en llegar. A ellas se suman las acusaciones de mala gestión del dinero público, despilfarro y hasta casos de corrupción que han afectado a núcleos cercanos a Morales como el Caso del Fondo Indígena que afectó a una exministra y a dos exdirigentes de su partido. La explotación del litio en Potosí o los incendios de la Chiquitanía y la Amazonia han dañado en los últimos meses la ya desgastada imagen para una parte de la sociedad del presidente.

Tras casi 14 años de mayorías absolutas y de arrasar en cada una de las elecciones, Evo Morales ha logrado ganar este domingo -en primera vuelta- por la mínima. Pese a que su revolución originaria ha perdido fuelle y el sentimiento anti-Evo está más fuerte que nunca, el presidente de Bolivia gobernará hasta el 2025 y podría cumplir dos décadas ininterrumpidas en el poder. Los resultados preliminares fueron recibidos con protestas en las calles bolivianas, donde muchos acusan al mandatario de orquestar un supuesto fraude electoral.

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