Así fraguó Berlusconi su regreso triunfal

“Entre 200.000 y 300.000 votantes se movilizaron en la zona de Milán después de que Berlusconi fichase a Mario Balotelli (para el AC Milan, propiedad de Il Cavaliere). La gente identifica al equipo con su figura, y la reciente victoria ante el Barcelona supuso otro empujón” en su regreso a la arena política. Así ilustra Josep Manuel Silva, profesor de Comunicación Política de la Universitat Abat Oliva, el modo en que el ex primer ministro italiano ha diseñado su propio revival.   

El líder de la segunda coalición más votada en las elecciones generales italianas ha protagonizado la sorpresa de los comicios, con permiso del cómico Beppe Grillo, al regresar de entre los muertos. Familiarizado con el escándalo (el viernes declarará en el juicio en apelación por el caso Mediaset, en el que en primera instancia fue condenado a cuatro años de cárcel por un delito de fraude fiscal), derribado por la crisis de deuda soberana y abandonado por algunos de sus tradicionales aliados, el candidato de 76 años yacía hace sólo unos meses, cuando anunció que dejaba la política “por amor a Italia”,  en su lecho de muerte.

El lunes, sin embargo, acalló a sus detractores y sacudió los mercados financieros cuando su coalición conservadora obtuvo votos suficientes para negar a su principal rival parlamentario, Pier Luigi Bersani (líder de la coalición de centroizquierda), el apoyo que necesita para consolidar un Gobierno estable. Convertido en la pieza clave para controlar el Senado, Il Cavaliere no sólo ha reaparecido, sino que ha logrado una victoria pírrica, un escenario que parecía impensable hace sólo dos meses.  

El hecho de que Bersani -el caballo ganador al que todos apostaban- ganara por décimas, es una muestra de su destreza mediática y su habilidad en el arte de vender mensajes. Berlusconi ha exprimido al límite la carta Mediaset y ha dominado las ondas de radio del país durante los últimos tres meses, cotejando a los votantes con promesas de que eliminará el impopular impuesto sobre la propiedad y lanzando loas románticas a su actual pareja, décadas más joven que él.

Lo que es indiscutible es que Il Cavaliere sabe manejar los tiempos. “Ha estado jugando con todos sus asuntos judiciales. Abandonó la política cuando sus propias empresas obtenían muy malos resultados en bolsa. Le convencieron de que estaba perjudicando a la economía del país y, por ende, a su propio imperio. También hay un voto de protesta, una parte de orgullo italiano: les han impuesto a alguien designado por Bruselas (Mario Monti). Y la reacción es: ‘Berlusconi tendrá muchos defectos pero, al menos, es nuestro’”, explica Silva.  

En plena resaca electoral, los analistas ven a Il Cavaliere como el arquitecto de una proeza extraordinaria. El aluvión de apariciones televisivas del permanentemente bronceado ex primer ministro encolerizó a sus críticos. Pero el bombardeo mediático permanente ha logrado movilizar a su base de votantes (pequeños comerciantes y profesionales), que en principio no acudirían a su cita con las urnas.  

El ex primer ministro es un maestro a la hora de transformar aspectos percibidos como puntos débiles en armas arrojadizas. Muchos economistas e inversores asumieron que había quedado completamente desacreditado a ojos de la opinión pública italiana cuando, a finales de 2011, fue forzado a entregar el poder a un Gobierno de emergencia dirigido por Monti. Sin embargo, Il Cavaliere respondió a los ataques con una llave de yudo en clave política: argumentó que la economía italiana agoniza en medio de las subidas de impuestos y los recortes de pensiones que introdujo el Ejecutivo de Monti. A principios del pasado mes de diciembre, su partido retiró su apoyo parlamentario a Monti, derribando al Gobierno de emergencia. Desde entonces, ha centrado sus ataques en las medidas aprobadas por el economista, especialmente en el impuesto de propiedad que prometió retirar en misivas enviadas a los hogares italianos.

Cuando Il Cavaliere votó el pasado domingo, regaló un consejo a una joven que se tapaba la cara en señal de desprecio por el ex primer ministro. "Usted debería aprender a sonreir más", dijo, dirigiendo una amplia sonrisa a los fotógrafos mientras depositaba su voto.